¿Cómo?

Avisando con anticipación la decisión tomada y capacitando al posible sucesor.

Siempre
es bueno dejar las puertas abiertas, no cerrarlas del todo. Cuando a uno le
ofrecen una mejor oferta laboral, ya sea económica o para ganar más
experiencia, va a costar tomar la decisión de renunciar al antiguo trabajo,
sobre todo si uno pasó muchos años allí. Pero para que esto no sea doloroso hay
que tratar de que se haga de la mejor manera posible.

Lo
primero que hay que hacer es hablar con el jefe, explicarle las causas de la
decisión tomada. Y siempre con bastante tiempo de anticipación, si no se cuenta
con ese espacio por lo menos se debe estar dispuesto a colaborar fuera del
horario de trabajo o a despejar dudas por teléfono o por email.

Muchas
veces el propio jefe puede aconsejarnos sobre el nuevo empleo, sobre todo si
todavía tenemos dudas, o aumentarnos el sueldo en caso de que la decisión sea
sola económica.

Si se
tiene tiempo disponible entonces se podrá ayudar a la empresa a capacitar a la
nueva persona que tome nuestro cargo. Siempre hay que dejar todo ordenado y
claro, de manera que el que tome el puesto pueda resolver los problemas
fácilmente.

Lo que se recomienda en estos casos es
avisar un mes antes de dejar el trabajo. Y para eso es bueno tener una
conversación con el jefe para ser lo más claro posible. De esta manera se
consigue una mejor relación y que las puertas de la empresa estén siempre
abiertas.

También
es muy importante formar al reemplazo. Esto es, explicarle el trabajo diario en
detalle, los contactos dentro de la empresa, a quién recurrir en casos
extremos, y por sobre todo ofrecer el teléfono particular para disipar
cualquier duda que tenga.

Tampoco
es bueno amenazar con irse para lograr una. Esto cae mal en todas las empresas,
por eso si su decisión es dejar el trabajo nunca diga lo que va a ganar en el
nuevo.

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