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¡Ay, cómo duele crecer…!

Siempre estamos atentos a los errores que comete el otro. Siempre estamos listos para recordarle cuando y cuanto se ha equivocado. ¿Porque tengo que cambiar yo? ¡Que cambie el otro primero! Y así seguimos, y seguimos…

La paja en el ojo ajeno…

Siempre tenemos a la mano una lista mental con fechas, hora, gestos, palabras, acciones, y sobre todo los resultados que trajo ese error y si es algo que nos hizo sufrir, no se la va a acabar, nos encargaremos de que esto no pase nunca al olvido.

Siempre estamos pensando que el señalar los errores del otro nos traerá beneficios, nos hará sentir mejor y sobre todo hará que la otra persona nos respete y nos valore haciendo cambios estructurales en su vida.

Que lejos estamos de lograrlo, quizá después de vaciar en el otro nuestro desprecio y nuestro resentimiento nos haga sentirnos mejor pero en un plazo muy corto volverá el resentimiento para continuar con nuestra actitud y nuestro dolor.

En consulta, escucho muy seguido algo parecido a . . . .

¡Cuando me casé estaba muy enamorada! Pero ahora ya no ¡él se ha encargado de que yo cambie!

¡Ella era muy buena, pero… nomás nos casamos y cambió todo!

¿Porque tengo que cambiar yo? ¡Que cambie el primero!

Nos cuesta tanto crecer y tomar las riendas de nuestra vida y observar que tanto del problema que tenemos es nuestro.

Es más cómodo quedarnos pequeños emocionalmente y no crecer para no ver lo que sucede a nuestro alrededor.

Vamos creciendo físicamente eso es inevitable, pero el crecer  emocionalmente, eso es diferente.

Eternos adolescentes

La verdad aunque duela nos quedamos adolescentes y ¡no crecemos!

En la experiencia terapéutica con adolescentes al preguntarles que sienten al estar cambiando, que sienten cuando su cuerpo ya no es el mismo y que la vida  no les pregunta, solo pasa, sin excepción me contestan: ME DA MIEDO.

Otra pregunta que hago en consulta con adolescentes es que si prefieren quedarse como están o que si quieren crecer y sin excepción me contestan:

QUIERO CRECER PARA LAS LIBERTADES Y DIVERSIÓN Y QUIERO QUEDARME CHIQUITO PARA LAS OBLIGACIONES.

Con estas dos respuestas tenemos una idea clara de lo que significa para el ser humano el crecer y madurar.

Leyendo un artículo de la terapeuta Edda Montull sobre las ventajas de las crisis, ella menciona que hay que recordar que cuando pequeños mamá todo nos soluciona y somos felices, y al pasar cada etapa sucede una “crisis” donde vamos adquiriendo habilidades, en cada experiencia que vivimos adquirimos aprendizaje y nos sentimos mas seguros cuando vamos dominando ese nuevo terreno y es así como crecemos.

Por otro lado el adolescente llega a esta etapa casi a empujones pues no “sabe” ser adolescente y esta etapa esta muy relacionada con el “dolor”.

Las crisis nos dan miedo porque nos enfrentan a la realidad en la niñez tenemos el pensamiento mágico, en la adolescencia se empieza a perder y no queremos, deseamos que esa magia siga de forma permanente.

Por otro lado hay  factores sociales que influyen. Veamos como los adelantos tecnológicos han traído consigo muchos beneficios por un lado pero . . . . por otro tenemos acceso a tanta información, a tantos estímulos que todo esto ha creado mucha confusión en la mente del adolescente.

Los estudios realizados en los años recientes muestran que la adolescencia se ha retrasado considerablemente, los jóvenes de 18 años no quieren responsabilidades, apenas están empezando a disfrutar los deleites de la libertad.

Echemos un “vistazo” al mundo actual y sus jóvenes, los que tenemos hijos de la edad de entre 18 a 25 años vemos que la fiesta es continúa, hacen lo que sea para lograr salir cada vez mas tarde, para disfrutar “mas” estar en un torbellino de ruido, de música, de fiesta donde se olvidan de todo.

Y pensándolo bien ¿por qué no? ¿quién quiere ver la realidad si duele tanto? ¿para que me quedo en casa y observo los pleitos, o escucho regaños y continuas cargas de tareas que debo hacer?

Y prefieren permanecer dormidos el mayor tiempo posible  quizá porque intuyen lo que significa el “crecer”.

Sin embargo el tiempo pasa y no nos espera la vida nos alcanza y cuando acordamos ya estamos adultos ¡¡Que horror!! ¿A que horas llegó?.

Cuando sufrimos una crisis no sabemos como afrontarla ya que estamos perdidos en nuestra confusión, en no querer que nos duela y es tanto el dolor que buscamos que todo termine y paradójicamente caminamos irremediablemente hacia mas dolor y repetimos, repetimos y repetimos el mismo comportamiento o nos relacionamos con el mismo tipo de personas que terminamos igual que antes.

Aquí se obliga una pregunta: ¿sigo siendo un adolescente?, no importa la edad cronológica que tengamos muchas veces somos unos niños atrapados en un cuerpo adulto de hombre o mujer; ¿sigo en la fiesta a pesar de tener más de 28, 30, 32 años?, o si estamos casados sigo sintiéndome como soltero/a y ¿no asumo mis responsabilidades?

Madurar emocionalmente

Muchas veces nuestras acciones son inmaduras pero al poseer un cuerpo de adulto con derechos y ventajas que trae la edad imponemos reglas, ideas, disciplinas, emitimos opiniones, marcamos lineamientos y políticas erróneas ya sea en nuestra familia, en nuestra pareja o relación sentimental, con nuestras amistades y vamos viviendo la vida pensando que estamos bien y los equivocados son “los otros”, enfrentando crisis y problemas que no comprendemos porque nos pasan y decimos:

¿Por qué yo?, ¿porqué a mi? Y si nos colocamos en el papel de víctimas podemos decir ¡claro ya sabía! Que me iba a…… pueden ser mil opciones, mil razones y nunca veremos nuestra participación.

La madurez llega cuando volteamos nuestra mirada hacia nosotros mismos y nos atrevemos a ver como somos.

En este momento el dolor va a llegar PERO ESTE DOLOR ES DE CRECIMIENTO, o sea que lleva un sentido positivo y empezaremos un recorrido diferente que tarde o temprano nos conduzca a la libertad.

Me gustaría terminar compartiendo una frase que leí,  donde una anciana llamada Rose de ochenta y siete años entró a la universidad a estudiar y durante su estancia se hizo muy famosa y en una ocasión compartió con todos sus compañeros unos pensamientos llenos de sabiduría entre ellos este:

Hay una diferencia entre “crecer” y “madurar”, crecer es parte de estar vivo y  “madurar es opcional”.

Marta Treviño C.
Psicoterapeuta
[email protected]

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