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Tomar hormonas en la menopausia: ¿Sí o no?

¡ No le pidamos a la hormona más de lo que la hormona puede dar!

Tema correspondiente el programa de En Plenitud

1. INTRODUCCIÓN:
“Toda mi vida fui un reloj”.
La mujer llega a la edad mediana de la vida adaptada a sus
menstruaciones
y en conocimiento de su femineidad.

2. SITUACIÓN:
La aparición de irregularidades, luego la ausencia menstrual, calores y
sofocos, la llenan de incertidumbre y angustia, que pueden ir en aumento, si se añaden
sentimientos de desamparo e indefensión. 
Ella se pregunta ¿QUÉ ME ESTÁ PASANDO?. Llora, se deprime o está irritable.

3. REPERCUSIONES:
La hija: “Estás agrandando las cosas”.
El marido: “Siempre exagerás”.
Va al médico, quien pide estudios: “Si Ud. está así ahora, qué le espera después”.
La amiga: “Esto recién empieza”.

¿SE VA LESIONANDO SU AUTOESTIMA? ¿MODIFICA SU SENTIMIENTO DE SÍ?
¿QUIÉN ES ELLA AHORA?


4. LA RESPUESTA MÉDICA:
Y allí empieza para la mujer una nueva historia en su relación con los médicos.
Medicalización de la
menopausia: posiciones extremas: Hormona sí. Hormona no.
(“Con esto va a andar bárbaro” ó “No estoy de acuerdo con cosas raras”).

La frase terapia hormonal de reemplazo aparece con fuerza en la vida de la mujer. 
Y una pregunta, por ahora sin respuesta: “¿Comienzo una terapia hormonal de reemplazo? Si no me gusta tomar ni una aspirina”.

5. REFLEXIÓN:
La mujer queda ¿en una trampa? entre:
· su “cimbronazo” biológico 
· sus vivencias psíquicas y 
· la Respuesta médica. 

6. CONCLUSION: 
La mujer lleva al ginecólogo su genital y al psicólogo su mente. 
Lo importante es: 
· ni desestimar lo corporal que a la mujer le sucede, 
· ni desestimar lo psíquico que es como ella vivencia su propia menopausia. 
· Ante la pregunta de si tomar hormonas o no, puedo decir que hay casos en que dicha indicación puede ser absolutamente
necesaria por razones médicas.
· Pero que hay otros casos en los cuales, la mujer está pidiendo ayuda PARA COMPRENDER
Y PODER PONER EN PALABRAS, la relación con el marido o mejorar su propia autoestima, que a su vez depende de fantasías. Y ESTO NO LO CURA LA HORMONA. 

¡NO LE PIDAMOS A LA HORMONA, MÁS DE LO QUE LA HORMONA PUEDA BRINDAR!.