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Sedentarismo a tiempo completo

El “síndrome de la muerte sedentaria”, un nuevo término para las secuelas de inactividad

Pocas recomendaciones
médicas son tan nítidas como la de hacer ejercicio físico. Sin embargo, el 40%
de las personas no realiza ningún ejercicio.

 

La oleada de obesidad,
diabetes y enfermedades cardiovasculares relacionadas es ya global. El desafío
esta en convertir la actividad física en algo espontáneo y placentero.

 

Desde el paleolítico, el
común de los hombres tenía que ganar el pan con sudor y aun así no conseguía
librarse de épocas de hambre. Las cosas han cambiado, y por primera vez en la
historia hay más gente en el mundo con problema de sobrepeso que hambrienta.

 

En parte porque el trabajo
no exige ya para muchos ningún esfuerzo físico y en parte porque el mundo
tecnológico actual se ha orientado hacia el mínimo esfuerzo, en las sociedades
desarrolladas ha aparecido un fenómeno inédito y masivo: el sedentarismo a
tiempo completo.

 

Lo que en otras épocas podía
ser un lujo se ha convertido en maldición.

 

En los últimos años, el
sedentarismo ha sido catalogadfo como uno de los principales factores de riesgo de
las enfermedades cardiovasculares, con un rango similar al de la hipertensión y
el colesterol elevado. Lo peor es que las desgracias no vienen solas y que
sedentarismo, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares tienen muchos
puntos de conexión.

 

Para caracterizar todas las
enfermedades cuya situación se agrava por la falta de actividad física,
provocando un aumento de la incapacidad y las muertes prematuras, algunos
especialistas estadounidenses ha acuñado el síndrome de la muerte dentaria (SeDS o sedentary death síndrome, en ingles). En esta denominación se incluyen,
por ahora, 35 procesos relacionados con el sedentarismo.


La lista de condiciones
patológicas cuya incidencia aumenta por la falta de actividad es de lo mas
variada de actividad es de lo más variada: infarto, osteoporosis, apnea de
sueño, diabetes tipo 2, cáncer de colon, hipertensión, demencias, síntomas
menopáusicos, enfermedad vascular periférica, problemas respiratorios e ictus,
entre otros.

 

A esta lista incompleta hay
que añadir otra de incapacidades agravadas por el sedentarismo, en la que se
incluyen las causadas por el ictus, el dolor de espalda y las fracturas por
caídas.

 

Un estudio finlandés,
publicado en The New England Journal of Medicine, dejó patente que el ejercicio
físico, incluso de forma mas clara que la dieta, es crucial para prevenir la
diabetes tipo 2.
 

Según ese estudio, probablemente cualquier tipo de actividad física- ya sean
deportes, tareas del hogar, trabajos de jardinería o la actividad física
relacionada con el trabajo- sea igualmente beneficiosa para prevenir la
diabetes.

 

El mejor ejercicio es aquel
que aumenta los latidos del corazón y mueve grupos musculares grandes (los de
las piernas y brazos). Hay que ir de menor a mayor y, sobre todo, mantener la
regularidad. Para ello lo mejor es hacer una actividad placentera y que se
incorpore de forma espontánea a la rutina diaria, mejor por la mañana que por la
noche, para no interferir el sueño.

 

Los especialistas
recomiendan pensar en términos de actividad física mas que de deporte, para
indicar que cualquier movimiento que acelere el corazón es bueno para la salud,
ya sea bailar, caminar o subir las escaleras.

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