Suele ocurrir que, cuando ha transcurrido un tiempo y no has encontrado empleo, aparece una reacción de desánimo. Tus esfuerzos no dan fruto.

Este sentimiento es la causa de que disminuyan tus expectativas de encontrar trabajo; por consiguiente bajarás la guardia y reducirás la búsqueda. O dedicarás menos esfuerzos. O estarás menos confiado. 

Observa que es un proceso circular en el que tienes que actuar para no seguir alimentando esa sensación de inseguridad.

Para evitar esto y mantener un adecuado nivel de organización y planificación en la búsqueda de empleo, tu mejor arma es revisar los pasos y corregir los errores.

Por eso es aconsejable recordar y hacer un repaso del

proyecto profesional, de saber si en verdad uno tiene las ideas claras o se está buscando a ciegas, de conocer bien cuáles son tus intereses, de saber cuáles son los puntos débiles en tu formación, de reconocer si te falta experiencia, y de revisar si se han cumplido los plazos que te has marcado.

Paralelamente se deben comprobar las fuentes de información, pero además es conveniente utilizar diversos canales para la búsqueda. También es muy importante, casi fundamental, dedicar suficiente tiempo a la búsqueda.

No olvidar nunca repasar cada elemento del proceso de selección: si respondes adecuadamente a las ofertas, elaboras bien las cartas de presentación y el currículum, haces los envíos a los sitios adecuados, te desenvuelves bien en las pruebas psicotécnicas o en la entrevista. 

Y fundamentalmente dejar de lado en lo posible los decaimientos anímicos producidos por los vaivenes en las búsquedas laborales, pues la base del progreso son las ganas, ineludiblemente.

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