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Infarto de miocardio: cada vez más jóvenes

En los últimos años el infarto de miocardio creció entre las personas menores de 40 años. Según los especialistas esto se debe a los cambios en el estilo de vida y la realidad económica…


Años
atrás los médicos se habrían sorprendido si una persona de 40 años o menos
hubiera sufrido un infarto, pero hoy en día se está transformando en un hecho
común.


Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS) la mayor parte de las muertes a nivel
mundial se debe a enfermedades no transmisibles (32 millones) y de éstas más de
la mitad a las cardiovasculares (16,7 millones) sobre todo infartos y
accidentes cerebrovasculares. Este aumento se produjo tanto en los hombres como
en las mujeres.


¿Qué es
y por qué se produce el infarto?


El
infarto es la muerte de un tejido por falta de oxigeno. Las arterias
coronarias, que son las que distribuyen la sangre al corazón, pueden obstruirse
por un proceso de aterosclerosis: la acumulación de grasa y tejido fibroso en
las paredes. El cúmulo de material graso se encuentra rodeado de una cubierta
de células que la aíslan de la corriente sanguínea. Y puede suceder que esta se
rompa repentinamente y desencadene un infarto.


El
infarto puede producirse por varias causas, pero sobre todo por el estilo de
vida. Los factores pueden ser hipertensión, diabetes, colesterol y tabaquismo.
También influyen los factores genéticos. Y desempeñan un papel importante el
sedentarismo, el sobrepeso y el estrés. Combinados entre sí, estos tres
factores potencian las probabilidades de sufrir un infarto.


El
fumar y la comida denominada “chatarra” son dos de las causas más importantes.
A una edad cada vez menor se empieza a consumir esto y por eso el riesgo
aumenta a los 40 años de edad. También el estrés que se vive hoy en día
colabora, ya que muchas personas son desempleadas y viven por debajo de la
línea de la pobreza, o todo lo contrario: tienen muchas responsabilidades
laborales que les consumen todo el día.


En los
adultos jóvenes el infarto suele llegar sin aviso. Incluso se produce en
aquellos que teóricamente se encuentran bien de salud, hasta sufrir un primer
infarto. Pero ¿por qué alguien que está bien de salud puede padecer uno?



Esto se produce porque existen situaciones que pueden dispararlo. En los adultos
jóvenes se produce una trombosis que obstruye de golpe las arterias coronarias.
Puede suceder que alguien se haya hecho un electrocardiograma hace dos meses y
le haya dado bien.



Pero este estudio sirve para diagnosticar, no para prevenir. Muchos pacientes
son negadores, no reconocen los factores de riesgo que pueden tener como el
estrés o la falta de ejercicio físico. Muchas veces las drogas como la cocaína
influyen en los infartos.


Los
factores de riesgo se dividen en modificables y no modificables. Estos últimos
son el género (la mujer está protegida por las hormonas hasta la menopausia),
la edad y los antecedentes familiares. El resto son modificables: colesterol,
tabaquismo, diabetes, hipertensión, sedentarismo, estrés. Aunque este último es
el más poderoso y difícil de controlar.


También
se están estudiando otros factores emergentes: existiría una correlación entre
infarto y niveles elevados de homocisteína, proteína C reactiva, fibrinógeno y
lipoproteína A, entre otras sustancias que se detectan en la sangre.


Estilo de vida: algo difícil de
cambiar


Desde
hace unos años se está prestando atención a un patrón de conducta asociado a la
enfermedad coronaria: personas que tienen un vínculo adictivo con la realidad
externa, el trabajo y la valoración social, con un alto costo psíquico y
corporal.


Los
pacientes se niegan a cambiar sus hábitos hasta que sufren un infarto, y recién
ahí se dan cuenta de la gravedad de las consecuencias de ese modo de vida.


Muchas
personas leen notas como éstas, pero no creen que antes de los 40 les pueda
tocar a ellos.


Otras
personas se cuidan después de un infarto, pero a medida que pasa el tiempo van
retomando los mismos hábitos. El problema es que un segundo infarto es más
dramático que el primero, y suele poner al paciente al borde de la muerte.


Por eso
lo mejor es informarse y concurrir al médico, al nutricionista e inclusive a un
psicólogo.


Además
las enfermedades coronarias traen aparejados tratamientos largos y muy
costosos. Los medicamentos, las operaciones y los cuidados muchas veces son
gastos que no muchas personas puedan afrontar. Por eso se busca que desde los
gobiernos y las organizaciones civiles se alerte sobre los factores de riesgo,
para que la gente pueda tomar conciencia de lo importante de la prevención.




Signos de ataque cardíaco



·



En la mandíbula: dolor que se irradia desde la mandíbula hacia la
espalda.



·

En el centro del pecho: dolor fuerte e intenso que persiste.



·

En el abdomen: dolor, sensación de contractura, habitualmente suele
confundirse con una indigestión.



·

Brazo izquierdo: dolor que se irradia hacia abajo y da sensación de
debilidad en los músculos.




Prevención



·



Estrés: practicar técnicas que ayuden a relajarse o para aliviar la
ansiedad, la hostilidad y la depresión. Muchos de los factores coronarios se
producen por factores emocionales.



·

Hipertensión: hay que tratar de mantener la presión inferior a 120/80.
Los médicos recomiendan restringir la ingesta de sal, aumentar el consumo de
potasio y reducir el consumo de alcohol.



·

Tabaquismo: es uno de los riesgos cardiovasculares más importante y la
primer causa de muerte prevenible.



·

Sedentarismo: Aumenta la posibilidad de hipertensión entre un 20 y un
50 %. La recomendación es practicar deportes o caminar a paso rápido durante 30
minutos, tres veces a la semana.



·

Alimentación: una dieta rica en lácteos descremados, pescado, cereales
integrales, legumbres, frutas y verduras, ayuda a evitar la obesidad y baja los
niveles de LDL (colesterol malo) en sangre. Mantenerlo por debajo de los 130
mg/dl disminuye el riesgo cardiovascular.

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