El
envase dice claramente que el producto es de “venta bajo receta”, mientras
que todos los médicos coinciden en afirmar que el consumo de esta droga, sin
previa supervisión médica, podría llevar incluso a la muerte.
Sin
embargo, basta recorrer las farmacias para darse cuenta que actualmente el
sildenafil (Viagra es un nombre comercial) se comercializa casi como un
medicamento de venta libre, al igual que si fuera una aspirina o un simple
caramelo, destinado al placer momentáneo.
Razones
de un fenómeno
Según
los especialistas, es muy poco lo que hacen los responsables, tanto del ámbito
público como privado, para que la situación sea diferente a la actual.
Sucede
que, por un lado, las autoridades sanitarias públicas no les requieren a las
farmacias la presentación de las recetas que autorizan la venta de este
medicamento, y por el otro, las compañías farmacéuticas que se encargan de la
comercialización de esta droga, no dan ningún tipo de información sobre los
riesgos en sus campañas publicitarias, y son muy poco claras en advertir estos
potenciales problemas en los prospectos que acompañan a los envases.
Por
caso, el extenso prospecto elaborado por la compañía descubridora del
Sildenafil, la farmacéutica Pfizer, señala que “Sildenafil es un producto
farmacéutico que debe ser administrado bajo prescripción médica (…) Existe
cierto grado de riesgo cardiovascular asociado con la actividad sexual; por lo
tanto deberá consultar a su médico sobre su estado cardiovascular antes de
iniciar el tratamiento para la disfunción eréctil”. Sin embargo, el tamaño
de la letra que contiene estas afirmaciones, es, sencillamente, diminuto.
En
efecto, según afirman los urólogos, sexólogos, y todo tipo de profesionales
de la salud, las personas que padecen enfermedades cardíacas y son tratados con
nitritos o nitratos tienen totalmente contraindicado el uso de Viagra, ya que la
combinación de estas primeras drogas con el sildenafil, podría llegar incluso
a ser fatal y a producir la muerte del paciente.
Por
eso, el Viagra jamás debe ser utilizado con fines recreativos, ni como un
“juguete” más, sino como otro tipo de medicamento que, como cualquier otra
droga, sólo debe ser prescrita por un médico de confianza.