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Cultiva tu jardín desde las semillas

Hacer crecer tus propias plantas a partir de semillas puede ser beneficioso para tu economía, a la vez que te proporciona una gran satisfacción producto del autoabastecimiento. Te contamos cómo comenzar

Cómo germina una semilla 

Si siempre viste el experimento de germinación de la escuela primaria como una actividad pintoresca pero con poca aplicación práctica, es tiempo de que te quites el velo que cubre tus ojos.  

Ver las saludables plantas de semillero creciendo desde la tierra –tu tierra- es una experiencia emocionante. Y saber que has ahorrado algo de dinero es maravilloso también. Para que no pierdas esas semillas que con tanto esfuerzo sembraste, enplenitud te trae algunos consejos practiquísimos. 

Prepara pequeñas macetas o canteros de vivero -como a veces se las llama- con una mezcla de tierra de jardinería de buena calidad. Si quieres, puedes preparar tu propia mezcla, usando partes iguales de arena gruesa de río, tierra de jardín y vermiculita.  

La vermiculita es especialmente buena ya que las pequeñas raíces de tus plantas de semillero pueden penetrar los granos blandos y, por lo tanto, cuando son transplantados, llevan consigo la humedad. De esta forma, se evita el shock del transplante. 

Haz hileras presionando la mezcla con un lápiz o un pedazo de espiga. Arroja las semillas dentro y luego cúbrelas con arena. Humecta constantemente con un vaporizador y mantén la maceta cubierta hasta que se produzca la germinación.  

Hay algunas variantes en las reglas recién mencionadas. Por ejemplo, podrías usar un envase de cartón de huevos y plantar una semilla en cada segmento. Luego, cuando sean lo suficientemente grandes para mudarse al jardín, corta cada segmento con un cuchillo o cortador de papeles y planta cada brote por su lado.  

El cartón en cualquier momento será atravesado por las raíces, ya que éstas pueden penetrarlo con facilidad cuando está húmedo. Cualquier semilla puede ser plantada de esta manera, aunque la técnica es especialmente recomendable para vegetales.  

Si conservas las canastillas de compras previas de plantas de semillero, vuelve a usarlas. Es mucho más fácil transplantar una sola planta desde estas canastillas seccionadas, ya que sus raíces no están entrelazadas. 

Germinación de semillas 

Asimismo, podrías germinar las semillas antes de plantarlas. Esto es bueno para árboles o grandes perennes, siempre que la semilla germine en etapas. Remoja las semillas en agua caliente por tres o cuatro horas.  

Una vez que hayan comenzado a hincharse, ubícalas en un envase plástico con algo de musgo esfagnáceo húmedo. Sella el plástico y déjalo a luz tenue hasta que veas aparecer a las raíces. 

Algunas semillas, como las habas, los frijoles y los guisantes requieren de la oscuridad para germinar. Éstos pueden ser ubicados en un cartón oscuro. 

Otra forma es esparcir las semillas finas semillas sobre toallas de papel húmedas, enrollarlo y luego sellarlo con una cobertura plástica. Mantente atento a la germinación y nunca permitas que la luz del día golpee directo sobre el rollo. Es conveniente etiquetarlo con fecha y nombre de modo que tengas una idea de lo que allí va a germinar. 

Cuidados al plantar las semillas 

Con frecuencia, las semillas compradas son rociadas con fungicidas. Por lo tanto, si estás trabajando con tus propias semillas, asegúrate de que no se desarrolle moho. Lamentablemente, si llegara a desarrollarse, y la semilla es demasiado pequeña para ser limpiada, será necesario comenzar todo otra vez.  

Si lo deseas, puedes espolvorear tus semillas con un buen fungicida. En cualquier caso, ten en cuenta que el moho sólo se desarrolla cuando hay demasiada humedad en la bolsa.   

Cuando llegue la hora de plantar tus semillas brotadas, déjalas secar ligeramente o podrían pegarse al contenedor y lastimarse al momento de ser removidas.  

Las semillas más finas pueden ser mezcladas con arena seca. Una vez que las semillas estén listas para ir al jardín, asegúrate de protegerlas de los caracoles, babosas y cochinillas de tierra. 

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