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Consolidando el vínculo entre los padres y sus hijos adultos

Establecer y mantener relaciones saludables entre padres e hijos es imprescindible en cualquier edad y etapa de la vida. Este artículo brinda algunas sugerencias para poder hacerlo cuando los hijos ya son adultos.


Hoy en día, la creciente expectativa de vida significa que los miembros de una
familia pasarán más tiempo en roles intergeneracionales, que requieren sin dudas
de mayor negociación y entendimiento para hacer frente a los cambios.

La relación de un hijo adulto con sus padres tiene un fuerte efecto sobre el
estado psicológico de ambos padres y de los hijos, y proporciona un lazo social
muy duradero. Es importante que las distintas generaciones trabajen juntas para
hacer que la relación sea satisfactoria antes que tirante o tensa.

Hijos adultos y sus padres,
una relación ambivalente


Los lazos entre las distintas generaciones, compuestas por los hijos adultos y
sus padres, se pueden entender como "relaciones ambivalentes" Los lazos
ambivalentes incluyen opiniones positivas y negativas de una persona hacia otra.

Estas sensaciones entre los hijos adultos y sus padres, incluyen amor, ayuda
recíproca, valores compartidos, y mucha solidaridad, pero también podrían, al
mismo tiempo, contener una continua serie de emociones y de sensaciones de
aislamiento, conflicto y problemas familiares, como abuso, negligencia, y
tensión por parte de los miembros.


Las sensaciones ambivalentes son mayores durante las épocas de transiciones
tales como la jubilación, algún fallecimiento, enfermedad, matrimonios,
nacimientos, y cambios de carrera. Existen tres aspectos en las relaciones del
hijo adulto con sus padres, que pueden especialmente provocar algún tipo de
ambivalencia:


1) Puede haber ambivalencia entre la autonomía y la dependencia. Los hijos
adultos y los padres mayores tienen deseo de ayudar, apoyar, e intervenir, pero
este deseo se puede poner en contraste con la libertad. (ejemplo: la sensación
de muchas madres de estar aprisionadas entre la necesidad de apoyo de sus hijas
adultas y su propia necesidad de independencia y autorrealización. Las hijas
adultas luchan con su deseo de seguir siendo hijas, y convertirse en esposas y
madres independientes).


2) La ambivalencia como resultando de la solidaridad. Las familias que
demuestran solidaridad (co-residencia u hogares con proximidad cercana,
dependencia mutua para la ayuda, e interacción frecuente) probablemente tengan
sensaciones contradictorias, tales como descontento sobre su relación, luchas
para lograr independencia, y conflictos diversos.


3) La ambivalencia como resultando de normas (expectativas sociales) que entran
en conflicto con respecto a las relaciones intergeneracionales. Las normas
sociales pueden incluir obligaciones entre los parientes y la obligación de
asistir a miembros familiares de otra generación.

Fuentes de tensión entre los
hijos adultos y sus padres


Las diferencias en valores y creencias, pueden convertirse en una fuente de
tensión en los lazos intergeneracionales.

Los padres y los hijos adultos que
suelen estar de acuerdo sobre cómo manejar el dinero, criar hijos, sus tipos de
amigos y socios, creencias religiosas, y otros valores, tienen a menudo menos
dificultades en sus relaciones. Las diferencias en las diversas etapas de
desarrollo de la vida, pueden ser una fuente de tensión en la familia.

Los
padres mayores pueden tener que enfrentarse a su envejecimiento, su delicada
salud, su retiro, o su mudanza, y sus hijos deben asumir que ellos (sus padres)
están más viejos y no pueden hacer tanto como querrían, por lo que pueden
necesitar alguna ayuda por parte de sus hijos.

Esto puede suceder justamente
cuando los hijos adultos se están ocupando de su propia mudanza, de una mayor
responsabilidad en su trabajo, y están cuidando a sus hijos, lo que deja menos
tiempo para proporcionar a sus padres.


Las diferencias en las expectativas de los padres hacia sus hijos, y los
objetivos y el comportamiento de los propios hijos, pueden ser una fuente de
tensión.

Los hijos pueden también alcanzar todo lo que esperaban sus padres,
pero en su relación puede faltar afecto, calor, respecto, una comunicación
abierta, y honradez. Los hijos adultos pueden también a su vez tener diferencias
con las expectativas en el comportamiento de sus propios padres.

Los padres
pueden no lograr proporcionar una ayuda financiera solicitada por sus hijos, o
pueden interferir en las vidas de sus hijos. Puede que tampoco estén disponibles
para ayudar en la crianza de sus nietos. El resultado, puede ser la decepción
mutua.

Hijos adultos: construyendo y
manteniendo relaciones sanas


Le ofrecemos algunas sugerencias para la construcción y el mantenimiento de
lazos sanos, entre los hijos adultos y sus padres mayores:


Sea honesto.

Acepte a tiempo sus errores y dudas. Los miedos, las dudas sobre uno mismo, las
culpas, y otro tipo de sensaciones nos privan de entender a los otros y de
cambiar nuestro comportamiento.

• Sea comunicativo.
Escuche e intente entender las experiencias de la otra persona. Comparta sus
propias expectativas, sensaciones, esperanzas, y preocupaciones.

• Acepte otros sentimientos y creencias.
Reconozca que los sentimientos y las creencias de los hijos adultos y de los
padres mayores son verdaderas para cada uno de ellos. Todos merecen el derecho
de tener sus propias opiniones, incluso si son diferentes a la del otro.

• Respétense el uno al otro.
El respecto trae más respeto, y reconoce la individualidad.

• ¡Déjelo ser!
Reconozca que cada generación toma decisiones distintas, y debe sufrir o
disfrutar pos sus consecuencias. No prohíba a la otra generación la oportunidad
de aprender de cada situación.

• No tome toda la culpa o el crédito.
Cada generación tiene experiencias únicas.

• Elija para su propio bien.
Cualquier decisión que tome, debe ser en base a su propia determinación (aunque
escuchando los consejos del otro). De esta forma, en caso de fallar, no cargará
las culpas de su resentimiento a la otra persona, y podrá continuar manteniendo
una buena relación.

• Sea flexible.
Tome la decisión de construir y de mantener una relación sana entre las
diferentes generaciones de su familia.

Las relaciones entre los hijos adultos y sus padres continúan a través de toda
la vida, hasta el último momento.

Estas relaciones están desafiadas no sólo por
el incremento en las expectativas de vida, sino también por las diversas
transiciones en la existencia, tales como cambios en residencia, trabajo, salud,
matrimonio, divorcio, y nupcias.

Construir y mantener lazos intergeneracionales
sanos, puede dar a las personas y sus familias la posibilidad de acceder a un
mayor conocimiento, respeto, y aprecio entre los unos y los otros.

Las
habilidades para entender las diversas necesidades, proporcionan también una
importante herencia a las generaciones futuras, que también tendrán que ocuparse
de las transiciones y de las tensiones de la vida.