La vista que se tiene desde el Castelo no tiene palabras, es increíble: Lisboa
toda rendida a los pies de uno, y más allá, el Tajo.
También desde el Castelo podemos apreciar las ruinas góticas de la Igreja do
Carmo (en la Baixa), actualmente sin techo, derrumbado durante el terrible
terremoto e incendio de 1755.
Otros miradores que ofrecen vistas excelentes de Lisboa son el Largo das Portas
do Sol, donde antigüamente estaban las puertas de entrada a la ciudad, y el
Mirador de São Pedro de Alcântara. Desde aquí puede ver el Castelo São Jorge a
lo lejos y toda la Baixa de la ciudad. Una forma de llegar aquí es utilizar el
Elevador da Glória, uno de los últimos funiculares de Lisboa. Y el elevador de
Santa Justa (foto a la derecha) que sirve para unir la Baixa con el Barrio Alto.
Subiendo en el ascensor podrá visitar una explanada con una fantástica vista que
va desde la Baixa hasta el río.
Otra explanada notable es la Praça do Comércio (foto abajo), junto al Tajo, con
su Arco de Triunfo, que abre a la Vía Augusta y a la Baixa, centro financiero y
comercial de la ciudad.
Otra zona de la ciudad que mira hacia el río Tajo es Belém. Sirvió de palco en
la época de los descubrimientos y hoy tiene para visitar algunos monumentos que
quedan de esa época: el Mosterio de los Jerónimos (abajo izquierda) y la Torre
de Belém (abajo derecha), ambos excelentes exponentes del estilo manuelino.
También es de destacar el Monumento a los Descubrimientos, que fue construido en
1960 para conmemorar los 500 años de la muerte del Infante Enrique.
Un encuentro con una arquitectura moderna en Lisboa está en el área donde se
hizo la Expo 98. En la foto de la izquierda puede apreciar las connotaciones
marineras de la Torre Vasco da Gama y en la foto de abajo, la fuente.
Para llegar ahí se puede tomar el Metro y recomiendo que preste especial
atención en las estaciones de la línea de Oriente que llevan hasta esta zona.
Cada una de ellas es arquitectónicamente diferente a la anterior: Varios
artistas conocidos desarrollaron proyectos alusivos a los más variados temas
para cada una de estas estaciones del metro. Es un placer este viaje por debajo
de la tierra. Notará las reminiscencias del mar y del poder sobre éste en la
infraestructura que se levantó en la zona de la Expo.
Una cena imposible de perder: comer bacalao con vinho verde. ¿Dónde? En un
auténtico lugar atendido por sus dueños; pequeño, sencillo y barato: Baiuca, en
la Rua da Barroca, en el Barrio Alto.
Otra posibilidad, no tan barata como la anterior, pero imperdible al fin, es una
"adega", que es la denominación de los sitios donde se escuchan fados y se come
más que bien. También se encuentra en el Barrio Alto, se llama Lisboa a Noite, y
queda en la Rua das Gáveas.
Según la guía que me acompañó en este viaje decía sobre este lugar "No lo
rechace a causa del nombre, no es tan típico para los turistas, y la
propietaria, Fernanda María, es una gran cantante". Puedo agregar al respecto
que la escuché a ella, a João Queiroz y a Tonia: excelentes voces, esos fadistas
realmente me estremecieron.
Un consejo, no maneje los horarios tardíos que solemos manejar acá para cenar.
Yo me perdí algunos temas por llegar tarde y vale la pena pasar un largo rato en
estos sitios.
El cafecito se puede beber en el famoso y muy típico café A Brasileira, en el
Chiado (Barrio Alto), famoso lugar de reunión de artistas como lo demuestra la
estatua del poeta Fernando Pessoa, sentada a una mesa de la terraza.
Para terminar no me cansaré de decir que, a pesar de lo empinado de sus calles
(Lisboa, como Roma, es una ciudad construida sobre 7 colinas) la ciudad es ideal
para recorrer a pié.
No hay otra forma de disfrutar esta encantadora ciudad de estrechas calles
adoquinadas, recorridos pintorescos, deambular por sus "largos" y "becos"
(callejones); doy fé que parte de lo empinado se compensa por el gran desarrollo
de los recorridos que van subiendo de a poco, serpenteando el barrio.
Fuente: Mujeres
de empresa