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Cervicitis crónica: llaguitas en el cuello uterino

“Llaguitas” no es un término médico, pero no hay una mujer adulta que no lo haya escuchado o que, a la mejor, no las haya tenido. Es que la cervicitis, pues esa es su denominación médica, es posiblemente el problema ginecológico más frecuente que tenemos que afrontar

"Llaguitas" o úlceras en el cuello de la matriz 

La dilatación rápida y grande del cuello del útero, pan permitir el paso del bebé durante el parto, es una causa más que suficiente para desencadenar una lesión en el mismo. 

Después del parto, la cicatrización del cuello del útero suele no ser muy perfecta y ciertas partes del mismo quedan descubiertas y desprotegidas, lo que facilita su infección.  

Esto no quiere decir que suceda en todos los partos y que no existan otras causas que expliquen la aparición de llaguitas.

Estas se pueden ver aun en niñas o en adolescentes y a las cuales llamamos "llaguitas" congénitas, pues seguramente son de nacimiento.

También pueden deberse a un desequilibrio hormonal –por el uso de anticonceptivos orales, por ejemplo-, o por gérmenes sépticos, o por enfermedades venéreas, o por traumatismos locales debidos a la mala colocación de un diafragma.

También puede asociarse –aunque más raramente- con una sensibilidad a ciertos químicos, incluyendo aquellos que están en los espermicidas, látex y los tampones.

En ocasiones, son varias de estas causas juntas las que determinan la aparición e infección de las llaguitas.

La paciente que viene a la consulta por un control anual puede no tener ningún síntoma y el hallazgo ser accidental. También suele ocurrir que consulta por no poder tener un bebé y ser este problema el causante de la esterilidad.

Es muy común que se queje del flujo vaginal que mancha su ropa interior. Este flujo puede ser de diferente color, olor y consistencia, dependiendo esto de las bacterias.

A veces, viene acompañado de sangre, especialmente después de una relación sexual.

También puede consultar por dolores en el bajo vientre o durante el acto sexual.

La mayoría de las veces es un cuadro crónico de larga duración, pero de vez en cuando vemos un episodio agudo con fiebre y bastantes molestias.

A! examinar el cuello visualmente, se nota que en lugar de su color rosado normal, se ha vuelto más rojo, más húmedo y brillante, pareciendo  faltarle en las zonas afectadas la parte más externa de su superficie.

Toda esta zona está cubierta por una secreción que indica la infección de la lesión.

El diagnóstico clínico es muy sencillo. Sin embargo, es muy importante el diagnóstico rnicroscópico de los elementos celulares de la lesión, pues los estadios iniciales (el comienzo) del carcinoma (cáncer) de cuello suelen parecerse significativamente a la cervicitis crónica y solamente la biopsia o el examen microscópico o el examen de las células lesionadas, obtenidas con un algodón o una maderita (método de Papanicolau), pueden aclarar las dudas.

Por eso, es fundamental que antes de tratar una cervicitis, especialmente en la edad en que la mujer puede tener cáncer, se efectúe un examen de Papanicolau para descartar un proceso maligno antes de iniciar el tratamiento.

En realidad, hacerse un Papanicolau periódicamente es una obligación que toda mujer adulta debe tener para consigo misma.

Tratamiento de la cervicitis

Todo depende por supuesto del origen de  la “llaguita” y de la etapa en que se encuentra.

En la cervicitis aguda de origen séptico o venéreo, el tratamiento consiste en antibióticos (o antimicóticos) por vía oral o local (cremas o lociones vaginales) y, de ser necesario, reposo físico y sexual.

En estos casos, debe examinarse –y eventualmente indicarse tratamiento- también a la pareja en busca de su equivalente masculino –la uretritis- ya que la infección de ambos (o co-infección) es frecuente.

La cervicitis crónica debida a partos o traumatismos, que son las más comunes, se puede solucionar con la coagulación de las áreas afectadas, ya sea con algún líquido destinado a tal efecto o con electricidad (electrocoagulación o electrocauterización).

Por supuesto  que este tratamiento no puede realizarse si existe un embarazo presente o algún otro proceso genital inflamatorio.

El mejor momento para realizar la electrocoagulación es inmediatamente después de la menstruación, por la relativa seguridad de que no existe embarazo, y al mismo tiempo se dispone de unos cuantos días hasta que aparezca la próxima menstruación, dando lugar a que la costra que se forma en el lugar de llaguita, caiga a su debido tiempo permitiendo una adecuada cicatrización.

Contra todos los miedos que las mujeres suelen tener, podemos asegurarles que la electrocoagu!ación no es un procedimiento doloroso, pero exige una abstinencia sexual de 3 semanas hasta que se desprenda la costra.

Las complicaciones de la coagulación son mínimas. La más importante es la caída de la costra demasiado prematuramente, produciendo una pequeña hemorragia que, de ser muy abundante, exige un pequeño taponamiento o un retoque de la electrocoagulación.

Como tratamientos alternativos a la tradicional electrocoagulación, pueden realizarse también criocirugía –que es el uso de nitrógeno líquido, o una sonda que está muy fría, para congelar y matar las células anormales- o terapia con láser.

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