El 14 de julio por la mañana, cargados de varios bolsos tomamos el taxi. Iba mirando por la ventanilla y cada persona que veía era testimonio de un parto; eso me alentaba: todos nacemos alguna vez...

Enorme y desnuda me cubrieron con una manta y fui observando los vidrios pintados del cielorraso del sanatorio. En el quirófano estaba mi médico, el lugar era viejo y muy iluminado.

Semidormida escuché tu voz en un llanto musical y claro. "¿Esa es ella?"-pregunté, y dije:" Qué hermosa voz tiene."La enfermera te mostró. Eras tan chiquita, tenías los ojos cerrados, gorrito, campera y pantalones, todo rosado, que te daban un aspecto  de muñeca.

Hacía frío y lloviznaba, atrás quedaba toda mi vida. Fuiste tan ciclópea que borraste todo mi pasado. Debajo de la frazada y envuelta en una mantita rosada buscabas mi teta con fervor, y podías ser un osito, un gatito, un monito, igual de indefensa e instintiva en el modo de nacer con tu cordoncito  recién cortado como cabo de calabaza. Te vi la boca y los ojos de mi viejo, no sé si era así pero el querer es caprichoso.

Me fui de alta un día antes, con el paso dolorido y vacilante, ayudada por el bastón que en vida usó tu abuelo. Llevaba orgullosa un ramo de rosas, y a vos envuelta  con una frazada térmica y en brazos de abuela Chichí.

Al principio dormías o llorabas. Por tres semanas, las más difíciles para los tres, te faltó leche y no nos dábamos cuenta.

Éramos tres ( CUATRO CON EL GATO); HASTA ESE MOMENTO TENÍA UNA IDEA SUPERFICIAL, EPIDÉRMICA de ser mamá. A esta palabra la usaba para llamar o reclamar a mi envejecida madre.

Y ahora era tu mamá, con cientos de dudas y debilidades, tratando de vencer el cansancio, de arroparte, de mostrarte lo más bello en el mundo para justificar el traerte.

Disfruté viendo como jugabas con tu papi, Javier, tierno y bueno como había sido siempre pero acompañado de su hija. Fuiste creciendo. Ahora tenés casi cinco meses. Es un comienzo. Es tu historia.

Estás aprendiendo a tocar, y sujetas todo con tus manitos regordetas. Podés estar horas moviendo y jugando con tus piececitos, y reís cuando escuchás trinar a los pájaros , al oír canciones que llevan siglos girando.

Es el principio y la vida te llevará por todos los estados, y el mundo abrirá su inmensa geografía ante tus ojos.

Amar es poder, aún cuando no lo sabemos.

Del dolor, la locura, el conflicto, el amar nos rescata y nos hace humanos. Lujancita; ¡Dios te dé  una larga vida! , y tal vez mañana entre tus brazos tengas un niño recién nacido con su cordoncito recién cortado como cabo de calabaza y yo pueda verlo.

Por Adriana Castellá Gamboa

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