Un designio. Un objetivo. ¿Destino? Yo lo llamo sueños. Es mi fuerza. Es lo que
me empuja, aunque por momentos pierda el aliento y sienta que ya perdí. No.
Siempre es ganar. Ganas. Deseo. Apuesta. Apuesto a que llego. ¿Calor? Luz. Es el
sol. Está jugando con las nubes. Es fuerte. Es protección. Es iluminación del
camino, como a veces lo es la luna. Esa luna que ahora no veo pero sé que está.
Eso es fidelidad. El sol se escapa de las nubes por un instante. Son llamas. Soy
fuego. Asciendo evanescente como el vapor. ¿Acaso llegué? ¿Esto es el cielo? Veo
picos. Observo. Allá lejos está el río. Lo oigo apenas, aún armoniza.
La belleza. Mis ojos empalagados de imágenes. Los colores. Todas las tonalidades
en un solo canto. ¡Acá estoy! Un grito sale desde el centro de mis entrañas.
Sonrío. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo, pero no cesa.
¿Qué es esto? Es energía, la siento. Me lleno de ella y de todo. Ya no soy la
misma que quería llegar a la nube. Estoy en la nube y quiero más. Elevo la
mirada hacia no sé dónde y digo, quizás sin hablar: GRACIAS.
La vida, por donde mire. La paz, en la armonía de la naturaleza. La felicidad,
donde la busque. El amor, en el lugar más inesperado...
Dónde estás, no lo sé. Acá, estoy yo.
Abril de 2004
¡Y qué abril!
Por María Virginia González
Consejos para cuando estés allí