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Sinceridad, entre amor y sexo

Comentarios sobre “Sexo sin amor”

He recibido varios emails en relación a mi artículo “Sexo sin amor” publicado en este sitio, los que agradezco, especialmente porque la mayoría fue de felicitación.
Sin embargo, debo ocuparme de los otros, los que critican algunos de los conceptos expresados en esa ocasión y que, según parece, se debe a no haber comprendido lo que deseaba expresar, debido sin duda a que el poco espacio impide ampliarse demasiado sobre el asunto. Intentaré, entonces, clarificar un par de puntos.

No he querido decir, como algunos lectores entendieron, que el amor y el sexo no tenían relación entre sí, sino todo lo contrario: el sexo sin amor es imposible.
Lo que quise aclarar fue que el amor, como sentimiento, posee una infinita gama de matices que lo convierte en el más desarrollado de los sentimientos humanos. Si lo pensamos bien, veremos que el odio, la envidia, los malos sentimientos en general, no tienen “matices”; poseen una sola “expresión”.

El amor, en cambio, puede manifestarse en formas muy diversas y sensibles, como el amor a los hijos, a los padres, a los amigos, la admiración, el amor religioso, etc.

 

Pues bien, uno de estos “matices” del amor es el enamoramiento, es decir, un sentimiento que nos conmueve e ilusiona y que genera una reacción de atracción tremendamente fuerte e impulsiva.
Pero, este “matiz” es, por lo general, efímero, y tiene como única finalidad, provocar en nosotros el impulso necesario para ocasionar ese conflicto delicioso que es el dar y pedir simultáneo.

 

Sin este sentimiento, la sexualidad se vuelve negativa, cuando no imposible.

El ejemplo más claro lo tenemos en el sadomasoquismo, donde el “objeto del deseo” no es la otra persona, sino su sufrimiento o su violencia, según sea el caso, pero nunca “su placer”, que es la esencia de la sexualidad.

 

Debo también rectificar a aquellos que creyeron entender que mis opiniones promovían una sexualidad sin fronteras; en realidad, la sexualidad no tiene más límites que los que se fijen los participantes. Pero no creo que el libertinaje o la promiscuidad sean aspectos positivos del sexo, sino todo lo contrario, ya que lo llevan a la condición de vicio y esto, obviamente, destruye el placer por acción del abuso.

 

El sexo es, ante todo, un arte. Algunos tienen talento natural; otros deben desarrollarlo con la experiencia.

Lamentablemente, las generaciones mayores de 40 hemos sido, sino mal educados, por lo menos, convertidos en ignorantes a este respecto, por lo que debimos enfrentar esta realidad de forma, a veces traumática, por lo general, torpemente.
Con los años hemos ido aprendiendo que la Naturaleza no crea nada sin un sentido, sin una finalidad, por lo que comenzamos a entender que la vida nos depara muchas sorpresas para las cuales debemos estar preparados.

 

Una de las principales es ésta, que el sexo es un arte y no un problema, un escollo, un pecado, o como quieran llamarlo. Y como es un arte, debe ser tratado con respeto.

 

Y la palabra mágica que convierte algo una obra de arte es “sinceridad”.
No existe el arte verdadero sin el artista verdadero y éste solo lo es cuando se expresa con sinceridad, sin mentiras, sin egoísmo, con la más perfecta generosidad y el más profundo respeto.

 

Espero seguir recibiendo vuestras opiniones y, pronto, podré a disposición de todos los interesados algunos ensayos que he escrito respeto del tema.

 

Opiniones: [email protected]