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Límites y padres que crían solos a sus hijos: cómo mantener la armonía

Ser la única persona a cargo de la crianza de un hijo puede ser un inconveniente a la hora de poner límites, ya que no hay con quien compartir esta responsabilidad. Por eso, aquí te proponemos algunas efectivos consejos para obtener resultados concretos.

Todas las parejas de
padres tienen su propia metodología para infundir disciplina en sus hijos, la
cual van a aprendiendo juntos a medida que el mismos crece. Sin embargo, la
situación es mucho más dificultosa si llegara a acontecer una separación, una
viudez, o simplemente el padre decide adoptar a la criatura soltero, pues
comenzará en estos casos un extraordinario desafío que tendrá que ver con
disciplinar al hijo sólo por sí mismo.

 En efecto muchos padres
solteros (especialmente quienes son padres adoptivos), separados, viudos, o
aquellos que tienen hijos que por alguna otra razón no tienen contacto con su
otro padre, encuentran realmente muy dificultoso ser los únicos encargados de
promover la disciplina, lo que puede hacerlos sentir como verdaderos déspotas
hasta descubrir algunas técnicas efectivas para su nuevo rol.

 En este sentido, se debe
saber que las técnicas que más funciona, suelen ser generalmente el resultado de
mucho tanteo de prueba y error, lo que se traduce en enfatizar, negociar, dar,
recibir, y tener un mayor diálogo padre-hijo.


 
Los padres solteros cuyos
hijos pasan también un tiempo viviendo con el otro padre, pueden encontrar que,
a pesar de que los mismos mantengan un buen nivel de comunicación entre sí,
podría haber grandes discrepancias entre los métodos de disciplina utilizada por
cualquiera de los dos padres. 

Por eso, los padres de
este tipo de familias separadas, probablemente tendrán más dificultad para
aplicar la disciplina, debido al desequilibrio causado entre dos diferentes
conjuntos de reglas. Sin embargo, siempre es bueno tener un propio sistema de
disciplina, al margen de lo que suceda en otras casa, y estableciendo claramente
las diferencias entre los hogares.


 

Conociendo la diferencia entre castigo y límites

 Los términos “límites” y
“castigo”, se utilizan muchas veces como sinónimos, lo cual lleva equivocar el
diferente significado entre cada uno de ellos. De hecho, el castigo podría ser
tan sólo uno de los métodos que los padres pueden aplicar para inculcar límites
a sus hijos.

 Básicamente, límites significa: 

1. Enseñar mediante la
instrucción y la práctica, fundamentalmente para lograr un autocontrol por parte
del niño.

 2. Enseñar a obedecer las
reglas o aceptar la autoridad.

 3. Castigar sólo para
tener el control en la relación, o imponer la obediencia.

 4. Imponer orden a la
vida, como por ejemplo disciplina para los hábitos de estudio del niño.

 Básicamente, castigo significa:

 1. El acto de castigar.

 2. Una pena impuesta por
una transgresión de las normas (en este sentido, los especialistas piensan que
la severidad del castigo debe ser de acuerdo a la clase de obligación que se ha
violado). 

Así, podemos ver que el
castigo es simplemente un método por el cual un padre, tutor, o maestro, suelen
transmitir una disciplina a un niño, de manera que este aprenda a comportarse
apropiadamente por sí mismo, con autonomía y autocontrol.

 Otras medidas
disciplinarias efectivas en la instrucción de los niños, además del castigo, son
las recompensas, los premios, la consistencia, el ponerlos de ejemplo, y el
elogio. Pero esto, nos puede llevar a otra duda…


 Eligiendo la opción más eficaz: ¿Recompensas o Castigos?

 Algunos padres piensan
que un sistema de recompensas es muy efectivo para generar y alentar una buena
conducta. Otros, en tanto, rechazan estos premios para sus hijos por considerar
que el chico debe actuar como se supone que debe actuar, sin esperar nada a
cambio, y en su lugar creen que, en todo caso, deberían ser castigados por una
conducta inaceptable.  

En realidad, no existe
ninguna fórmula mágica ni ciento por ciento eficaz. De hecho, los castigos y las
recompensas pueden funcionar o fallar, dependiendo de la situación y el
contexto, el temperamento del niño, la relación del mismo con el padre, y el
grado de consistencia que tenga este último para aplicar los métodos de
disciplina.

 Enseñar a un chico a
querer hacer lo que se supondría que efectivamente debería hacer, puede ser
logrado de manera rápida y directa si simplemente se sigue una progresión
natural, y se utilizan los elementos más apropiados de instrucción disciplinaria
para cada situación. Para esto:

 Se debe ser claro en lo
que se espera, con órdenes y directas y sin ambigüedades. Por ejemplo: Es tiempo
de prepararse para ir a la cama. Apaga el televisor, cepíllate los dientes, y
apaga la luz del velador.


 
Si el niño responde
positivamente a sus órdenes, podría recompensarlo con el  reconocimiento y el
elogio, pero no con un gusto o premio, ya que lejos de incentivarlo, lo estará
haciendo actuar por una relación causa (la orden) efecto (la recompensa) y
cuando no la obtenga, no se manejará de la misma forma. Por ejemplo: Has hecho
un gran trabajo preparándote solo para la cama. ¡Eso demuestra que ya eres más
adulto! Las “recompensas” cariñosas tales como los abrazos y los besos,
aumentarán el amor propio de su niño y lo motivarán y alentarán para querer
triunfar y complacerlo a usted y a él mismo.

 Si su hijo o ignora o
rechaza sus pedido, entonces será tiempo de realizar una advertencia de forma
clara e inmediata. Por ejemplo: Te voy a decir sólo una vez que es tiempo de
prepararse para la cama.


 
Si la advertencia no ha
sido tomada en cuenta, entonces se deberá relacionar rápidamente su instrucción
con un castigo apropiado. Por ejemplo: No habrá postre durante la cena si en el
día anterior no te preparas para ir a la cama cuando yo te lo pida. Por su
puesto, por más dolor que le causen, será esencial que cumpla estas amenazas:
sólo así le estará haciendo un bien a la educación de su hijo.  

Cuándo un chico aprende
que usted sabe muy bien lo que dice, comenzará a entender que lo mejor, tanto
para él como para sus padres, es complacer sus instrucciones, y lo peor, es no
hacer caso de las mismas.

Seguramente, tener su
aprobación y una respuesta amorosa y pacífica llegará a ser toda la recompensa
que su hijo esté esperando, y evitar acciones que lo lleven a tener castigos
efectivos de su parte será otro de sus anhelos. Esa será la disciplina en la que
todos ganarán.