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Diez puntos imprescindibles para manejarse con las tarjetas de crédito

Las tarjetas de crédito, utilizadas sabiamente, pueden hacer nuestra vida más fácil. Nos dan la seguridad de que no extraviaremos el dinero, de que no podrán robárnoslos, y nos ayudan a salir del apuro cuando no poseemos efectivo. Sin embargo, esas facilidades tienen una contracara: el gasto fácil.

Al
poseer una tarjeta, uno pierde el limite de los gastos, ya que gastar resulta
demasiado fácil y uno no ve el dinero que “sale” de su billetera.

A veces,
a pesar de nuestros mejores esfuerzos, acumulamos deudas impagables, y vivimos
pagando intereses. Y eso es lo que lleva a que, diariamente, los bancos le
quiten el beneficio de la tarjeta a miles de usuarios, que en el futuro muy
posiblemente añorarán los tiempos de “crédito” fácil.

Cuando
se adquiere una gran cantidad de deuda, también se tiene un desafío, el de
quebrar el circulo vicioso y exponencial de los intereses (a mas deuda, mas
intereses.

A mas intereses, mas deuda, y así). Si usted está pagando más de 6
por ciento de sus ingresos mensuales en su tarjeta de crédito, muy
probablemente termine como los usuarios de los que antes se habló.

Las
estadísticas señalan que la mayoría de las personas que incrementaron sus
deudas por mas de tres meses, no pudieron revertir la tendencia. Por lo tanto,
en ciertos momentos es necesario tomar medidas drásticas, por ridículas, extrañas
o incoherentes que parezcan.

Para
aquellos que estén en riesgo de perder su tarjeta, o para quienes quieren
evitarlo desde un principio, aquí van algunas sugerencias.

1.
Lo primero que debe saber, es que cuando abona el “cargo mínimo”, está
ingresando a una deuda que no se frenará en su incremento. Si no posee dinero
para pagar la carga total, esta será su única opción, pero si lo posee, no
crea que “está siendo cauto” al no pagar el monto total.

Las compañías de
crédito fijan un “cargo mínimo” mínimo (valga la redundancia), ya que les
conviene financiar el resto, con tasas de interés exorbitantes que no bajan del
27 por ciento anual.

2.
Examine el resumen de su tarjeta de crédito, para saber detalladamente que
tipo
de interés
está pagando. Si averigua un banco que le ofrezca tasas de interés
menor, cambie de tarjeta. Irónicamente, cuanto más alto sea el “cargo mínimo”
que le imponen, mejores tarifas estará pagando.

Además, no se deje seducir por
un par de entradas para un concierto o un partido de fútbol: muchas veces las
tarjetas que regalan esto… ¡se lo cobran en intereses!

3.
Si posee una caja de ahorros, dele un mayor uso a su tarjeta de debito. Utilícela,
antes que sus tarjetas de crédito, en todos los comercios en las que se las
acepten. Con estas últimas, siempre está pagando un recargo, por mínimo que
sea.

4.
Todo aquel que contrata una tarjeta de crédito, está, aunque sea sin saberlo,
contratando un Seguro de Vida. Esto es así por que las compañías deben
protegerse en caso de que un deudor fallezca. Pero si usted tiene un Seguro de
Vida Total, (tomado por su empleador o por usted mismo) puede presentar estos
certificados para que en la tarjeta le den de baja el seguro que le contrataron,
que debe pagar mensualmente.

5.
Poner como garantía una escritura de su casa es un tanto arriesgado (salvo que
esté como “bien de familia”, en cuyo caso difícilmente se la aceptarán).

Si para usted es fundamental poseer la tarjeta, y utiliza este aval, fíjese
metas de gastos máximos, en consideración con su ganancia. Si desde un
principio no puede cumplirlas, no lo piense mas: dele de baja.

6.
Para pagar los montos de los intereses de su tarjeta, es bueno tomar dinero
de cualquier fondo que posea. Aún si tiene acciones, bonos o plazos fijos
con muy buena rentabilidad, esta muy difícilmente podrá superar al 27 por
ciento anual que le cobran las tarjetas.

7.
Si su tarjeta fue solicitada para financiar una cuestión especifica de negocios
(como únicamente para los gastos de reparación de su taxi, o únicamente
para la compra de telas para sus confecciones, etc.) NUNCA la lleve en la
billetera, y guárdela lo mas lejos posible de su alcance (un armario alto, una
cajita con candado, etc.). No solo evitará la tentación de utilizarla, sino
que además no la sentirá como propia

8.
Evite las extensiones. Todo lo que parezca fácil como “lo pago con la
tarjeta, así no tengo que buscar el efectivo” o “le doy una extensión a mi
hijo o esposo/a, así no tengo que ir a comprar con ellos”, termina convirtiéndose
en más difícil. Cuando se pierde el control de la utilización de la tarjeta,
se pierde el control de su pago.

9.
En el momento en que se encuentre sin posibilidad de afrontar el pago mínimo,
solicite una reunión con algún gerente del banco. Sea franco, honesto y
humilde. Explíqueles que usted desea pagar y no perder su tarjeta con una deuda
que se mantendrá impaga (lo cual es, además, una amenaza sutil).

Pida que
revean su deuda, y que se la ajusten de acuerdo a los montos a los que puede
hacer frente. Tal vez le reduzcan la tasa de interés, o amplíen el plazo de
pago. Si le cuesta enfrentarse a esta situación, puede requerir la ayuda de una
organización de consumidores.

10.
El punto anterior es la ultima opción antes de declararse en “cesación de
pagos”. Generalmente, los bancos suelen arribar a acuerdos, ya que en caso
contrario perderán la posibilidad de cobrar por lo menos parte de sus deudas.

Sin este intento, se arriesga a una Quiebra, lo cual, además de arruinar sus
antecedentes de registros financieros
(Veraz, Decidir, etc.) para realizar operaciones comerciales durante 10 años,
le afectará emocionalmente, convirtiéndose en un estigma bastante molesto.
Además, la quiebra significa un costo adicional, debiendo pagar honorarios de
abogados y otras cargas judiciales.