La alegría
puede variar entre una intensa euforia hasta
sentirse contento.
Su función
es la de mantener el interés por seguir
haciendo algo, aumentar las defensas del organismo
y aumentar el atractivo social.
La alegría,
el placer, la felicidad, el disfrute activan
la energía y aumentan la motivación
para cumplir tareas y metas.
O sea que tendemos
a hacer lo que nos gusta. Aunque a veces el
disfrute no sea inmediato. Podemos soportar
etapas desagradables para lograr placer en un
mediano o largo plazo. Por ejemplo entrenamientos
deportivos agotadores, prácticas repetitivas
de instrumentos musicales, o estudios aburridos
para disfrutar los resultados al cabo de ciertos
plazos.
Y la conducta apropiada
ante alguien que expresa alegría es aprobarla
o compartirla.
Hay familias que
son mas alegres que otras y dentro de la familia
también habrá personas que son
mas alegres que otras. También habrá
personas que tienen un estado de ánimo
mas apagado o triste e incluso personas que
viven deprimidas por años. De este estado
de ánimo general en la familia o de los
personajes más significativos para uno
dependerá si uno tiene más o menos
permiso interno para expresar la alegría.
Y eso nos dará a su vez más o
menos permiso para disfrutar de los logros.
Como dijimos cuando
esta emoción auténtica no esta
permitida se sustituye por otra emoción,
la manera más habitual de esconder la
alegría es a través de:
Culpa: cuando en
la infancia no podía estar alegre a menos
que todos lo estuvieran. Son esas personas que
no pueden disfrutar sin culpa de que les vayan
las cosas bien porque alguien no esta bien en
la familia.
Ansiedad: cuando
disfrutaba, le apuraban para hacer otra cosa.
O le decían que iba a pasar algo malo.
O algún familiar actuaba de ese modo,
mostrando el ejemplo y dando el modelo para
no disfrutar.
Falso miedo: Si
disfrutaba, le amenazaban o castigaban.
Falsa tristeza:
“Llorar de alegría”, Cuando
había alegría, la familia temía
que pasara algo malo, lo cual conjuraba llorando.
Aquí debemos
diferenciar alegría de falsa alegría.
La situación
da el sentido a la emoción apropiada.
No está bien reírse de las desgracias
propias o ajenas. Si choque con el auto y lo
cuento riéndome hay una incongruencia.
La falsa alegría
es una forma de complacer a alguien que se divierte
al vernos mal. Aunque duela aceptarlo, algunos
familiares cercanos disfrutaron con nuestros
fracasos y sufrimientos.
En cambio el buen
humor ante la adversidad facilita la salida
de los problemas, es un medio para no dramatizar
las cosas, mientras se traza un plan para resolver
la situación.
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