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Y es una de las
consideraciones a tener cuenta, sobre todo en esta época de fiestas en las que
la gente suele reunirse, querer verse y compartir cenas de despedida del año,
bienvenida del otro, etc.
Esta máxima casera, que hace una selección de temas para excluir, que imagino
fruto de la experiencia propia de más de un contertulio, se viene afirmando
desde tiempos inmemoriales.
No me atrevería a decir que ya desde la época de los garrotazos, pero imagino
que si no lo fue, hubiera sido muy conveniente. Se suele decir que para mantener
una buena relación en cualquier círculo es bueno considerar la omisión de
ciertos argumentos.
Sobre todo cuando los ánimos están caldeados, o por el calor o por la economía
(que no siempre, para todos equitativamente, ha sido un lecho de rosas,
precisamente).
Entre los hombres y ciertas mujeres propensas a defender las ideas a ultranza,
es preciso prescindir de las ganas de hablar sobre temas tales: como religión,
política, sexo porque puede elevar la temperatura de la charla a decibeles para
nada recomendables.
Y si aún la cosa se presenta igual, tener a bien recordar el tacto porque a
veces, por efectos varios una puede enfervorizarse y bueh…puede hacer naufragar
un intento de festejo, por ejemplo.
O pueden hacer de algunos un verdadero dolor de cabeza. Sobre todo los
cumpleaños, bautismos, casamientos, o fiestas navideñas y de fin de año, a los
que estamos llegando otro año más.
En los cuales, se reúne mucha familia y se incluye a aquellos familiares que no
se han visto en mucho tiempo. Con lo cual y con todo derecho, uno puede
desconocer el grado de apertura, o lo afecto o desafectos que puedan estar, en
relaciones a cuestiones que pueden favorecer la chispa de una discusión.
O si les gusta polemizar de manera adulta y civilizada en un tete a tete, que no
se torne en ninguna disputa sino que se goce con las ganas de charlar y
compartir diferentes opiniones.
A veces uno, inocente, para romper el hielo en una conversación que nunca se
abre, porque tal vez, algunos no se conocen entre sí, tiene esos temas como
caballitos de batalla o en la punta de la lengua, pero la verdad que son
propicios para entrar en terrenos por lo menos movedizos en los que el tiro,
tiene ciento de posibilidades, de salir por la culata
Sobre todo si hay disparidad de edades entre los compadres que puedan juntarse.
Además no es raro ver que cuando se habla de football u otros temas masculinos,
algunos tienden a enardecerse y cuando no, a veces hasta entonarse con alguna
cerveza o algún tinto, con lo cual más probabilidades, todavía, de salir mal
parado.
Ante la duda, hablar de bueyes perdidos pero jamás encontrados, como decía mi
papá, no es mala idea. Y la verdad que siempre que lo puse en práctica o vi el
ejercicio en otros, la conversación no habrá sido muy profunda que digamos, pero
por lo menos, el rato se pasó ameno y todos contentos.
Alguna gente mayor, en general y salvo honrosas excepciones, es un poco reacia a
nuevas tendencias. Y por desgracia, muchos, no quieren anoticiarse de que las
nuevas tendencias cambian a una velocidad deslumbrante todos los días.
Por lo tanto se aferran a sus conceptos que con toda buena intención quieren
compartir. Son de los tíos que nunca faltan, de los abuelos que nunca faltan o
de los amigos/tíos postizos de las grandes familias de antes, que aún quedan y
tampoco nunca faltan.
Entonces para tener la fiesta en paz, hable del tiempo que siempre da. Que si
está nublado aguará los cohetes, los fuegos artificiales. Que si hace mucho
calor. Que si está pesado.
De las estrellas fugaces constituyen excelentes bueyes perdidos con lo cual
intentar llegar al otro con respeto y tratar de compartir desde donde se puede y
sobre todo como se puede.
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