Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

Cómo evitar que la edad sea una traba para trabajar

A medida que pasan los años, la inserción (o re-inserción) en el campo laboral se hace cada vez mas complicada. Algunos consejos para no enloquecer en caso de estar buscando luego de un largo tiempo de estabilidad.

Hay
un mito extendido en prácticamente toda la sociedad que indica que, a medida
que pasan los años, el campo laboral se hace un lugar más y más agresivo; que
cuanto más años se tiene, menos son las chances de realmente conseguir ese
puesto para el que nos estamos presentando; de que a las compañías sólo les
interesan los operarios y empleados jóvenes, recién salidos de la universidad
con un promedio de diez; de que aún los compañeros de trabajo (mucho mas
jóvenes) se oponen a trabajar con estas personas que -a una edad
mayor, pero no por ello viejos- necesitan conseguir la admisión en un ambiente
nuevo.

Por
lo tanto, la transición entre un empleo en el que nos hemos establecido por un
largo tiempo a una nueva situación laboral puede parecer imposible, por causa
de los demás. Esto, sin embargo, no siempre tiene que ser tan así. 

Primer obstáculo:
nosotros mismos
 

Es
cierto mucho de lo que se ha expuesto hasta aquí. Es cierto que a partir de
cierta edad se hace más difícil conseguir un nuevo puesto en una nueva empresa,
así como también es cierto que las compañías suelen buscar a gente joven (en
parte porque es más fácil pagarles menos, al tener menos currículo y
experiencia para convertir en sueldo). Además, la misma sociedad establece
ventajas para éstos, mientras que tiende a relegar a quien trata de
re-insertarse luego de pasado cierto tiempo.

Pero
no es cierto que todo sea culpa de factores externos sobre los que no tenemos
ningún o casi ningún control. Gran parte de la responsabilidad y gravedad de
esta situación está en nosotros mismos.

Muchas
veces, el buscador de empleo de edad “madura” construye barreras en sí mismo,
paredes construidas a partir de la idea de que la gente “mayor” no es bien
recibida en el sitio de trabajo. Por supuesto, esto no es más que un reflejo de
lo que la sociedad nos dice continuamente, pero aún así es la primer gran traba
con que nos encontramos en esta situación.

Entonces,
lo que debemos hacer es, inmediatamente, luchar contra este pensamiento,
impedir que la sociedad sea la determinante de nuestra actitud hacia nosotros
mismos y nuestras posibilidades laborales. 
Debemos demostrar (y demostrarnos)
que tenemos mucho que ofrecer en el campo laboral. Hay grupos de ayuda que
pueden colaborar con nosotros en esta búsqueda. En ellos, podremos aprender de
otra gente que está pasando por la misma situación que nosotros o que, mejor aún, ya la ha pasado.

Es
imperioso, además, identificar nuestras habilidades y las formas en que podemos
utilizarlas, además de mejorarlas y actualizarlas tanto como sea posible. El
campo laboral se mueve y, para insertarnos en él, debemos movernos nosotros
también. 
Cuando tenemos una entrevista laboral, es importante poder ofrecer
nuestras habilidades e un modo adecuado a las técnicas laborales actuales. Después
de todo, estamos vendiéndonos nosotros mismos en una entrevista, y nadie quiere
comprar un modelo que ya tiene muchos años. Lo que sale es lo nuevo y
actualizado.

Inclusive,
las propias reglas del mercado laboral cambian, tanto en lo social como en lo
legal, y debemos saber qué cambios se han producido desde nuestro último
contacto con las mismas. 

Luciendo joven 

Una
de las primeras ideas que probablemente pasarán por nuestra mente cuando
entremos en esta situación y nos estemos preparando para la tan mentada
“re-inserción” es que es necesario que luzcamos tan jóvenes como sea posible,
porque así seremos aceptados más fácilmente.

Sin
embargo, esto es una falacia.

Lo
más importante es lucir bien. No joven o viejo, no lindo o feo, sino
profesional, prolijo, elegante si se quiere, ordenado y bien presentado.
Envejecer es una parte inevitable de la vida y debe ser aceptado como tal. 
Es
mucho más importante demostrar que estamos cómodos con esto a que parezca que
estamos tratando de disimular nuestra edad de cualquier forma posible, en una
negación casi enajenada.

Entonces,
en vez de vestirnos y arreglarnos para lucir jóvenes, tratemos de descubrir qué
tipo de vestimenta es aceptada en el lugar donde tenemos la entrevista, para
vestirnos de acuerdo a los códigos que se manejan en la compañía. 
Podemos,
inclusive, chequear la recepción del edificio, para observar cómo se visten los
empleados. Y sobre la base de esto podemos decidir si vestirnos formalmente o
si un poco más de informalidad es aceptable.

Mantengamos
una cosa en mente: si somos los únicos de traje, probablemente pareceremos más
viejos. Por otro lado, usar jeans puede darnos un look juvenil, pero
hacernos perder el trabajo por dar una sensación de total falta de
profesionalismo. 
O sea, es más importante lucir de la forma apropiada que tener
un código de vestimenta establecido y respetado a rajatabla. 

Nunca es tarde 

Dejando
de lado el punto de cómo vestirnos y cuán jóvenes queremos lucir, otra de las
ideas firmemente establecidas en la cabeza de cualquier persona que se
encuentra frente al desafío de buscar trabajo nuevamente después de un largo
tiempo es la de que somos demasiado viejos como para poder aprender nuevos trucos.

Tigre
viejo no cambia las manchas, y empleado viejo no aprende nuevas habilidades,
podría ser el dicho que fundamente las ideas de muchos empleados desempleados.

Y
es triste, porque, pese a que piensen que es muy tarde para empezar una nueva
carrera o trabajar en un campo en el que nunca se han desempeñado, la verdad es
que esto no es así.  

Primero
y principal, siempre se pueden aprender nuevas habilidades y el conocimiento es
una de las pocas cosas que siempre puede crecer. Aún si hemos trabajado como
escribanos toda la vida, eso no quiere decir que no podamos llegar a ser excelentes
ingenieros. Los títulos no deberían definirnos como trabajadores, sino nuestras
habilidades.

Y
si uno hace una lista de las habilidades que ha ido adquiriendo a lo largo de
la vida y estudios, y de las aportadas por los puestos que ha ocupado, se dará
cuenta de que, por un lado, la lista es mucho más larga de lo que puede
suponer y, por otro lado, estas viejas habilidades pueden ser
aplicadas en nuevas áreas laborales, de las cuales, seguramente, suponíamos que
no teníamos ni idea. 

Yo sé más 

Ahora
bien, lo que no debe hacerse en la entrevista, bajo ninguna circunstancia, es
dar ordenes y consejos bajo la idea de que uno sabe mucho más que el
entrevistador.

Esto
suele suceder porque la experiencia y los años en el campo laboral llevan a la
persona a suponer que sabe mucho más que el que lo está entrevistando, quien
suele ser más joven o puede aparecer como inexperto. 

La experiencia puede tener
esta contra: puede hacernos suponer que nosotros podríamos hacer un mejor
trabajo que todos los demás, incluido nuestro contratante o posible empleador. 
Debemos abrir la mente a la posibilidad de aprender de alguien menor que
nosotros, ya que, al hacerlo así, dejamos de presentar la edad de la otra
persona como un obstáculo, y nuestra propia edad pierde importancia.

Más
adelante, si conseguimos el trabajo y las políticas de la compañía lo permiten,
ya tendremos tiempo de dar consejos. 

Del otro lado 

Pero
no todas las trabas para conseguir trabajo a esta edad se presentan de nuestro
lado.  
Las ideas socialmente determinadas son importantes y arraigadas también en
los empleadores. 
Así, podemos decir que es cierto que las empresas muchas veces
no quieren contratar a alguien que pasa cierta edad. Por eso ahora comentaremos
algunos de estos puntos negativos en la actitud del posible empleador, que
realmente pueden hacernos la vida imposible. 

No más de 60 

Pese
a que es discriminatorio y totalmente absurdo como idea y principio, se sabe
que algunos empleadores se niegan a contratar gente de mas de cuarenta,
cincuenta o sesenta años. Es
cierto que la mayor parte de los empleadores no lo dirán directamente, sino de
forma sutil y tácita. Sin embargo, algunos llegan a realmente a proferir este
tipo de ideas.

Y
lo peor es que esta situación puede parecer imposible de solucionar. Después de
todo, no podemos dejar de tener más de sesenta, por más que nos maquillemos y
nos vistamos con ropa “juvenil”. Una vez que entramos a la entrevista, no hay
vuelta atrás.

Bien,
lo más importante, entonces, es llegar a la entrevista. Para esto, podemos
omitir en nuestro curriculum vitae algunas de nuestras ocupaciones más
antiguas. Por supuesto, no aquellas que más se ajusten a las habilidades
necesarias para el empleo al que nos estamos postulando.

Una
vez que estamos en la entrevista, ya la edad no se puede disimular, pero
podemos compensarla, demostrando que estamos calificados, somos enérgicos, que
nos haremos cargo de la empresa y sus necesidades.

Una
entrevista de trabajo no es un paseo por nuestra infancia ni una reunión social
en la que hablar de nuestros hijos y nietos o recordar anécdotas de juventud.
En una entrevista debemos demostrar que podemos ser útiles para la empresa y
que somos los más idóneos para el empleo que queremos conseguir. Y para esto no
hay edad. 

Exceso de experiencia 

Otro
de los problemas generados por el empleador es la idea de que una persona con
demasiada experiencia o más calificaciones de las requeridas no es una persona
contratable.

La
única forma de evitar esto es limitar nuestras habilidades y experiencias en el
momento de la entrevista, evitando espantar al empleador con una interminable
lista de sitios donde nos hemos desempeñado y de lo que hemos aprendido en cada
uno, así como de todos los títulos y cursos que hemos acumulado con los años.

Debemos
tratar de mantenernos simples, refiriéndonos principalmente a aquellas
experiencias, títulos, cursos, etc. que mejor se adecuen a lo que necesitaremos
para ser elegidos para el puesto, sin necesidad de hablar exhaustivamente de
todo lo que sabemos.

Pero,
atención, esto no significa que debemos vendernos más baratos de lo que
realmente valemos.

Algunos
empleadores suponen que contratar gente mayor es una ventaja, ya que le pueden
pagar menos. Pero tenemos habilidades y experiencia, y nuestro sueldo debe
reflejar esto y nada más. Nuestra edad no debe ser determinante a la hora de
calcular nuestra paga. No nos regalemos por no sobrecalificar para el puesto,
así como no debemos extendernos demasiado sobre estas calificaciones, para no
espantar empleadores.  

Cerca del retiro 

Finalmente,
la ultima y tal vez mayor contra que encontraremos en los empleadores a la hora
de seleccionar una persona mayor para hacer el trabajo es la idea de que esta
persona se puede retirar pronto, dejándolo en la situación de tener que salir a
buscar un empleado nuevo otra vez, con las consiguientes complicaciones que
esto acarrea (tiempo, trabajo, la necesidad de adaptarse a una persona nueva
cuando apenas se terminaba de conocer al empleado anterior, etc.).

Para
evitar esto, debemos forzar al entrevistador a que deje de pensar en nuestra
edad, para que esto no sea un factor determinante. En realidad, este es el paso
vital para solucionar toda las situaciones que hemos planteado hasta aquí.

¿Cómo
hacerlo? Antes de la entrevista, debemos hacer nuestra tarea, aprendiendo todo
lo posible sobre la compañía, su situación, técnicas laborales, etc. 
Debemos
poder describir nuestras habilidades y experiencia, pero no de
cualquier forma, si no pudiendo relacionarlas con lo que estamos haciendo y con
las necesidades de la compañía. 

Debemos ser enérgicos y entusiastas,
demostrando nuestra alegría ante la posibilidad de un nuevo reto laboral y la
chance de crecer y desarrollarnos. Demostrar que le podemos ser más que útiles
a la empresa. Esto es lo que cualquier empleador busca en un empleado.

Si
logramos hacer esto, pronto dejarán de vernos como una edad y empezarán a
vernos como un posible empleado.

Si
estás pensando en tu propio emprendimiento, y quieres conocer
lo que los expertos tienen para decirte
, descarga ahora nuestro libro
gratis
Empresarios
y emprendedores
(haz clic en el nombre del libro para
descargarlo).