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El deseo de ser madrePero
pensemos ahora el otro punto que
dije iba a tratar en la introducción:
Lo dificultoso de la formación de una subjetividad femenina desde
los mitos que rodean a la mujer
y cómo puede influir esto en su
deseo de ser madre. Desde
hace algunos años , con respecto a la mujer la sociedad
organiza su universo de significaciones
alrededor de la idea Mujer=Madre, solo
a través de esta ecuación la mujer alcanza su realización y
adultez. Entonces desde esta posición, la maternidad da sentido a la
femenidad. Podríamos
aventurarnos a hacer una afirmación: que este es
uno de los motivos sociales por
los cuales algunas mujeres se expondrían hasta las últimas consecuencias
con tal de conseguir su hijo. Quizás sin tener en cuenta que el ser madre
entra en el orden de la cultura y la reproducción solo al
mantenimiento de la especie. Esta
situación se agrava en cada mujer que mediante las técnicas
reproductivas fuerzan su
propia biología en pos de la
función social que cada mujer
está obligada a cumplir (si quiere ser mujer)= ser madres. También
lo que hace que una mujer se vea como una buena o mala madre , depende de
cuantos son los hijos que desea tener. Por eso es que entran
en juego fuerzas sociales que operan en la subjetividad de las
mujeres. A su vez estas fuerzas sociales están insertas en la valoración
que dicha madre tiene de su accionar y el de los demás. Así se
"jerarquizan, por ende, de determinada manera, su proyecto como madre con respecto a
otros proyectos vitales" ("La mujer de la ilusión", Cap.
7, Pág. 162). A esto habría que sumarle que los hombres, como
integrantes de esa misma sociedad, participan dando parámetros de
significación, desde su función paterna a la imagen de lo que para ellos
sería una mujer. Estas significaciones
imaginarias aluden y eluden lo real. Si llamamos lo real a lo que
está ahí, a lo inmodificable. Porqué, entonces la obstinación sobre el
cuerpo femenino para combatir la esterilidad como a una
enfermedad?...Quiere decir entonces , que bastaría con derribar las
barreras orgánicas para cualquiera de estas técnicas de reproducción
anteriormente nombradas dieran resultado?.Si así fuera, nos estaríamos
olvidando que la significación del hijo, el deseo o no de ese hijo, su
manera de imaginarizarlo, sus posibilidades de entrar y salir de la
especularidad con su hijo,
varían de mujer a mujer. Y que además la infertilidad psicógena muestra
lo poco que de natural
tiene el acceso a la maternidad. O sea que la problemática
individual que se juega en cada deseo de tener
un hijo quedaría chupada por este enfoque naturalista. "Además
tengamos en cuenta que quien no es madre, no es" ("Mujeres sin
sombra", Silvia Tubert) . Qué quiere decir esto? Que si se considera
que es característico de las mujeres el parir, estamos jerarquizando
escalas de valores, que la definirían como mujer. Pero no olvidemos que
la maternidad, como lo esencial femenino, si bien
hace muchos años que lleva la marca
en la historia de la humanidad, es relativamente reciente. Al
principio la mujer era objeto de intercambio, luego se consideraba como
instrumento de reproducción."Es decir, que las organizaciones
sociales van utilizando
diferentemente el capital femenino. Cuál será la próxima?". De
esta pregunta que la Lic. Ana Fernández se realiza en la Pág. 176
del Cap. 7 de "La mujer de la ilusión", a mi se me
ocurre esta posibilidad: que las técnicas de fertilización asistida podrían
ser producto de una conjunción de ambas épocas económico-sociales
pasadas. Es decir ya no sería la mujer el objeto de intercambio si no el
hijo ( como producto o como objeto). Por supuesto que a costa del cuerpo
de la mujer ( como objeto o instrumento de reproducción). Además
no olvidemos que las mujeres a través de la historia han estado dedicadas
a la procreación desde su menarca a su menopausia. Y esto las ha hecho el
centro de la organización de la vida de la sociedad, no solo actuando en
el vínculo madre-hijo, sino también, en el vínculo madre-padre-hijo. Es
decir, el no poder ser madre en algunos casos, significaría el no
pertenecer a la sociedad... Por la Lic. Marcela Pugliese
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