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Familias ensambladas, el modelo del siglo XXI

Cada vez más comunes, las “familias ensambladas” son aquellas familias formadas por personas separadas y con hijos que vuelven a armar una pareja con otras personas, también separadas y con hijos. Claves para comprender mejor este fenómeno.


Las estadísticas
mundiales están dando cuenta del crecimiento de un fenómeno casi inexistente en
nuestra infancia, pero actualmente cada vez más común y difundido en la vida de
cientos de miles de personas.


Se trata de la
proliferación de las denominadas “familias ensambladas”, es decir, familias
compuestas por dos adultos divorciados, separados o viudos, en las cuales
también tienen cabida los hijos menores o adolescentes de cada uno de ellos.


En efecto, los números
demuestran que, -en varios países del mundo-, durante las últimas dos décadas
aumentaron drásticamente las uniones de hecho (que suelen efectuarse entre
personas separadas), principalmente en los sectores de clase media o media
alta.


En los Estados Unidos,
por ejemplo, casi un 75% de los divorciados vuelve a casarse o se une de hecho.
Por su parte, en Inglaterra, la tercera parte de los casamientos es efectuado
por personas divorciadas, mientras que en Francia, se calculaba en casi un
millón los menores de 25 años que convivían con un padrastro o una madrastra. En
algunos países de Latinoamérica, la proporción de bebés nacidos en el seno de
parejas no casadas, trepó en la última década de alrededor de 30 por
ciento hasta casi el 50 por ciento.


Por eso mismo, si cuando
éramos chicos la norma era vivir juntos, hoy en día no son pocos los ámbitos donde de hecho la mayoría de los
chicos ya están formando parte de estas familias ensambladas.


Por esto mismo, en los
Estados Unidos muchos especialistas en relaciones familiares afirman que para
2010 las denominadas “familias ensambladas” pasarán a ser el tipo de vínculo más
frecuente, y de hecho, en ese país ya se ha creado una fundación, la Stepfamily
Association of America, encargada de asesorar a un gran número de adultos y
niños, de todos los niveles sociales, que deben adaptarse a esta nueva forma de
integración familiar.


Sucede que, por cierto,
estas nuevas familias incluyen relaciones mucho más complejas que las
tradicionales, puesto que lógicamente se presentará allí la interacción de
más personas, cada una de ellas con vidas pasadas diferentes, que no obstante
deberán volver a integrarse en una nueva familia.

Frente a un nuevo camino


Cuando dos personas
vuelven a vivir en pareja, se puede afirmar que se estará comenzando a recorrer
un camino que muy posiblemente incluirá situaciones difíciles, especialmente en
sus inicios. Y de hecho, el divorcio suele ser aún más frecuente entre las personas que forman una segunda o tercera pareja.

La razón de estas
dificultades es más que lógica, ya que se trata de familias mucho más
complejas, donde más personas se encuentran involucradas en la convivencia y en
la toma de decisiones, y -para peor- luego de transitar un período de pérdidas y
cambios, que les significó la separación de su anterior familia.


Así, tanto hijos como los
padres todavía guardan en su memoria ciertas expectativas provenientes de sus familias
anteriores, que muy posiblemente deberán confrontar con la realidad, ya que no
existen en el mundo dos familias iguales.


Por su parte, los hijos
serán miembros de dos hogares diferentes, pero en los cuales siempre estará
ausente uno de los dos padres biológico, por lo que será también fundamental captar los
sentimientos por lo que atraviesan estos chicos, ayudándolos a expresar sus
sentimientos, sin reprimirles su angustia y tristeza.


Con todo, los expertos
señalan que todas estas dificultades podrían también convertirse en ventajas con
el paso del tiempo, ya que el hecho de que los niños se ausenten temporalmente
para dirigirse a la casa de su otro padre biológico, permitirá que la nueva
pareja goce de mayores espacios de intimidad.


Por su parte, en relación
a los hijos, será muy beneficioso que puedan ir aprendiendo cómo adaptarse a
nuevos y diferentes escenarios, lo cual sin dudas mejorará su capacidad para ser
más flexible, negociar, desarrollar, formar, y mantener relaciones, y lograr una
mayor confianza en sí mismos, gracias a la mayor independencia que brinda el
hecho de poder manejarse entre dos familias.


Reglas para el recorrido


Aunque cada familia forma
y desarrolla un estilo de vida diferente, los expertos señalan que es posible
delinear algunos rumbos que pueden ser muy útiles a la hora de aceitar las
relaciones.


En este sentido, durante
los primeros momentos, será muy importante que la disciplina y el orden de la
casa sean aplicadas por el adulto que se encuentre presente en el momento, ya
que es importante que los chicos sepan que la autoridad continuará partiendo de los adultos, y no
de los chicos. Para esto, será fundamental que los
nuevos cónyuges acuerden entre sí qué tipos de reglas impondrán, en relación a
sus hijos y los de su pareja.


Otra clave para que la
familia ensamblada logre una mejor integración, es que los adultos sepan crear
un vínculo personal con el hijo de su pareja. Esto podría facilitarse mediante
alguna salida realizada sólo entre el padrastro o madrastra con el hijo de su
cónyuge, que puede incluir una escapada al teatro o simplemente dirigirse al
supermercado, para poder aumentar el sentido de pertenencia.


Por el contrario,
aquellos padrastros o madrastras que critiquen a la ex pareja del padre o la
madre biológica (es decir, el otro padre biológico del chico), estarán
involucrando a los niños en una situación muy compleja, en la que los mismos
deberán tomar partido a muy temprana edad por alguno de sus seres queridos,
generándose una ruptura con el otro.


De hecho, la mayoría de
los especialistas afirman que son esta clase de divorcios los que pueden dañar
al niño, y no el divorcio en sí, pues si la separación es en buenos términos,
muy posiblemente la nueva familia ensamblada vivirá en un clima de mayor armonía, y
con vínculos más sanos y previsibles.

Pequeñas certezas


A causa de que el
fenómeno de las familias ensambladas es un fenómeno relativamente reciente,
todavía no existen muchos profesionales ni trabajos especializados en el tema.
Sin embargo, los especialistas señalan que es posible dar cuenta de algunas pautas
sobre las que ya se tienen ciertas certezas:

En primer lugar, se sabe
que la llegada de un nuevo hijo a la familia ensamblada, lejos de ser entre los
niños un factor permanente de celos y envidias (esto no quiere decir que en los primeros
tiempo no los experimenten) podría unir a la familia, ya que el bebé será algo
que todos tendrán en común.


Se sabe también que
cuanto más chicos son los hijos, más sencillo es el ensamble, ya que con los
adolescentes la posibilidad de desarrollar un nuevo vínculo podría ser mucho más
difícil. Sin embargo, la relación con los hijos del nuevo marido o esposa, tanto
niños como adolescentes, podría ser muy buena en ambos casos, ya que la misma
convivencia ayudará a que chicos y adultos ganen intimidad muy pronto.


Otra certeza de los
especialistas, es que no se debe esperar que las familias ensambladas se
integren en un breve lapso de tiempo, pues se necesitará tiempo y experiencias
compartidas para que se fomenten las relaciones y surja el cariño. Este período
suele llevar entre 4 y 7 años, pero puede ser menor si los niños son pequeños.


Por su parte, en cuanto a
la relación entre las madrastras o padrastros con sus hijastros, no se puede
decir que sean generalmente buenas o generalmente malas, ya que, al igual que
sucede con los padres o madres biológicos, es posible que se establezcan
vínculos muy profundos, o bien distantes.


Los expertos también
señalan que es falsa la creencia de que los chicos se adaptan mal a una nueva
familia. De hecho, las estadísticas dan cuenta de que sólo un tercio de los
hijos no se adapta naturalmente, lo cual igualmente se puede revertir mediante
la ayuda terapéutica.


También es errónea la
creencia de que los las relaciones son más fáciles de desarrollar si la
familia ensambladase forma luego de que el adulto enviude, en vez de
divorciarse. De hecho, muchos chicos piensan que el nuevo matrimonio de sus
padres viudos es como una traición al progenitor que murió, y se sabe incluso
que suele ser más difícil la integración de los chicos que no ven, -o ven muy
poco-, al padre con el que no conviven, pues suelen idealizarlo, y por ende se
dificulta la relación con el padrastro o madrastra.


Por último, es importante
que no se intenten emular estilos de vida pasados, ya que la nueva familia
tendrá características propias, y el desconocer estas diferencias podría causar
diversos tipos de conflicto y un amplio riesgo de que se produzca un nuevo
divorcio.

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