Reconocido publicista de los años ochenta; compositor, cantante, libretista, guionista y humorista; a Jorge Schusseim sólo le faltaba escribir un libro. Por eso, escribió Todo al costo, en donde cuenta todo lo que hizo o, según dice, todo lo que es.

Matrimonio y finanzas, una relación complicada

Después
de haber incursionado en géneros tan distintos como la música, la televisión,
el teatro y la publicidad, ¿Como te sentiste en el rol de escritor?

Salvo
en la publicidad, donde me sentí muy cómodo, muy como pez en el agua, como en
todos los demás roles, la tarea como escritor fue para mí extremadamente
dificultosa, porque no tengo ninguna formación, no estudie nunca, todos mis
conocimientos vienen de ser un lector, de haber aprendido por los libros de
otros como son las formas, las sintaxis, de manera que soy un escritor de la
calle, así como también soy un publicitario de la calle, y me resulta muy
dificultoso encontrar la forma de decir aquello que quiero decir, y mucho mas
dificultoso es mencionar lo que quiero decir, porque muchas veces me encuentro
en un estado de confusión, y pienso que no tengo mucho para decir, y si uno no
tiene algo para decir, bueno, mejor no decirlo.

Hablas
de una falta de estudio de la materia ¿Pero un buen estudiante de letras es un
buen escritor? ¿No son todos los escritores en alguna medida escritores de la
calle?

Bueno
la pregunta también puede ser si un buen estudiante de medicina es un médico.
Bueno, a veces coincide, por supuesto que no es una condición necesaria, pero sí
existe una disciplina, sí existe una metodología, y de hecho hay muchos
talleres o workshop que pueden dar
escritores así como hay libros y manuales que te lo enseñan.

La
cuestión es que es lo que uno siente como natural o no. Cuando yo empecé a
hacer publicidad, dije ¿como no voy a hacer publicidad? que es para mi una cosa
absolutamente sencilla y simple, y cuando así fue como cuando yo hice los
primeros avisos de mi vida, que ganaron distintos premios, fui nombrado
inmediatamente director creativo de una gran agencia, aunque ni siquiera sabía
que era ser director creativo, son esas cosas en las cuales uno se enfrenta en
la vida y dice yo esto lo se hacer.

Pero escribir un libro no es natural ni es
normal, sino que es un gran esfuerzo, mas aún te diría que me llevo mas de 12
años poder hacer esta recopilación de viejas cosas y de algunas ideas que tenía
que las fui desarrollando con muchísimo esfuerzo.

“Mi
imaginación es la herramienta que mas uso, y en la cual suelo perderme e irme,
cosa que a veces me da miedo porque me ausento absolutamente de donde estoy”

Sin
embargo sos un hombre del ambiente artístico, grabaste varios long play,
escribiste teatro, espectáculos infantiles en TV, ¿porque tantas dificultades
para escribir el libro?

Así
es, escribí canciones, mucha tv infantil, e incluso tuve la gran experiencia de
haberle escrito cuatro espectáculos a Tato Bores, con todas las canciones, con
toda la música y todas las canciones, e incluso dos larguísimos monólogos de
casi media hora cada uno.

Vuelvo a decir escribir un libro no es algo que sienta
como natural, si a mi me dicen ¿escribirías un libro?, yo les digo -¡no!, así
como si me dirían ¿pintarías un cuadro?, pero cuando Tato me dijo que
necesitaba alguien que le escriba un espectáculo yo le dije ¿como no te lo voy
a escribir?, si me resultaba absolutamente natural.

Un libro necesita una cierta
consecuencia, y yo nunca fui consecuente con nada, -bueno, aunque treintipico de
años en la publicidad demuestra cierta consecuencia-, pero nunca tuve un fuerte
orden, nunca estudie y no pude desarrollar un lenguaje muy propio, pero tal vez
habrá que sostener que el eclecticismo también es un estilo, y me dedique a
cultivar el eclecticismo, y me siento cómodo, porque me siento cómodo en la
ambigüedad, me siento cómodo en el caos, me siento cómodo en la vaguedad y en
el desorden de las ideas, y no necesito pensamientos estructurados. Por otro
lado tiene que ver con la evolución y el entusiasmo.

Cuando empecé a hacer
publicidad, allá por los fines de los 70, yo me sentaba a escribir un slogan o
una marca y escribía setenta u ochenta, pero con el correr del tiempo este
trabajo creativo me fue aburriendo y por ahí le fue dando paso a la escritura.

¿Una
cuestión de edad tal vez?

No
con la cédula, sino con haber ganado en experiencia y haber aprendido a no
tirar tanto al tacho de basura sino a hacer un descarte previo, a dejar de
pensar tanto y a confiar mas en mi intuición.

Los mecanismos de concentración
y de absoluta zambullida en los problemas que uno tiene que resolver son los
mismos, pero en vez de producir y producir, se va generando una especie de
descarte automático.

Digamos que con una cantidad de horas de vuelo, uno ya
empieza a distinguir perfectamente la caca de perro de una moneda de oro, por
mas que los dos estén en la misma vereda y en la misma dirección, uno ya sabe
cual no pisar y cual levantar.

También influyó mi amigo Divinsky, mi editor y
dueño de Ediciones de la Flor, que se había enterado que yo tenía este proto
libro que se fue armando en estos años, y me hinchó tanto las pelotas que
finalmente lo publique.

“Tal
vez habrá que sostener que el eclecticismo también es un estilo, y me dedique
a cultivar el eclecticismo, y me siento cómodo, porque me siento cómodo en la
ambigüedad, me siento cómodo en el caos, me siento cómodo en la vaguedad y en
el desorden de las ideas, y no necesito pensamientos estructurados”

¿Te
arrepentiste de haber publicado algo o hubieras querido cambiarlo?

Yo
en general no soy un tipo que se arrepienta de aquello que ha hecho sino de lo
que no ha hecho, por lo que prefiero hacer las cosas y no dejar de hacer.

Se me
quedaron en el tintero varias cosas pero mas por distracción y de puro
quilombero, de puro desorganizado, diversos embriones en estado de plasma, que
descubrí en algunos rincones perdidos antes llamados cajones, ahora folders.

En la temática descubrí, luego que el estuviese editado,
que era un libro profundamente judío, cosa que no me había dado cuenta cuando
lo escribí, no había reparado en el contenido tan judío que tiene este libro.

Comentabas
que te formaste “en la calle” con la escritura ¿Cuales fueron esos
escritores que te sirvieron de base?

Eso
también fue un caos, porque a mi me enseñaron a leer desde muy chico, tenía
menos de tres años y leía de todo. La lectura fue siempre mi pasión, tanto
fue así que yo nunca jugué al fútbol, ni a las bolitas, ni a las figuritas,
ni al balero, de todo eso soy un ignorante, porque volvía corriendo de la
escuela primaria a leer
.

 Y leía de todo, leía Chejov, todos los clásicos, pero
lo que mas me marco en la vida fue un autor brasileño que escribió 27 libros
para chicos, pero escribía historia, mitología, economía y política para
divulgación, que no era ni siquiera para adolescentes sino para chicos, este
autor se llamaba Monteiro Lobato, y es como mi padre literario, el que me hizo
enamorarme desde muy chiquito de la mitología griega, de la historia griega y
del pensar.

¿Que
tomaste de ese escritor?

Específicamente
no tome nada, simplemente creo que es el que mas profundamente colaboro con el
despertar de mi imaginación, que es la herramienta que yo mas uso, y en la cual
suelo perderme e irme, cosa que a veces me da miedo porque me ausento
absolutamente de donde estoy.

El tenía un grupo de personajes que eran dos
chicos que vivían con su abuela en un quinta en Brasil, una quinta llamada
“El benteveo amarillo”, y habían inventado una manera mágica de viajar en
el tiempo y el espacio, y viajaban a la Grecia clásica o la Grecia mitológica,
y cuando yo leía a Monteiro Lobato, realmente yo estaba allá, y me encontraba
con el León de Lenea o con el Jabalí del Elimanto o en el siglo de Pericles, y
estaba frente a frente con Illia y con Afasia. Eso me estimulo de una manera
terrible, y ese estimulo lo recibí cuando era muy muy chico, cuando estaba
formando mi mundo.

Tomas
autores de la infancia para escribir un libro de adulto…

No
es que lo tome, sino que si yo tuviera que elegir un autor a punta de pistola,
el que mas me impresiono en la vida, yo elegiría a Lobato, eso fue entre mis
tres y mis ocho años, luego fui leyendo, muy muy desordenadamente de todo,
aunque hace algunos años no se porque deje de leer novelas, de hecho creo que
no soy apto para la novela, comencé a leer mucha historia y política y
ensayos, pero yo me puedo ir a la cama con un tomo del Corominas, del
diccionario etimológico y pasarme tres horas leyéndolo, tengo muchas
enciclopedias y muchos diccionarios en mi casa y soy un lector de esas cosas,
pero leo de manera indiscriminada, desordenada, nunca tuve un método y suelo
tener en mi mesita de luz entre ocho o diez libros, que voy leyendo simultáneamente,
con lo cual tengo el beneficio de olvidarme lo que he leído y cada vez que lo
abro, es una grata sorpresa sorprenderme del lugar donde maque la página.

Cuanto
hubo del Schusscheim publicitario en el libro ¿El libro fue escrito en un vuelo
artístico o pensando en vendérselo al lector?

La
publicidad ha sido mi modo de ganarme la vida, yo no la he reconocido nunca como
mi oficio, mi oficio es el de músico, y la publicidad me ha dado muchas
satisfacciones económicas, aunque también muchos desengaños, pero es un
negocio, y el negocio no tiene nada que ver ni con mis recuerdos ni con mi
memoria emotiva ni con mis nostalgias, cosas que conforman este libro.

Tengo, y
posiblemente termine escribiendo, algo sobre mi largo paso y mi larga presencia
en la publicidad argentina, pero con el tiempo que me lleva escribir un libro
tal vez sea un señor muy viejito y posiblemente no tenga demasiadas ganas.

Esta
todo al costo… ¿Pero el costo es caro o barato?

El
título me apareció sin saber como, y yo tampoco me pido explicaciones cuando
aparecen estas frases, me ha pasado frecuentemente, que de repente en la cabeza
me aparecen esas frases y yo no se que significa ni de que estoy hablando, pero
comienzo a desarrollarla, y así me han aparecido canciones sin siquiera saber
de que estaba hablando hasta que al final me daba cuenta de lo que quería
decir.

Todo al costo nació así, aunque digamos que ahí si apareció el
publicitario, me pareció contundente, un buen título y después encontré la
explicación, lo racionalice, era algo que había visto en la calle, lo mejore
un poco, le puse un poco de fantasía y ese fue el sostén, pero se me podría
haber ocurrido “Laurel florido” o
“Trasparencias” o cualquier otra palabra.

Mi viejo, que fue un tipo muy sabio
y que después de muchísimos años de pobreza ganó mucho dinero, porque fue
quien introdujo los transistores en Argentina, y fue el pionero del comercio con
el Japón, me dijo en la vida hay solamente dos buenos negocios: uno de ellos
consiste es comprar barato y vender caro, el otro, comprar caro y vender barato,
y yo creo en el segundo.

Es decir dar lo mejor que uno puede, tener una palabra
de hierro, cumplir absolutamente con lo pactado, y conformarse con el beneficio
aceptable, eso es el costo, y para mi publicar el libro ya fue un pago
suficiente.