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(CUÉNTANOS)

DIÁLOGOS AL ATARDECER


– Te encuentro especialmente triste esta tarde. ¿Puedo asomar a tu interior?


– No es sólo aflicción lo que me angustia. Es difícil abrir una ventana a los
demás cuando te asaltan las dudas, cuando la vida cae sobre ti con todo su
rigor, cuando las salidas se te cierran.


– ¿Qué es lo que te apena? ¿Hay algo tan importante que pueda impedir que la
vida transcurra apaciblemente?


– Es el futuro incierto, es la inseguridad misma, es la enfermedad que me
agobia.


– El futuro no existe, todavía no ha llegado. El pasado ya no está, ya se fue.
Es el ahora lo que cuenta. Es el aire que entra y da vigor. Es la luz que incide
en el cristalino e impregna tu retina. Es el aliento que te impulsa a seguir.


– No siento el aire, no distingo la luz, el aliento es ajeno a mí.


– Todo está ahí contigo. Sólo hay que dejarse llevar. Invierte tu mente.
Simplifica el significado. La vida está llena de cosas pequeñas que hay que
disfrutar. La enfermedad es solamente una circunstancia. Tú, eres lo realmente 
importante. Tú y el que se encuentra a tu lado. La palabra, el gesto, la sonrisa
que va dirigida a ti es mucho más trascendental. Tu palabra, tu sonrisa cayendo
sobre los demás es más grande que esa dichosa enfermedad. Los gritos de los
niños en el parque. El perro que juega con su amo. El viento que acaricia tu
piel. El sol que lame tu cuerpo. Los árboles que se mecen delante de ti. El
jardinero mimando las petunias. Las abejas libando el néctar de la flor. La
sirena que se oye a lo lejos. La mirada puesta en la montaña. El olor de las
rosas cercanas. El tacto suave del banco sobre el que estás sentado. Todo está
ahí, a tu lado. Te está incitando a vivir. A no pensar en lo que pudo haber sido
y no fue. Lo que podría ser no es real, es algo imaginario. Aprende a amar a la
enfermedad también. Es parte de ti. Acéptala como una compañera de viaje. Como
algo consustancial a tu personalidad.  ¡Cuida de ti, la vida es tan frágil!
Parece pender de un hilo muy fino que en cualquier momento puede fallar. Pero
eso no está en nuestra mano. La sonrisa, la palabra, la amistad, el
compañerismo, la calidez, el gesto amable… eso sí que está en nuestras manos.
Eso es más grande que la enfermedad