¿Sabes de qué estamos hablando? De ese Mickey Mouse que te tatuaste a los 20 en tu pecho, y que ahora, a los 55, está sentado sobre tu regazo.

Posiblemente, esto mantenga alguna relación con el hecho de que sólo la mitad de las personas que se hacen tatuajes deciden convivir con ellos por el resto de sus vidas. 

Dieta cetogénica customizada

Desde luego, se supone que los tatuajes son permanentes, es decir, que no están hechos para ser removidos. En consecuencia, no son fáciles de remover.

No obstante, existen varios métodos para borrarlos, y todos requieren de la intervención de un especialista médico. No existe magia a la hora de hacer que los tatuajes desaparezcan.

Cada procedimiento tiene su tiempo, suelen ser costosos, e incluso pueden dejar alguna marca o cicatriz sobre la piel. 

La remoción exitosa de tu tatuaje depende de varios factores. En primer lugar, depende de la profundidad del tatuaje, del tipo de tinta usada, de quién haya hecho el tatuaje, de los colores del tatuaje y de dónde está localizado. 

Mientras más profundo sea el tatuaje, más difícil será quitarlo. Los tatuajes amateurs suelen ser más superficiales que los profesionales, por lo que pueden ser removidos con mayor facilidad.

Los profesionales, asimismo, suelen usar una mayor variedad de colores y crear diseños más intricados, dificultando aún más la remoción del dibujo. 

Técnicas para eliminar tatuajes 

Extirpación

Si el tatuaje es lo suficientemente pequeño, podrá ser removido con un escalpelo en aproximadamente 30 minutos. La cirugía plástica o dermatológica aplicará un anestésico local para adormecer el área, y luego cortará el tatuaje y suturará los bordes.
 
 Si un tatuaje grande es el que debe ser extirpado, posiblemente deba ser removido en etapas. Si la herida es tratada con propiedad, la cicatriz resultante será mínima. El costo de este tratamiento está entre los 200 y los 1500 dólares.

Dermabrasión

Los tatuajes también pueden ser removidos mediante dermabrasión. Este es un procedimiento similar a la exfoliación química, que elimina las arrugas finas o reduce al mínimo las cicatrices de la piel.

La zona donde se encuentra el tatuaje es rociada con una solución que congela el área, y luego es lijada con un elemento abrasivo rotatorio, haciendo que la piel se descame.

Lo más factible es que queden cicatrices de este procedimiento. La piel necesita ser cubierta con un ungüento antibiótico por varios días luego de la realización del procedimiento.

Mientras la piel se encuentra sanando, la exposición al sol debe ser mínima, ya que los rayos UV sólo harían más lento el proceso de recuperación. El costo de este tratamiento va desde los 300 a los 200 dólares. 

Láser

Sí, también pueden removerse los tatuajes con láser. En la actualidad, el láser es el mejor método para erradicar tatuajes.

Casi no existen riegos de cicatrices, la piel se recupera sólo en unos pocos días, y los equipos de láser más modernos son capaces de erradicar más tinta que nunca antes.

Claro que el único inconveniente es el costo, que va de 300 a 1000 dólares la aplicación —y se necesitan varias aplicaciones para completar el tratamiento—.

Existen tres tipos de láser empleados para remover la tinta de los tatuajes: láser de rubí, láser de Alexandrita, y láser Nd:YAG. Todos trabajan produciendo un pulso de luz breve y poderoso que atraviesa la piel.

El láser permite ahora penetrar en la piel y destruir las partículas de color; de esta forma, la tinta se fragmenta y se va disolviendo.

Los resultados que se obtengan dependerán del color, extensión, localización y pigmentos del tatuaje (en algunos casos la eliminación es casi total, en otros pueden fijarse restos de color y en zonas como el escote o la espalda pueden aparecer cicatrices importantes).

A veces, para remover un tatuaje de colores múltiples, deben emplearse todos los tipos de láser. Los verdes y los amarillos son los más difíciles de remover, mientras que los negros y los azules son los más sencillos. 

Después de leer esto, lo único que queda por decir es que, a la hora de hacerse un tatuaje, uno debe estar convencido —verdaderamente convencido— de querer hacérselo.

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