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La bruja de Strattford upon Avon

“El amor propio, señor, no es un pecado tan vil como el de abandonarse” William Shakespeare

Hace algún tiempo, en este milenio, pasé por aquel pequeño pueblo donde una vez fui la bruja.
Fue cerca del año 1650, cuando ese borrachín pedante de William escribía historias de príncipes, reyes, muertes, padres, peleas, incestos, crímenes y padrastros.

Igual que el doctor Freud en 1890 o 1900, cuando inventó el psicoanálisis, para poder explicar las historias de incestos, de celos, y envidias de los héroes y los dioses el Olimpo.
William y Sigmund narraban o interpretaban lo que los otros hacían, vivían y sentían.

¿Sabían ustedes que una bruja se reencarna, y siempre vuelve a ser bruja?.
Eso es lo que hace que una bruja sea generalmente un ser solitario, aunque solemos reunirnos para incrementar nuestras fuerzas.

Pero para los encantamientos y para nuestros momentos de concentración preferimos la intimidad de la soledad que nosotras creamos.
Una bruja es bruja, y lo será en todas sus vidas.

Yo fui bruja en ese pueblito inglés, con los patos y los cisnes que comían las sobras que arrojábamos desde el puente, y también fui bruja en Europa, en Austria, cuando vivía el doctor Freud. 
Ahora también lo soy, y también soy un doctor, un psicoanalista. Pero hoy no tengo ganas de escuchar.

La gente cree que las brujas pueden todo. Entonces ¿por qué creen que tenemos verrugas y somos feas?.
¿Quién mejor que nosotras para cambiar nuestro aspecto?.

William me perseguía para que le dijera como terminar sus relatos. ¡Era tan ingenuo!. Las historias tienen siempre un desenlace, en el momento mismo en que
empiezan.
William era buen mozo, pero sucio. Tenia olor a vino rancio, pan agrio, queso, cebolla, ajo y orín.

El doctor en cambio era ordenado, pulcro, irascible, irritable, tiránico, observador y engreído. El creía que yo era la mucama. Olía a tabaco, tinta, almidón, y siempre estaba escribiendo o recibiendo algún amigo. A veces atendía un paciente. Eran siempre los mismos, que venían, se iban y volvían.

¿Y yo? ¿Cómo soy yo?
Mejor les cuento lo que sé, les enseño lo que aprendí, para que quien quiera intente comprender, aprender, ya que una bruja se reencarna siempre bruja, pero un humano también puede interesarse y hasta intentar practicar.

¿Quién sabe?, quizás conocer y comprender cosas sorprendentes, como que el motivo real por el cual las brujas fueron perseguidas era que el poder detentado
por un orden femenino en una sociedad de régimen netamente patriarcal, como el de la edad media, era temible, por lo tanto inadmisible, por lo tanto, al igual que en la actualidad, digno de ser destruido.