Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

Cómo mantener sana nuestra ropa

Los cambios de estación y temperatura nos obligan a embolsar y “archivar” nuestra ropa en baúles o depósitos que hacen o pueden causar serios daños en la textura. De igual manera, pasa con la excesiva exposición al sol, o en la forma de lavar esas prendas. Algunos consejos para evitar estos inconvenientes y mantener la “salud” de nuestra ropa…


 

 

Uno de los principales problemas es la de la presencia
de malos olores. Para eso se recomienda la infalible solución de
dejarlas toda una noche en agua con bicarbonato. Y ni hablar del maléfico
accionar de las
Polillas,
para lo cual se debe
cortar la piel de un limón y colgarla
dentro del armario.

Los distintos materiales, necesitan de diferentes formas de tratamiento,
la Lana, por ejemplo, hay que lavarla con agua fría y sobre todo no hay que tender la prenda en
vertical, sino que hay tender la ropa encima de una toalla y dejarla así para
que absorba la humedad.

El Lino, en cambio, hay que lavarlo siempre a mano, y
nunca centrifugarse. Mientras que la temperatura del agua ha de ser media y no
muy caliente.

El
Algodón
como todos saben, encoge si es que se lava con agua caliente. Las prendas de
color o estampadas, hay que lavarlas solas la primera vez, porque siempre destiñen
un poco. La Seda,
por su lado,
no admite temperaturas altas ni centrifugado y si
uno desea plancharlas, hacerlo a temperaturas mínimas.

A los Tejidos artificiales
se recomienda no centrifugarlos para evitar que se deformen, mientras que a los
tejidos
sintéticos
(lycra, elastane, poliéster, nylon…) hay que
lavarlos en agua tibia y plancharlos a temperatura baja y sin vapor.

Además,
tener en cuenta que si la prenda tiene entretela o forro, no se debe mojar, hay
que limpiarla en seco para evitar que se deforme, luego hay que distribuir bien
el jabón, para evitar manchas en la ropa, y utilizar jabones neutros para lavar
prendas delicadas.