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Violencia escolar y problemas de atención

chikorita
Una profunda reflexión sobre ciertas interacciones que se dan entre la escuela, la familia y los niños que no cumplen con determinadas expectativas académicas o de disciplina escolar y que son generadoras de violencia.

Desde
hace un tiempo que nos preocupan comentarios que hacen los docentes y que nos
transmiten las familias o los alumnos. Estos comentarios llegan en el cuaderno de
clase y/ o de comunicaciones en algunas situaciones y en otras son escritos en
el boletín de clasificaciones o comentados a los niños o a sus padres.
Entre esos comentarios
elegimos los siguientes: 

  • Trabajas
    bien, pero puedes mucho mas

  • Cuando querés tus trabajos son excelentes pero te falta continuidad.

  • Mira
    todo el tiempo por la ventana

  • Eres
    capaz, pero no haces esfuerzos

  • Debes
    practicar, puedes hacerlo

  • Debe
    mejorar su conducta

  • Figuran”
    Incompletos” en el cuaderno de clases todos los días

  • Debes
    trabajar mas y hablar menos

  • Esmérate
    un poco mas

  • Prestá
    más atención


A Pedro su maestra luego de varias llamadas de atención le rompió las
figuritas que eran su colección mas preciada.


A Juan el maestro de música le rompió un avioncito de papel, porque no le hizo
caso

“adelante”
cuando un día trabajó mejor suponiendo que el trabajar peor o mejor depende solamente de la voluntad.


Suspensión bajo la consigan de “reflexionar” en un niño de 6 años que no
puede quedarse quieto.


Un niño llega a su casa con un rasguño de su maestra que quiso frenarlo y sin
querer lo lastimó. La herida se infecta y debe concurrir a la escuela con esa
zona vendada.


En vez de trabajar mira con su amiga por la ventana y es obligada a salir del aula

Un niño de 6 años se autoevalúa y en su letra de imprenta recién
lograda coloca: “Debo esforzarme por prestar mas atención.”

Relatos de los niños que nos cuentan que en los recreos están dentro
del aula y en el tiempo de clase
están afuera.

Pedidos de cambio de escuela y negación de la matriculación en los
meses de noviembre o marzo

Estos
relatos son historias de vida de niños que tienen entre 6 a 11 años de edad y
tuvieron lugar entre 1996 y la actualidad. Los protagonistas tienen cociente intelectual en los
límites de lo esperable para cursar en una escuela común aunque presentan
problemas de rendimiento y o
disciplina escolar.

Los
niños con los que trabajamos, y de los que obtuvimos esta información presentan trastornos de atención crónicos o temporales.

En
una encuesta que realizamos en 1999 a 12 maestros que tenían a su cargo un
universo de 554 alumnos, los alumnos que según ellos presentaban distractibilidad eran el 30%.

Los
niños que padecen distractibilidad presentan dificultades en el manejo de la
atención voluntaria que es la capacidad de mantener el foco atencional cuando
la tarea es rutinaria y/o aburrida, ya que no pueden hacer el esfuerzo por
inhibir los impulsos por atender a los elementos que los distraen.

Con
lo que muchos niños, que no padecen ADHD, también se distraen.

Esto
tendría sus causas en el aburrimiento, la mala planificación, no respetar los
intereses de los alumnos, etc. Estas ultimas situaciones generan
violencia, por la falta de respeto hacia las necesidades de los niños.

Cuando
un niño recibe a diario el tipo de comentarios antes citados debemos suponer
que hay un maestro nervioso o al menos desesperanzado, sin la capacitación o la supervisión necesaria, y
que esto está acompañado de estrés familiar y que como respuesta a altos
niveles de tensión son esperables conductas que conllevan a situaciones de
violencia. Violencia, también
experimentada por el maestro al no tener con quien compartir y supervisar lo que
pasa en su tarea cotidiana, donde debe cumplir múltiples funciones

Estas
interacciones agresivas se dan en las duplas: maestro – niño, progenitores entre si y con el niño y padres – escuela o sea entre todos los
integrantes de los sistemas escolar y familiar.

La
familia avalando a los educadores intenta modificar la situación imponiendo castigos, haciendo comentarios sarcásticos o burlones, etc. ya que en general lo
que hacen los padres en un
principio, es apoyar las medidas escolares.

Comentarios
del tipo: Sos un vago; no puede ser que no entiendas si ayer lo trabajamos; de
nuevo incompleto; ¿cómo puede ser que conmigo lo sabías y ahora te sacaste
uno en la prueba? ,como te fue mal no vas a ver a tus amigos, son los que recibe
el niño en casa, repitiendo el discurso escolar.

En
otras ocasiones la familia se enoja con la escuela, culpándola del fracaso de
su hijo, actitud que también genera violencia, porque se desautoriza a la
institución y el niño queda entrampado en las diferencias entre los mayores
que deberían ocuparse de él y no preocuparlo, por esta causa también aparece
la distractibilidad.

Incluso
los profesionales de la salud intervienen algunas veces dubitativamente a los fines de no enojar a la institución
escolar en la cual el niño pasa muchas horas.

Es
muy difícil delinear la frontera entre una conducta correctiva, una penitencia
y el maltrato emocional.

Los
padres comienzan una escalada de reproches con la sospecha de que están ante un
niño vago, maleducado, o sin intereses. Esto hace crecer el enojo entre todos
los componentes del sistema y padres –hijos y educadores se tornan víctimas y victimarios de las relaciones que
ellos mismos fomentan. Sufriendo y haciendo sufrir en una espiral, que no cede y
que aumenta la violencia, ya sea verbal, física o emocional.

Lo
recién descrito entra en la
categoría de maltrato infantil.

Maltrato
porque es un acto violento que daña psíquicamente y porque esta acompañado de
sentimientos de coacción y de peligro según el Dr.Perrone.

Continuará

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