GenealogíaGenealogía: dónde buscar

Las viejas cartas nos hablan

La clave que necesita en la búsqueda de sus ancestros pueden encontrarse en esas viejas cartas del desván. Le contamos lo que debe tener en cuenta para que develen sus secretos

Esas
viejas cartas  encontradas en un baúl
del desván, en el fondo de un antiguo ropero, o entre las hojas de un libro que
hace ya tiempo nadie lee, pueden decirle mucho sobre la vida de sus familia, sus
raíces y porque algunas cosas de hoy son como son… y también aportarle los
datos que hace tiempo busca para poder localizar a sus ancestros, saber dónde
nacieron, y hasta encontrar esa partida de nacimiento que tanta falta le hace
para tramitar su ciudadanía de otro país.

Por
ello, le acercamos algunos consejos para poder aprovecharlas al máximo:

Dieta cetogénica customizada

1-
Transcribirlas:

Viejo papel, vieja tinta, una caligrafía que no siempre es comprensible en el
primer intento. Mejor, tómese un tiempo para transcribir la carta, pues eso le
facilitará su investigación, y le servirá como “backup” para el caso de
que algo le ocurra a ese tesoro tan frágil.

2-
Traducirlas:

Si la carta está escrita en un idioma que usted no domina, lo mejor es pedir a
alguien que la traduzca. Puede ser un familiar que hable el idioma (o el
dialecto), o bien un profesional (no descarte esta opción de entrada, si lo que
busca es importante y la respuesta puede encontrarse en esa carta, puede llegar
a ser dinero muy bien gastado).

3- Fidelidad: Al transcribir la carta,
hágalo al pie de la letra, palabra por palabra y manteniendo exactamente la
misma puntuación y ortografía (¡no corrija!).

4- El sobre: Tome nota de a quien fue
dirigido, la manera en que fue dirigido, todos los datos que figuren como
remitente, las fechas y todos los otros datos (como la localidad) que puedan
encontrarse en el matasellos).

5-
No todos los tíos son tíos:

Tenga cuidado con saludos, o referencias, del estilo de “Querido tío”, o
“el primo Juan”.
Los vínculos familiares son (aún en la actualidad) citados de manera poco
precisa: ¿usted conoce mucha gente que llame “la tía abuela Matilde” a la
hermana de su abuela, o que diga “hola primo segundo Felipe”?
Más aún. Recuerde que sus antepasados son de la época de la preponderancia de
la familia extendida, y de la existencia de fuertes lazos entre vecinos y
amigos.
Si hoy en día es frecuente en muchas regiones que los niños llamen “tíos”
a los amigos de los padres, mucho más lo era décadas (o siglos) atrás.

6- Sr. y Jr.: Si sus antepasados
vivieron en los Estados Unidos, tenga en cuenta que Sr. (Senior) y Jr. (Junior)
no siempre significan que se trate de padre e hijo. Muchas veces, se usaban para
diferenciar entre personas del mismo nombre, que pueden tener cualquier vínculo
de parentesco entre sí, o incluso ser homónimos no relacionados.
Además, recuerde que se trata de una escala en que se puede “ascender”:
cuando John Sr. moría, John Jr. pasaba a ser John Sr., y su hijo John III
pasaba a ser John Jr.

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