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Los juguetes de siempre

Hay juguetes que son nuevos, hay juguetes que perduran por generaciones y hay juguetes que ya no existen. Sin embargo, son imprescindibles en el desarrollo inicial del niño, sobre todo para el establecimiento de sus afectos. ¿Usted, a qué jugaba?

En
el universo de los
juguetes no todos son iguales. Está el ejército de nuevos
modelos que aparece año tras año,
moda tras moda, los que muchas veces
funcionan por sí mismos y no hay que maniobrar.

Y después están los otros,
los juguetes de siempre, los que, en alguna u otra forma ya pasaron por las
manos de un familiar como la madre, el padre o algún tío; los que vienen envueltos en historia.

Son el trompo, el barrilete, la muñeca, el yo-yo, y la pelota, juguetes que no se mueven sólos, pero que pueden
realizar mil actividades si son manejados con creatividad.

Los
juguetes son primordiales para el primer establecimiento afectivo del niño, a
través de ellos van tomando conciencia de los valores como distancia, espacio,
cuerpo, espesor, presencia, ausencia y sobre todo a expresar sus temores. Por
medio de los mismos, los pequeños reflejan lo que ven y expresa sus deseos.

Cuanto
más sencillo sea un juguete más
posibilidades creativas se le da al niño, ya que le puede
dar el lugar de distintos personajes: una muñeca podrá ser la madre, la
hermana, la amiga, la maestra o alguna otra persona con la que se relacione
diariamente y con la que pueda desarrollar imaginativamente sus conflictos
diarios. El mayor valor de un juguete está en la posibilidad de jugar con él y
no en lo que trae de fábrica.

Por
medio de los juguetes los niños imitan modelos

También
el juguete expresa la fascinación del niño en sus primeras etapas, con el
anhelo de ser o tener lo que tienen los demás.

En las jugueterías cada vez se
ve más la venta de esmaltes de todos los colores, maquillajes, de uñas
postizas adherentes en fucsia metalizado, secadores de pelo que funcionan a
pila, labiales en una gran gama, y todo tipo de coqueterías que manifiestan el
deseo de las nenas de cinco a seis años de parecerse a sus mamás.

Hoy
en día, muchos juguetes juegan solos, mientras que el chico se limita a mirar:
muñecos que hablan, aviones que vuelan, osos que bailan, a los que solo hay que
observar y escuchar. Y la exigencia pasa por renovarlos constantemente, para
disfrutar de su nueva actividad.

Sin embargo, los juguetes tradicionales son los
que tienen en su esencia una mayor maleabilidad, les sirven a los chicos para
comunicarse consigo mismos y expresarse en su mundo, desarrollando su
subjetividad. Resisten el paso del tiempo y son el fruto de todo un trabajo
corporal y subjetivo entre los chicos y los grandes.

En
la era de los juguetes en contínuo reemplazo, los juguetes de siempre son los
únicos que estimulan y promueven en los chicos una relación afectiva, con una participación
activa. Si una nena aprende a cuidar a una muñeca en particular, es una forma
de aprender a cuidarse a sí misma y a su ambiente. A ese sentimiento nuevo que
adquirió, no lo va a descartar jamás.

Los
juguetes tradicionales, también involucran otro tipo de afectos: el
establecimiento del vínculo familiar. Es el padre el que enseña a jugar a las
damas a su hijo, es la madre la que le muestra girar un trompo. Además,
contribuyen con el desarrollo del niño en el aprendizaje:

El
yoyo al igual que el balero, ayuda a desarrollar la coordinación
visomotriz. En el plano psíquico, le permite al chico trabajar las nociones de
distancia: cerca-lejos y la idea de algo que desaparece pero puede volver. Son
sentimientos de importancia crucial para esta etapa.

El barrilete
es un buen medio para que los chicos exploren el espacio y las dimensiones.
Escenifica para el niño una noción importante, no dejar que algo se aleje
mucho y luego poder recuperarlo, trabajan el temor a la pérdida.

El trompo
tranquiliza a los que recién empiezan a caminar, ya que tienen la imagen de algo que gira sostenidamente sin caerse ni lastimarse. Les
ayuda a perder el miedo al espacio, a las caídas, al daño corporal. También
simboliza el movimiento que hace la Tierra sobre su eje y los giros que ejecutan
los planetas sobre el espacio terrestre.

La muñeca,
junto con los títeres, es un espejo en donde los niños se ven reflejados y
sobre el cual pueden expresar sus emociones. En ellas pueden volcar todo el
cuidado, la ternura y también todo el enojo.

Además, pueden asumir todo tipo
de roles todo tipo de roles diferentes: una reina, una princesa, o una nena
triste, según el ánimo de su dueña y otros que suelen reflejar a las personas
que los rodean.

Finalmente,
la pelota es el juguete más comunicativo. Fomenta la destreza
motriz y privilegia el contacto con el otro, ya que conecta afectivamente.

Los
juguetes clásicos,
juguetes de siempre.