Al cruzar la barrera de los cincuenta, muchos hombres experimentan un brusco cambio de personalidad, debido al comienzo de su andropausia. Pero mientras que algunos buscan soluciones mágicas para regresar a la juventud, otros entienden que el verdadero camino es el de la reflexión, y la búsqueda de nuevos desafíos…

Los 50 años marcan en
muchos hombres una contradicción que se centra en el hecho de que, mientras
atraviesan por grandes y variados cambios, todavía mantienen su plenitud en
muchos otros aspectos.

 Y es que mientras muchos
mantienen su trabajo, pueden estar en la cúspide de sus facultades creativas, o
en el mejor momento de su carrera, en esa etapa se manifestará muy posiblemente
una disminución de su fuerza física, y muy posiblemente también de su potencia
sexual.

 Sin embargo, la
andropausia, que es esta etapa donde comienza a disminuir la producción de
testosterona (la hormona masculina que produce el testículo), no tiene, a
diferencia de la menopausia en las mujeres, rasgos tan nítidos y claramente
identificables, sino que de hecho, es realmente mucho más imprecisa, lo que
suele hundir más en la incertidumbre a muchos hombres de mediana edad.
 

Entendiendo la andropausia

 Pero por cierto, existen
algunos signos que son inconfundibles, y que suelen hacerse comunes en la
mayoría de los hombres. Los mismos tienen que ver, principalmente, con una
pérdida de la motivación, las ganas, y el interés en vivir la vida, lo que se
traduce directamente en astenia, una menor fuerza física, una merma en el
desempeño sexual, y posiblemente, en algunos cuadros de depresión.

 Según afirman los
especialistas, la testosterona es uno de los factores que fomenta la fuerza
física y la agresividad en el hombre, y es está una de las razones por las que
un hombre que se encuentra atravesando cambios en sus procesos hormonales, sufre
además toda esta serie de problemas asociados con la perdida de vitalidad y
sensación de dominio.

Y si bien la crisis de
los 50 puede pasar desapercibida en algunos hombres con flexibilidad y
adaptación a los cambios, otros viven esta etapa de la vida como un verdadero
karma, que los sumerge en mares de angustia y depresión.

 Así, los expertos señalan
que a sus consultorios llegan toda clase de hombres de median edad que les
manifiestan atravesar por períodos de temor, incertidumbre, bronca, balances
negativos o pesimistas, o angustiantes reflexiones, que en la mayoría de los
casos hacen referencia a un pasado idealizado, como si lo mejor ya hubiera
quedado atrás.

 Y es que la andropausia
va mucho más allá del tema sexual, pues si bien este es uno de los centrales,
muchos hombres también sienten que han perdido fuerzas, capacidades, o
habilidades, cualidades que, en definitiva, le permitían mantener su imaginario
de “macho dominante” que guiaba a la mujer y la familia.

 En algunos casos, ciertos
hombres sienten que ese lugar central se encuentra amenazado, en muchos casos
por sus hijos jóvenes, que están comenzando a ingresar al mundo adulto, lo cual
repercute en discusiones y enfrentamientos. Lo que estas personas tal vez estén
olvidando, es que pensaban ellos cuando tenían la edad de sus hijos, y como se
llevaban con sus propios padres.


 El peligro del silencio



 
Por cierto que es muy
poco lo que ayuda la cultura y educación que reciben estos hombres en nuestra
sociedad, para poder aceptar adecuadamente los cambios que le ocurren en su
median edad. Incluso, los especialistas dan cuenta de casos en los que sus
pacientes sufrieron severas depresiones, e incluso fantasearon con la
posibilidad del suicidio.

 Por eso, todos los
expertos resaltan la importancia de hablar, y solicitar ayuda, sin prestar
atención a absurdos prejuicios u orgullos machistas que les provoquen la dura
carga de ocultar sus dudas y sensaciones.

 De hecho, es justamente
este problema del “silencio” el que dificulta la posibilidad de conocer mucho de
lo que le sucede al hombre durante estas crisis vitales, sobre todo al comparar
esta transición con la que atraviesan las mujeres, -que suelen ser más
expresivas-, durante la menarca y la menopausia, la cual está mucho más definida
(además, gracias a los desarrollos en sistemas de prolongación de la fecundidad,
lo que produjo mayores investigaciones).

 Todo este cuadro de
situación, repercute en pacientes que llegan a los consultorios con mucha
vergüenza y poca capacidad de expresarse clara y fluidamente frente al médico,
siempre portando una gran carga de frustración, sobre todo por su disminución en
la función sexual, pero también por otro tipo de decepciones.

 Por cierto, la situación
social por la que atraviesa Latinoamérica ayuda muy poco a proporcionar una
dosis de calma a estas personas, que, además de los problemas biológicos, deben
enfrentarse a un medio de desprotección social y económica, con políticas que
muchas veces parecen olvidar esta crucial etapa de la vida.

 Aún así, muchos
profesionales sostienen que estas crisis de los cincuenta pareciera no respetar
tampoco los diversos tipos de realidad, ya que si bien es real que se suele
atravesar por mayores problemas en los países subdesarrollados, no menos cierto
es que esta crisis es y fue atravesada por hombres de todos los tiempos,
sociedades, y países, al margen de los problemas políticos o económicos que se
esté viviendo. 

En busca de la píldora mágica

 Muchas veces, la
desesperación de algunos de estos hombres, los lleva a buscar soluciones mágicas
que le devuelvan la juventud, la salud total y la vigorosidad indestructible.

 Las consecuencias de
estos engaños son más bronca y frustración, pero aún así hay muchos hombres que
prefieren la mentira a la auténtica solución, ya que está última opción les
implica una buena dosis de autorreflexión, aceptación de la realidad, y
desprendimiento de ideas muy arraigadas, todas cosas muy difíciles de alcanzar
y/o cambiar.

 Por supuesto que en nada
ayudan a esto mucho de los profesionales que pululan por algunos centros
médicos-comerciales, que muchas veces quieren resolver todo los problemas con
una simple inyección o una receta mágica, “soluciones” que sin dudas encuentran
un terreno fértil en muchos mayores de 50 que buscan este tipo de soluciones
instantáneas.

 Un tratamiento adecuado
para ciertos casos de andropausia, cuando se constante claramente un síntoma de
baja de testosterona, es aumentar la producción de la misma o bien aplicarla
directamente en el organismo.

Sin embargo, esto sólo
será correcto siempre y cuando el médico verifique previamente el estado de
salud prostática del individuo, ya que la aplicación de esta hormona podría  al
mismo hacerle crecer un tumor de próstata, o, por ejemplo provocarle una
obstrucción por una hiperplasia prostática.


 
El apoyo de la familia (y propio)



 
Con todo, los
especialistas sugieren que esta etapa tiene mucho más que ver con cuestiones
culturales, antes que médico-biológicas, ya que pone en juego, sobre todo, el
espacio que el hombre cree ocupar entre sus amigos, familiares, y compañeros de
trabajo.

 Por eso, es
imprescindible que tanto el médico, como la pareja y la familia apoyen y
acompañen a aquellos hombres que hayan sentido los rebotes de la andropausia,
sobre todo con el objetivo de desmitificar ciertas creencias y desterrar los
sentimientos de vergüenza.

 Por su parte, los mismos
hombres deben entender que la andropausia no es ni un estigma ni una condena, y
que es un hecho que la sexualidad cambia con el tiempo, pero eso no quiere decir
que deba ser peor, ya que, de hecho, muchas veces el afecto gestado luego de
años de convivencia y cosas compartidas, pueden sin dudas mantener las
relaciones sexuales en el máximo ardor, de una forma diferente, pero no menos
gozosa.

 En este sentido, lo
principal será comprender que las relaciones sexuales no son un acontecimientos
deportivo donde se deben batir récords y proezas, sino un espacio donde florecen
el amor y los sentimientos, algo que no depende en absoluto ni de la juventud ni
de la capacidad física.