El Ser Humano es un Todo inseparable – conformado por su personalidad, sus tendencias genéticas, su pasado cultural y muchos componentes más -, donde la sexualidad no puede quedar afuera.
Por lo tanto, su evolución no puede darse separadamente. No podemos hablar de evolución espiritual, sin hablar de evolución sexual. Es más, ambas deben caminar juntas e interactuar. Si la sexualidad es parte del cosmos, no es correcto hablar de unión con la energía cósmica, sin incluirla.
Sexualidad instintiva y sexualidad trascendente
El Veda dice "Que yo sea muchos" o "Que yo sea el otro", expresando el deseo natural de Unión. Este, es entendido hoy, como instinto impulsivo que lleva a querer poseer el cuerpo de otra persona, a penetrar o a ser penetrada, para sentir placer.
Pero, la sexualidad instintiva, se vive como aquella que busca obtener sólo "un gran placer físico", de forma rápida y por breves instantes.
De este modo el ser humano no llega a vivir en toda su plenitud, lo que la sexualidad es en realidad, una parte fundamental y una de las vías trascendentes del ser humano, el mayor compromiso y el máximo conocimiento.
Gracias a ella nacemos, sólo a través de ella, es posible unirnos a nuestros complementarios y es gracias a ella que podemos demostrar que amamos.
La sexualidad no es, por lo tanto, un acto instintivo y rápido, para la obtención de placer físico, sino, la vía suprema para conocer lo trascendente a nosotros, durante la vida física.
Es el don que posee el Ser Humano para Estar Unido en otra dimensión, que trasciende lo temporal y lo físico.
Viviendo sólo una unión instintiva e impulsiva, siempre nos sentiremos separados, solos. Pues, para el Tantra, el placer físico es sólo el vehículo para una Unión, usualmente desconocida en nuestra cultura.
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