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El abdomen, nuestro talón de Aquiles

Hombre o mujer, seguramente una de las partes de tu cuerpo que te trae más problemas es el abdomen. Si deseas mejorarlo, no dejes de leer la siguiente nota.


Aún los adultos más
delgados y activos, que no tengan ningún tipo de problemas con su peso, pueden
tener “panza”. No es casualidad, por lo tanto, que abunden los productos para
reducir el abdomen.

Es por eso que, día tras
día, vemos como los “llame ya” nos prometen que con una pastilla, cierto
aparato, o incluso determinado cinturón, podemos lograr el abdomen plano tan
ansiado… y todo esto en solo un instante.

Sería verdaderamente
fantástico que ello fuera cierto, pero, en el fondo, todos sabemos que no
existen las soluciones milagrosas, y, hasta ahora, solo se conoce a la dieta y
la actividad física como las únicas herramientas para reducir la barriga y
lograr el ansiado abdomen plano.

En busca del abdomen ideal

Quienes no tienen exceso
de peso, deberán tonificar sus músculos abdominales, trabajándolos
localizadamente y haciendo algo de ejercicio aeróbico.

En tanto que aquellas
personas que estén con varios kilos de más, deberán agregarle a esto una buena
dieta y mayor actividad física. Hay que recordad que no existe tal cosa como el
adelgazamiento selectivo, es decir, o se pierde peso en todo el cuerpo o no se
pierde en ninguna parte del mismo.

Existen dos tipos de ejercicios físicos, los aeróbicos,
-que fortalecen principalmente al corazón y los pulmones-, y los anaeróbicos,
-que trabajan más focalizadamente sobre los músculos de nuestro cuerpo-.

Con los aeróbicos,
podemos quemar calorías y estimular el sistema cardiovascular, mientras que, con
los anaeróbicos, es posible lograr una mayor tonificación de los músculos. Si
nuestro objetivo es tener (y mantener) un abdomen plano, deberemos hacer ambos
tipos de ejercicios.

Comenzando la rutina

Los ejercicios
abdominales, deben ser realizados por lo menos tres veces por semana, durante un
mínimo de veinte minutos. En cada práctica, debemos incluir los ejercicios
aeróbicos y anaeróbicos. En el primer caso, estamos hablando de trotar, andar en
bicicleta, correr, tomar clases de
aeróbics, etc., mientras que, en el segundo,
de los clásicos “abdominales”.

Si realizamos estos
ejercicios, podremos comenzar a reducir, gradualmente, el tamaño de nuestro
abdomen. Sin embargo, será imprescindible tener en cuenta otra serie de factores
adyacentes.

En principio, es
fundamental consumir una dieta sana, libre de grasas, con muchas proteínas
saludables, y con un consumo limitado de carbohidratos, (como las pastas, el
pan, el azúcar, etc.).

Luego, es importantísimo
mantener una rutina de ejercicios abdominales. Estos ejercicios deben ser
trabajados correctamente, puesto que si no, pueden resultar estériles.

Para esto
es recomendable que, al menos en un principio, se asesore con un entrenador
personal o un vídeo de ejercicios, que le indiquen la forma correcta de
realizarlos, así como el tipo de respiración que se debe llevar en esos
momentos. Esto es muy importante por que el resultado que le puedan brindar
estos ejercicios, depende más de la calidad que de la cantidad.

Finalmente, es muy
importante mantener una postura adecuada, la cual se funda en dos principios:
caminar de forma recta y mantener el abdomen contraído. No es mala idea reforzar
esta postura con unas fajas que contengan unos refuerzos para los músculos
abdominales, aunque ésta tampoco debe ser muy ajustada.

Es importante que sepa
que, si bien uno puede focalizar una parte del cuerpo para perder más peso, el
adelgazar es un proceso global, que integra todas las partes de nuestro cuerpo.
Además, las áreas donde se acumulan más grasas suelen ser las que más tiempo
necesitan para reducirla.

Sin embargo, manteniendo
está rutina de tres días de ejercicios semanales, con un mínimo de veinte
minutos de práctica, podrá observar grandes avances en su cuerpo, y,
principalmente, en su abdomen.

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