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Esa clase de amor

Muy temprano, aquella mañana, un anciano llegó a la clínica. Necesitaba curarse una pequeña herida en la mano…

Mientras el doctor de turno lo atendía, notó que el hombre estaba muy inquieto, como con prisa. Así que le preguntó que era eso tan urgente que tenía que hacer a esas primeras horas del día.

Para su sorpresa, le dijo que tenía que ir, como todos los días,  a la residencia de ancianos para desayunar con su esposa que vivía allí. Le contó que ella llevaba algún tiempo en ese lugar porque tenía un Alzheimer muy avanzado.

El doctor pensó en lo cruel de esta enfermedad, que en forma progresiva hace perder la memoria a quien la padece. El sabía que eso hace sufrir mucho al resto de la familia. 

Mientras finalizaba de vendar la herida, le preguntó si ella se alarmaría en caso de que el llegara tarde esa mañana. No, contestó el hombre, ella no sabe ya quien soy yo.

Hace unos 5 años que no me reconoce. Entonces, le preguntó el médico extrañado, si ya no sabe quien es usted ¿por qué acude para estar con ella todas las mañanas? 

El anciano sonrió. Mientras le daba una palmada en la mano al doctor,  le confió: “Ella no sabe ya quien soy yo, pero yo sé muy bien quien es ella”.

El doctor tuvo que contener las lágrimas mientras salía de su asombro. Pensó en que esta pareja tenía esa clase de amor que trasciende lo físico e incluso lo romántico.

Esa clase de amor que acepta al otro tal como es. Que lo acepta por lo que ha sido, por lo que será, e incluso por lo que ya nunca podrá ser.

El médico pensó que esa clase de amor es la que hace falta hoy en día. Pensó que esa es la clase de amor con que todos deberíamos ser bendecidos en nuestro hogar.   

Hoy en día se vive rápidamente. La gente ya no quiere subir por la escalera de la vida, pretende hacerlo por un elevador.

Se cambia de automóvil, de casa, de muebles, incluso de ciudad y aún de país. Por ello los valores fundamentales, como esa clase de amor,  son los que nos darán la estabilidad emocional que tanto necesitamos. 

        LO NEGATIVO: Pensar egoístamente, que en el amor solamente existo yo.

        LO POSITIVO: Comprender que “hay  esa clase de amor”,  que estabiliza nuestras vidas. 

Por Emilio Santamaria

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