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Dulces, golosinas y bocadillos, amigos del estrés

A mayor estrés y ansiedad, más deseos de comer dulces. Todos lo sabíamos, pero la ciencia lo confirma…

Estrés crónico, ansiedad y antojos

Una investigación del departamento  de Fisiología y Neurociencias de la Universidad de California ha demostrado por primera vez que la tendencia a comer  demasiado en el estado de estrés crónico tiene una base biológica.

Hay dos tipos de estrés que sufre el cuerpo y que tienen un diferente dispositivo de frenado de su actividad hormonal: el estrés agudo  se caracteriza por presentar ansiedad en la persona.

Cuando las hormonas del estrés se producen en niveles elevados, las glándulas suprarrenales interactúan con el cerebro y bloquean la respuesta del estrés”, explica el neurólogo Bautista Bazterrica.

El estrés crónico se manifiesta cuando una persona está expuesta a varias situaciones de nerviosismo de manera diaria y se produce una tensión crónica.

Las hormonas del estrés se encuentran siempre elevadas. El sistema nervioso se excita a sí mismo en círculo vicioso”, continúa diciendo.

Las ratas que han sido las protagonistas del hallazgo fueron inyectadas con corticotropina para simular el efecto del estrés en el ser humano y mostraron un deseo exagerado por obtener una gratificación (un dulce) cuando percibían una señal que se asociaba con ese premio.

“Cuando el factor liberador de la sustancia llega al cerebro crea una ventana especial de vulnerabilidad para las tentaciones. El experimento demostró que la sustancia cerebral del estrés triplicó la intensidad del deseo por alimentos con azúcar en relación al provocado por indicadores de ese dulce”, advirtió el especialista en psicología de la Universidad, Kent Berridge.

Este resultado explica por qué las personas que sufren de una ansiedad perpetua sienten antojos más intensos y necesitan satisfacerse de manera compulsiva.

Tengo un problema, mejor me como algo dulce…

Según otro informe complementario realizado por el departamento de Psicología Clínica del Instituto de Psicoterapia e Investigación Psicosomática de Madrid, al que tuvimos acceso, también avala la idea de que los dulces tienen un efecto activador que ayuda en los procesos atencionales y en la resolución de problemas diarios generados por situaciones de tensión y angustia.

Estos resultados se refieren a la relación que existe entre los alimentos ricos en azúcares y grasas y el estrés transitorio. Si una persona se expone diariamente a niveles avanzados de tensión, la ingesta de dulces será contraproducente ya que se logrará un efecto adverso al buscado”, señala Juan José Pérez Salgado, médico clínico español.

Este sondeo fue realizado en 120 personas en edades comprendidas  entre 17 y 66 años que demostraban calmarse cuando ingerían un alimento dulce bajo un grado leve de estrés.

Observamos dos resultados: los chicles tienen un efecto activador, aumenta la atención y los caramelos poseen un efecto calmante ya que disminuyen la ansiedad.

Los dulces pueden actuar como un mecanismo canalizador de la ansiedad y estrés puntuales y transitorios”, comenta Manuel Rodríguez Abuín, quien llevó a cabo esta muestra.

Lo más importante es, según los expertos, mantener un equilibrio emocional e intentar combatir el estrés crónico mediante métodos efectivos y naturales que no alteren más aún la calidad de vida que se intenta recuperar.

Por tal motivo, los especialistas aconsejan primero identificar qué tipo de estrés se está padeciendo para poder comenzar con un tratamiento adecuado.

Si bien un dulce no hace mal y puede aportar calma en una situación de ansiedad concreta, es aconsejable consultar con un profesional cuando se padezcan episodios de ansiedad o tensión con mucha frecuencia.

Consejos prácticos 

         Identificar si se está bajo el efecto de un estrés agudo o crónico.

         Consultar con un especialista que aconseje, teniendo en cuenta la historia de cada uno, el mejor tratamiento para el manejo y tratamiento del estrés.

         Si se tiene obesidad no es aconsejable ingerir alimentos ricos en azúcar por más de que se esté atravesando alguna etapa de tensión transitoria.

         Si se padece depresión, tampoco son recomendables los dulces. 

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