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¿Problemas con su hijo adolescente?

Es la edad del amor, la edad en que comienzan a definir sus personalidades… ¡y la edad en que más conflictos nos causan! Si su hijo adolescente presenta serios conflictos de comportamiento, deberá recurrir a un profesional para evaluar las mejores soluciones, pero si solo se trata de un joven inquieto y rebelde tal vez le ayude leer el siguiente artículo.

Si
usted o algún conocido están teniendo problemas con un
hijo adolescente, le
sugerimos responder las preguntas formuladas a continuación. Pueden servirle
como parámetro para medir la magnitud del problema.

En determinadas ocasiones,
estos conflictos solo pueden ser tratados con ayuda profesional, pero la mayoría
de las veces solo se trata de reforzar las reglas y los límites del hogar.

Luego
de contestar el cuestionario, lea la Guía de Respuestas, que le ofrecerá
sugerencias y recomendaciones en base a sus respuestas

Conteste
cada respuesta con un sí o un no. Contabilice la cantidad de “sí”
respondidos.

Su
hijo adolescente…

1. ¿Se rebela contra las reglas del hogar?

2. ¿Ha sido frecuentemente sancionado, amonestado, o expulsado durante su
etapa escolar?

3. ¿Suele agredir verbalmente?

4. ¿Se junta con otros adolescentes
rebeldes?

5. ¿Ha perdido el interés en la práctica de su deporte, actividad o
hobbie favorito?

6. ¿Tiene dificultades para cumplir sus tareas escolares?

7. ¿Ha tenido problemas por violar leyes ciudadanas?

8. ¿Suele contestarle mal, provocando que usted se sienta obligado a no
pronunciar ciertas frases o palabras que pudieran alterar el ánimo de su
adolescente?

9. ¿Podría tener problemas para finalizar el secundario?

10. ¿Tiene un
aspecto
depresivo
?

11. ¿No cuida su higiene
personal?

12. ¿Suele tener un
comportamiento violento?

13. ¿Es manipulador y
mentiroso?

14. ¿Parece falto de iniciativa
y motivación?

15. ¿En determinadas ocasiones
se comparte en forma deshonesta con usted?

16. ¿Tiene un comportamiento
sexual promiscuo?

17. ¿Ha manifestado acciones
que sugieran ideas de suicidio?

18. ¿Posee dinero u objetos
valiosos sin que este clara la forma en que los consiguió?

19. ¿Podría poner en juego su
seguridad personal?

20. ¿Está constantemente de
mal humor?

21. ¿Parece carecer de
autoestima y valor en sí mismo?

22. ¿No es una persona en la
que usted pueda confiar ciegamente?

23. ¿Tiene problemas en
respetar la autoridad?

24. ¿Realiza actividades que
usted no aprueba?

25. ¿Podría estar consumiendo
drogas o alcohol?

26. ¿Lo preocupa acerca de sus
posibilidades futuras de inserción en la sociedad?

27. ¿Suele oponerse a los
valores de su familia?

28. ¿Constantemente desafía cualquier tipo de reglas,
cualesquiera que estas sean?

29. ¿Lo tiene agotado por estas
actitudes?

30. ¿Lo hace sentir impotente
cuando usted intenta cambiar sus actitudes?

Contabilice
las respuestas afirmativas. Estas son nuestras recomendaciones para la cantidad
de “sí” acumulados:

18
o más respuestas afirmativas:
Alto riesgo. ¡Consiga ayuda ya mismo! Hable con un psicólogo sobre estas
dificultades y sus posibles formas de solución.

Entre
9 y 17 respuestas afirmativas:
En el límite. Puede resolver los problemas ajustando los límites de la
convivencia familiar. Sin embargo, no debe descartar la posibilidad de iniciar
un tratamiento psicológico.

Hasta
8 respuestas afirmativas:
Riesgo moderado. Sea más severo con los límites familiares y supervise su
cumplimiento constantemente.

PARA
AQUELLAS FAMILIAS QUE DEBAN REFORZAR LOS LÍMITES Y ESTRUCTURAS FAMILIARES,
OFRECEMOS LOS SIGUIENTES CONSEJOS.

Fijar
mejores límites

Los
límites y las reglas son fundamentales para el desarrollo, crecimiento y
seguridad de las personas y sus instituciones. Nada ni nadie puede funcionar
correctamente careciendo de reglas.

Si
en una clase no existiesen reglas habría un gran caos, y los alumnos poco podrían
aprender. Si una ciudad careciera de leyes, no habría seguridad para vivir. De
la misma manera, una familia debiera poseer reglas, basadas en su propio sistema
de valores.

Si su hijo adolescente es responsable y criterioso para manejarse,
seguramente no necesitará mucho más que algunas pautas firmes y claras. Pero
si no es así, usted necesitará recrear todo un sistema de reglas y valores,
que además sean supervisadas en forma mucho mas severas.

No
bastaría con que usted le prohíba, por ejemplo, el uso de drogas, si luego le
permite a su hijo adolescente juntarse con amigos o compañeros que las usen.

Lo
ideal, sería que fije reglas preventivas muy claras respecto a con “QUIÉN”
le está permitido juntarse, “QUE” cosas pueda hacer, “DONDE” se le deja
ir y “CUANDO” puede ir y debe volver.

Si
además desea que su hijo obtenga muy buenas notas, deberá fijar reglas
concernientes al compromiso con la escuela, a la responsabilidad de terminar su
tarea, y a la constante comunicación con usted sobre su desempeño académico.
De esta forma, usted no solo controlará sino que también ayudará al
adolescente a maximizar sus oportunidades para el éxito.

Cuando
se logran crear y aplicar un buen número de reglas, no solo se ayuda al adolescente a prevenirse de muchos conflictos, sino que además usted
puede estar enterado de ellos en forma anticipada, lo que permite resolverlos
antes de que sean demasiado complejos.

Es
inevitable que existan conflictos con adolescentes rebeldes y desafiantes. Pero
si usted logra poner límites en las cosas más pequeñas y cotidianas, como el
cumplimiento de la tarea escolar, su forma correcta de vestir, los amigos que más
le convienen, sus horarios, los productos que consume, etc., habrá logrado la
mejor medida preventiva para evitar otros problemas mucho más grandes, como
embarazo adolescente, repitencias, grandes fracasos, soledad, etc. “Preste
atención a las pequeñas cosas y las grandes se evitaran por sí solas”.

Conformidad.

Una
vez que haya establecido un sistema de reglas, su cumplimiento dependerá en
gran medida de estos cuatro puntos.

1. Que las reglas sean transmitidas en forma firme y clara, para que sean
entendidas.

2. Que su cumplimiento sea constantemente supervisado.

3. Que se las haga cumplir constantemente

4. Que
las consecuencias de no hacerlo sean una traba para futuros beneficios.

Si
alguno de estos ítems no fuese cumplido, se convertiría en un gran escollo
para el cumplimiento de las reglas. Vamos por puntos.

1. Que las reglas sean transmitidas en forma firme y clara, para que sean
entendidas

Si
las reglas no se entienden claramente, se prestan para los malentendidos, las
confusiones y, por ende, las manipulaciones. Muchos de los padres actuales
piensan que su hijo adolescente ha entendido las reglas tal como ellos pensaban.

Por ejemplo, si le dice a su hijo que debe volver temprano a casa, el
significado de la palabra “temprano” puede tener drásticas diferencias
entre usted y él. Si le dice a su hijo que debe limpiar su cuarto, la idea de
un “cuarto limpio” también puede diferir mucho entre ustedes dos. Por esta
razón, las reglas necesitan ser muy especificas.

Ser claro y bien entendido es
una muy buena forma de evitar que su hijo se aproveche –voluntaria o
involuntariamente- de la confusión.

2. Que su cumplimiento sea constantemente supervisado

La
supervisión es un elemento fundamental para cualquier regla. ¿Se imagina, por
ejemplo, como sería el transito si nuestras calles no estuviesen supervisadas
por la policía? ¿Cómo serían los productos de un negocio si estos no
estuvieran supervisados en su producción y calidad?

Como
padres, debemos proporcionarle seguridad a nuestros hijos por medio de la
supervisión de su comportamiento. La “cantidad” de supervisiones dependerá
del tipo de hijo que se tenga. Algunos adolescentes no requieren mayores
controles.

A otros, se les debe estar siempre con un ojo encima. En todo caso hágale
saber a su hijo que usted estará siempre pendiente de su comportamiento.

Con
esto lograra dos cosas: primero, que no se sientan ofendidos cuando vean que
usted los está controlando, y segundo, que se auto-obliguen a cumplir las
reglas, sabiendo que sus malas acciones podrían ser descubiertas (de cualquier
forma, también es recomendable que no avasalle su intimidad).

La
supervisión se puede dar de muchas formas. Por ejemplo, y en relación con la
escuela, puede pedir a los directores informes semanales sobre la evolución
académica de su hijo. También puede pedir citas con los profesores para
conversar con ellos personalmente.

Con respecto a las salidas y la ingesta de
drogas, puede esperarlo en la madrugada, cuando vuelve de bailar, para comprobar
su estado general. El uso del auto se puede comprobar por medio del cuentakilómetros,
mientras que el lugar al que afirma dirigirse puede ser corroborado mediante el
pedido del teléfono, para mas tarde llamar a ese lugar.

3. Que se las haga cumplir constantemente

Uno
de los puntos que más les cuesta consumar a los padres es la severidad con sus
hijos adolescentes. Basta con que no se haga cumplir una sola regla como para
que cualquiera de ellas pueda ser también violada.

Si el adolescente piensa que
todo depende de su humor, estará ,as pendiente de eso que de comportarse con
criterio. Cuando como padres no damos el ejemplo mediante premios y castigos,
nuestros adolescentes pierden todo tipo de límites, alterando en el recorrido
la convivencia familiar.

Si
nuestros hijos incumplen una regla, debemos hacerles sentir las consecuencias,
por mucho que nos pese. Es muy común que los adolescentes desobedezcan reglas
intentando “medirnos” para ver nuestra respuesta.

De ahí que sea
fundamental una reacción correcta de forma temprana. Si se dejan pasar las
pequeñas cosas, tarde o temprano se complicaran las grandes, creando de esta
forma caos, confusión y resentimiento.

Muchos
padres suelen hacer cumplir las reglas “en determinadas ocasiones” o “de
vez en cuando”. Este comportamiento resulta muy ineficaz, ya que la clave es
la consistencia. Cumpla siempre con lo que prometió que haría. Una aplicación
esporádica no funciona. Solo los padres que hacen cumplir sus reglas
constantemente lograran que sus hijos respondan… constantemente.

4. Que
las consecuencias de no hacerlo sean una traba para futuros beneficios.

Las
consecuencias a imponer dependerán en gran medida de la violación a la regla
así como de la reacción del adolescente a los diversos tipos de sanciones.
Para algunos adolescentes, la máxima pena es la prohibición de salidas los sábados
por la noche, mientras que para otros ese castigo no tiene importancia.

La clave
está en dos puntos: primero, que
la sanción tenga una verdadera importancia para el adolescente, y segundo, que
la severidad de la pena tenga una estricta relación con la falta cometida.

La
experiencia demostró que cuanto más inmediatas son las sanciones, también son
más eficaces. Pero en algunos casos las faltas son tan graves que no alcanza
con exhibir una reacción instantánea. Para esos casos, lo ideal es una
combinación de penas inmediatas con otras que perduren durante varios días.

Las primeras son aquellas que tienen un objetivo definido y puntual, como una
prohibición de salida, el pedido de una tarea escolar extra, o algún tipo de
colaboración especifica en el hogar, como ordenar el galpón. En cambio, al
aplicar sanciones prolongadas se obliga al adolescente a modificar su rutina
diaria, perdiendo ciertos privilegios.

Estas pueden ser la quita del carné de
conducir, la prohibición de efectuar futuras vacaciones junto a sus amigos, un
proyecto de trabajo importante, como pintar la terraza, o la quita de la
mensualidad. Aunque no sea fácil implementar estas sanciones, pueden ser muy
buenas para prevenir futuros conflictos aún más importantes.

Consecuencias
disuasivas

Las
consecuencias que utilice deben ser lo suficientemente firmes como para disuadir
a sus hijos de volver a violar las normas. De otra forma, no solo serán
inefectivas, sino que además serán ignoradas.

Algunos adolescentes pueden
violar las reglas sin importarles las consecuencias. Otros, acostumbrados a
desafiarlas, podrán también desafiar los castigos. En ambos casos, los padres
deben solicitar ayuda a un profesional, para evaluar conjuntamente la solución
de los casos particulares.


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