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Síntomas de la depresión

La depresión puede manifestarse de diversas e inéditas formas: entre ellas:

La depresión y sus manifestaciones 

En muchos casos lleva la delantera la baja autoestima de la persona que la aqueja, la distimia, anhedonia, tristeza acompañado de la pérdida del apetito, trastorno del sueño, la permanente negatividad y cargado de una llamativa desafectividad.  

Aceptamos que cada individuo tiene un límite propio para soportar fuertes tensiones y que más allá de ese límite es probable que aparezcan manifestaciones psiquiátricas y/o psíquicas. 

Detrás de cada depresión podemos encontrar causas ambientales, fuertes tensiones, componentes psicosociales, etc. Lo extraordinario pero no sorprendente es que cada uno reacciona de diferente manera e intensidad.  

Algunos, se deprimen al perder su trabajo, otros reaccionan con ansiedad, con agresividad, incrementando el consumo de fármacos, alcohol o con calma. La propia reacción depresiva es unas veces intensa y otras superficiales. 

Podemos hablar de la manifestación de una regresión a etapas infantiles en las que hubo problemas que no fueron solucionados; una reacción ante la pérdida de un ser amado; la claudicación ante acontecimientos que siente, o es realmente, incapaz de superar; la expresión de una carencia en el metabolismo de los neurotransmisores aminérgicos; una reacción natural donde se ha visto expuesto durante mucho tiempo a una tensión social  y se  podría seguir transcribiendo otras muchas respuestas… 

Lo importante sería poder responderle al paciente que en la gran mayoría as depresiones tienen curación, que habitualmente el tiempo de respuesta positiva al tratamiento es de cuatro a seis semanas (aproximadamente); que las recaídas son frecuentes y por eso mismo es preciso adoptar las medidas necesarias para evitarlas y que en la mayoría de los casos la recuperación de las funciones fisicopsíquicas y sociolaborales es total.  

Dentro de los factores que se consideran importantes como desencadenadores de una depresión encontramos:

  • la muerte de un cónyuge,

  • el divorcio,

  • la separación,

  • ir a prisión,

  • la muerte de un paciente cercano,

  • la enfermedad personal grave,

  • crisis en el matrimonio,

  • la pérdida del empleo,

  • una posible reconciliación con la pareja,

  • la jubilación,

  • enfermedad de un pariente,

  • embarazo,

  • problemas sexuales,

  • integración en una nueva familia,

  • la readaptación a algún negocio

  • la muerte de un amigo íntimo,

  • cambios en el trabajo,

  • contraer una hipoteca elevada,

  • el cambio de responsabilidad en su trabajo,

  • la ida de una hijo de la casa paterna,

  • problemas con la familia política,

  • el inicio o la finalización de escolaridad de los hijos,

  • cambio de nivel de vida,

  • malas relaciones con un superior,

  • cambio en el horario del trabajo,

  • cambio de casa,

  • cambio de colegio de los hijos,

  • cambio en las actividades recreativas,

  • cambio de práctica religiosa,

  • cambio en el hábito del dormir,

  • cambio en los hábitos alimentarios,

  • vacaciones,

  • Navidad,

  • pequeñas violaciones de la ley, etc.

Y desde el punto de vista médico podemos hablar de enfermedades del sistema endocrino (hipo e hipertiroidismo, etc.) del sistema metabólica, tumores, enfermedades neurológicas (esclerosis múltiple, Parkinson, etc.) enfermedades psiquiátricas (ansiedad fóbica, generalizada, TOC, histeria, esquizofrenia, etc.). 

Como terapéutica podemos implementar el prestar apoyo al paciente, evitar su aislamiento, incrementar su autoestima, tenerle paciencia ya que no es que no quiera hacer las cosas sino es que no puede hacerlas.  

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