¿Te duele cuando lo haces?: Soluciones    

El dolor a la hora de hacer el amor es uno de los problemas sexuales más frustrantes para una mujer. Técnicas para solucionarlo

¿Te duele cuando lo haces?: Soluciones


 

  


Consulta:

Ando angustiada. Tengo tres meses de casada y en ese tiempo no he podido lograr que mi esposo me penetre, hemos tenido relaciones con roces como masturbándonos mutuamente ambos a veces lo disfrutamos, pero queremos tener un bebé y cada que intentamos consumar el acto siento mucho dolor como si fuera una punta que me va a desgarrar, él es muy cuidadoso de no lastimarme pero la situación sólo ha logrado que yo me ponga más nerviosa cada vez que lo intentamos.
 
Yo me he analizado y he notado que mi vagina es un orificio sumamente pequeño y además hay otro factor mi esposo tiene su pene pequeño pero yo no creo que ese sea el problema ya que cada que lo intentamos es posible hacerlo lo que nos detiene es el dolor, ya no sé que hacer, ahora más, que queremos un hijo.

Respuesta:
 

El vaginismo es una dificultad que suele tener que ver con miedos y tensiones que producen contracturas, sobre todo en tus genitales y que al contacto con algún estímulo externo genera un dolor tan fuerte que imposibilita la penetración.

En principio, tu vagina, por más pequeña que sea, está preparada para flexibilizarse y aceptar la presencia, en su interior de un objeto de forma fálica: el pene, un dedo, algún otro objeto alargado. En este caso, el hecho de que el pene de tu marido sea pequeño es una ventaja.

El proceso para solucionar la dificultad es lento y va a requerir paciencia tanto de tu parte como de tu pareja. Sería preferible analizar en un encuentro personal con algún profesional especializado de la sexología clínica la historia sexual que llevó a que tu cuerpo reaccione de esta manera, pero mientras tanto, les propongo lo siguiente: en su próximo encuentro sexual, vas a quedarte muy relajada, muy, muy suelta.

Él va a acariciar todo tu cuerpo, con mucho cuidado. Si les viene bien pueden usar alguna crema para manos o algún aceite. La consigna es que te dejes acariciar, que tu cuerpo acepte sus manos, que logres estar entregada y relajada.

En esta instancia, las caricias deberán cubrir todo tu cuerpo, con mucho detalle, excepto los genitales. Luego cambian el turno y te toca acariciarlo a él. En este caso, si él tiene mucha necesidad de tener un orgasmo (después de un rato, está prohibido hacerlo al principio), podrás acariciar también sus genitales.

El objetivo es acostumbrar tu cuerpo al placer de las caricias. En una próxima oportunidad, lleven a la cama un espejo. Y exploren juntos tu vagina y toda tu zona genital, solamente miren, sin tocar. Podrán tocar las partes aledañas: los muslos, el vientre, el ombligo, el pubis, pero no los labios, ni la vulva, ni el clítoris.

El objetivo de esta parte del ejercicio es empezar a hacerte amiga de tu vagina y darte cuenta de que ella está ahí, es tu amiga y se irá adaptando a tus necesidades (y tú a las de ella). Observa en el resto de tu cuerpo cómo te sientes, qué sensación física hay. Es muy importante que todos estos ejercicios estén acompañados por afecto, respeto y contención.

En la próxima vez que se encuentren, también usando el espejo, podrás tomar un poco de crema y muy despacio ir acercando tus dedos a tus genitales. Acaricia alrededor, míralos como si fuera la primera vez, como si los estuvieras conociendo, date a ti misma la confianza de que nadie hará nada para lastimarte y que esto es un juego, en el que vas a divertirte junto con la persona a la que amas.

Él debe estar a tu lado, si es posible acariciándote o abrazándote, explorando contigo. En cuanto estés lista (podrá ser esta vez o la próxima) muy lentamente podrás ir introduciendo la punta de tu dedo. Tu dedo es delgado y luego de todas las caricias muy suaves en todo el cuerpo, deberías estar relajada y tranquila.

Hazle saber a tu vagina que la estás cuidando y atendiendo su miedo. Si quieren, jueguen a hablarle, puede ser divertido. Anímense a convertir el encuentro sexual en un juego, en un momento donde ambos se ríen y se divierten.

El próximo paso, luego de que tu vagina, suelta y relajada, acepte tu dedo, es aceptar el dedo de tu marido (asegúrense siempre de estar bañados y con las manos lavadas), que lo hará con muchísimo cuidado y respetando tus indicaciones. Si usan crema les resultará más fácil.

El último paso, una vez que han logrado que tu vagina acepte el dedo, es intentarlo con el pene. Y como en este caso no es muy grande, las cosas serán más fáciles. Es muy importante que puedan encontrar un espacio de relajación, de comodidad, de calma y que te asegures a ti misma que estarás cuidándote y respetando lo que tu cuerpo te dice y que eso mismo hará tu compañero.

Ya verán que poco a poco lo lograrán. Se trata de dar a entender a tu cuerpo con mucha suavidad, que todo está bien y que se encontrará con otro cuerpo con el que entenderse.

Una vez que resuelvan esto podrán pensar en el embarazo.

Te estoy dando un vistazo muy rápido del procedimiento. Por supuesto que es un proceso lento y que requiere paciencia y que con acompañamiento (es decir, con instrucciones personalmente) es más efectivo, pero es una idea de la forma en que se trabaja. Si no lo logran solos, busquen ayuda.
 

Por Verónica Kenigstein
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