Museo del condón

¿Un museo dedicado al condón? ¿A quién se le puede ocurrir?, ¿y para qué?

Museo del condón


 

  


 

¿Para qué existe un museo del condón?

Situado en Tailandia, intenta crear consciencia sobre los riesgos que ocasiona su falta de uso. La muestra está orientada a toda clase de público, pero en especial a jóvenes.

Según datos suministrados por la Organización de las Naciones Unidas, (ONU), el 70 por ciento de las enfermedades de transmisión sexual afectan a la población de entre 15 y 35 años. Solamente el 20 por ciento de los jóvenes utilizan preservativo ya que no ven al VIH como una amenaza latente.     

Para que no se rasgue ni rompa, debe medir entre 49 y 56 milímetros ya que el inconveniente es el ancho y no el largo.

Aunque esta es la medida estándar, los fabricantes están comenzando a producir condones de 45 milímetros para adolescentes de entre 13 y 15 años ya que cada año aumenta la cantidad de jóvenes que se inician en el sexo.

La posibilidad de visitar este museo ayuda a crear consciencia en una población que ha sufrido una importante epidemia desde que se descubrió el primer caso de sida en 1984. La propagación de la enfermedad fue muy rápida y devastadora.

Años más tarde, gracias a las campañas de prevención pudo controlarse, también en los locales nocturnos en donde según datos de las Naciones Unidas, el 98 por ciento de las prostitutas tailandesas utilizan el preservativo frente al 14 por ciento que lo usaba en 1989.

Las autoridades sanitarias de Tailandia aseguran que todavía falta mucho para que la gente asuma la responsabilidad que conlleva el mantener relaciones sexuales sanas ya que todavía hay mucha vergüenza de pedir condones en las farmacias y es este sentimiento el principal factor para no utilizarlo.

Cómo está organizado el museo del condón

El edificio consta de laboratorios y científicos. En la primera sala se puede observar un extenso historial de preservativos masculinos, femeninos, viejas publicidades relativas al tema, lubricantes y alargadores de pene.

El recorrido continúa hasta llegar a un laboratorio en el que se mide la resistencia del producto. Se infla el preservativo de aire hasta que estalla. También es posible ver e é modo se comprueba la elasticidad del anticonceptivo.

En otra de las salas, un especialista se encarga de colocar los preservativos en una máquina que los llena de agua y luego les ocasiona un masaje para comprobar la elasticidad.

En este museo laboratorio se controla la calidad del condón que se vende en toda Tailandia, uno de los mayores productores del mundo.

Las estadísticas demuestran que de 315 preservativos que se someten a estas pruebas de eficacia, se rompen entre dos y tres lo que indica que existe menos del 1 por ciento de posibilidad de que se dañen durante la relación amorosa.

   

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