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¡Mamá, estoy lleno de granitos!

Es casi inevitable escuchar este grito cuando hay adolescentes en casa. El acné juvenil acaba de hacer su entrada, y ha llegado el momento de aprender a combatirlo.

El
acné juvenil es una afección
muy frecuente que aparece en la pubertad. Se trata de una lesión cutánea
caracterizada por la aparición de numerosos forúnculos con pus, que se abren y
luego se secan formando una costra aunque a veces dejan una pequeña cicatriz. 

Por lo general, el acné afecta
la cara, el cuello la parte superior del tórax, la espalda, los hombros e,
incluso algunas veces, las nalgas.

Aunque se desconoce las causas de esta dolencia, el hecho de que se presenten en
la pubertad hace suponer que está relacionada con el aumento de la producción
de hormonas sexuales. Las hormonas son sustancias químicas que actúan como
mensajeros y que, al ser transportadas por la sangre, induce el proceso de
transformación del adolescente en adulto.

El acné afecta a los jóvenes de
ambos sexos, si bien resulta más frecuente entre los varones. Las hormonas
sexuales masculinas, o andrógenos, activan las glándulas sebáceas de la piel,
que secretan una sustancia grasa para su protección, y que cuando se sobre
estimulan provocan la seborrea o aumento patológico de la secreción sebácea,
hecho que facilita la aparición del acné. En cambio, las hormonas sexuales
femeninas, los estrógenos, aparentemente tienen un efecto contrario y mantienen
las piel más seca. 

Las lesiones características del
acné son dos: el comedón o espinilla, que aparece con más frecuencia, y la pústula
o forúnculo, que se presenta, por lo general, como complicaciones de las
espinillas.

Las lesiones aisladas que con frecuencia aparecen durante la pubertad no siempre
son debidas al acné, puesto que pueden ser provocadas por un desequilibrio
hormonal, una dieta inadecuada, una falta de higiene o algún tipo de alergia,
entre otras causas. 

PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO

Mantener siempre limpias las áreas afectadas
mediante el frecuente lavado con agua caliente y jabón. 
– Utilizar lociones astringentes y pomadas adecuadas. 
– Seguir una dieta equilibrada rica en vegetales y frutas. 
– Exponer la piel a los rayos ultravioletas del sol o de lámparas de sol
artificial. 
– No manipular las espinillas 
– Mantener el cabello limpio sin utilizar aceites. 
– Evitar el maquillaje y el uso de cosméticos
grasosos 
– Consultar al médico en los casos graves. 

Tratamiento