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Felicidad: ¿elección o destino?

Al contrario de lo que se creía en el pasado, la ciencia cada vez más se inclina a pensar que la felicidad es un estado que depende en gran medida de nosotros mismos…

“La felicidad es como una mariposa: mientras más la persigues, más se escapará de ti, pero, si vuelves tu atención hacia otras cosas, entonces vendrá y se posará delicadamente sobre tu hombro”.

Qué hermosa frase, perteneciente a Henry David Thoreau —escritor, filósofo y anarquista estadounidense—, llena del positivismo propio de un naturista, aunque decididamente equivocada. 

Con todo el respeto debido al autor de Walden, según un número cada vez mayor de psicólogos, esto simplemente no es así. Tú puedes elegir ser feliz, dicen los especialistas.

Tú puedes cazar esa esquiva mariposa y obligarla a posarse en tu hombro. ¿Cómo? En parte, simplemente haciendo el esfuerzo de monitorear los procesos de tu mente.

Las investigaciones han concluido que tu talento para alcanzar la felicidad está, para decirlo rápido, determinado por tus genes. Intentar ser más feliz es como intentar ser más alto. Todos tenemos un “punto establecido de felicidad”, y podemos movernos de allí ligeramente.

Sin embargo, hay quienes van más lejos, y aseguran que los seres humanos podemos salir en búsqueda de nuestra felicidad. Podemos hacer esto al combatir las emociones negativas como el pesimismo, el resentimiento, y la ira. Y, asimismo, podemos proyectar las emociones positivas, como la empatía, la serenidad y, en especial, la gratitud.

No te preocupes, sé feliz

El primer paso, a dicho fin, será hacer una elección consciente para elevar tu nivel de felicidad.

La felicidad no es, a excepción de casos muy raros, algo que se aparece ante nosotros, como un árbol de frutas maduras cuando tenemos hambre.

La felicidad debe ser, para la mayoría de hombres y mujeres, un logro más que un regalo de los dioses, y, en este logro, el esfuerzo, tanto interior como exterior, juega un papel preponderante.

En la actualidad, los psicólogos que estudian la felicidad suelen coincidir en lo siguiente: la intención de ser feliz es el primer paso de todo aquél que quiera, verdaderamente, tener una vida gratificante.

Por intención entendemos el deseo y compromiso activos de ser feliz. Es la decisión de elegir conscientemente actitudes y comportamientos que nos conduzcan a la felicidad y no a la infelicidad.

Elige hacer de la felicidad un objetivo supremo. Elige sacar ventaja de las oportunidades de aprender cómo ser feliz. Por ejemplo, reprograma tus creencias y valores.

Aprende buenas destrezas de autogestión, buenas habilidades de trato interpersonal, y buenas aptitudes relacionadas a tu campo de acción profesional.

Elige estar en ambientes agradables y rodeado de personas que incrementen tus probabilidades de ser feliz. Las personas que experimentan mayor crecimiento personal y llegan a ser más felices son aquellas que son consecuentes con sus valores primarios.

En resumen, si bien es cierto que podemos nacer con un grado establecido de felicidad, no debemos necesariamente quedarnos atascados allí.

La felicidad también depende de cómo manejamos nuestras emociones y de nuestras relaciones con los demás.

Asimismo, es necesario plantearnos el desafío de ser más felices. Y, para ello, debemos planificar una estrategia o identificar una técnica.

Así, podríamos elegir ser más indulgentes o más agradecidos, o podríamos aprender a identificar nuestros pensamientos negativos para, de esta manera, poder desafiarlos.

Por ejemplo, cuando alguien te pone de malhumor o te hace enfadar, en tu mente podrías construir una coraza en contra de esta persona, aunque esto podría ser muy perjudicial para las relaciones.

En consecuencia, lo primero que deberás hacer será aprender a callar a tu abogado interior y dejar de construir corazas para protegerte de ciertas personas.

Una vez que hayas decidido ser feliz, podrás elegir las estrategias para alcanzar dicho objetivo. Los psicólogos que estudian la felicidad suelen acordar en esto.

Cultiva la gratitud

En este punto, los especialistas recomiendan practicar un “ejercicio de gratitud”. Para ello, será necesario confeccionar una lista con todas aquellas cosas que nos hacen ser o estar agradecidos.

Inconscientemente, esto aleja a las personas de la amargura y la desesperación, y promociona y eleva los niveles de felicidad.

Fomenta el perdón

Retener un grito y callar tus quejas puede afectar tanto tu bienestar físico como mental. Una forma de terminar o reducir los efectos nocivos de estos sentimientos es fomentar el perdón.

Así, logras reducir el poder que tienen los malos eventos de crear amargura y resentimiento.  Pero, ¿cómo fomentar el perdón?

En primer lugar, vuelve a recordar el incidente. Luego, enfatiza y trata de entender el acto desde el punto de vista de quien ha cometido la falta. Sé altruista rememorando un momento en tu vida en el que hayas sido perdonado.

Ahora, avócate a poner tu perdón en palabras. Puedes hacer esto ya sea en una carta dirigida a la persona que estás perdonando o en tu diario personal. Finalmente, intenta mantener firme tu perdón. No te debatas en la ira, el resentimiento y el deseo de venganza.

Contrarrestar pensamientos y sentimientos negativos

Se trata de mejorar tu higiene mental. En este sentido, podríamos comparar la mente con montar un elefante.

El elefante representa los pensamientos y sentimientos poderosos —en su mayor parte inconscientes— que manejan tu comportamiento.

El hombre, aunque mucho más débil, puede ejercer control sobre el elefante, al igual que tú puedes ejercer control sobre tus pensamientos y sentimientos negativos.

La clave pasa por comprometerse a hacer las cosas necesarias para mantener al elefante bajo control. Por ejemplo, tú puedes practicar meditación, respiración rítmica, yoga, o técnicas de relajación para combatir la ansiedad y promover el estado de serenidad.

Asimismo, puedes aprender a reconocer y desafiar aquellos pensamientos negativos que preanuncian una actitud inadecuada.

Si aprendes técnicas para identificar los pensamientos negativos, entonces será más fácil desafiarlos.

A veces, sólo con leer un libro de autoayuda podemos tener resultados alentadores.

Recuerda: el dinero no puede comprar la felicidad

Las investigaciones demuestran que una vez que el ingreso supera la línea de la pobreza, todo lo que pueda subir después tendrá poca incidencia en tu nivel de felicidad.

Muchas veces, nos empeñamos en asumir que, al ver que los bienes adquiridos no producen la felicidad esperada, se tratan de adquisiciones equivocadas, en lugar de reconocer que la búsqueda en sí misma es fútil.

Sin importar lo que consigamos materialmente en la búsqueda de la felicidad, nunca lograremos obtener un estado de felicidad duradero y real.

Fomenta la amistad

Hay pocos antídotos mejores contra la infelicidad que las amistades cercanas con personas que se preocupan por ti. Un estudio australiano reveló que las personas de más de 70 años con fuertes vínculos de amistad vivían mucho más que aquellos sin amigos o con amigos poco cercanos.

Lamentablemente, nuestra sociedad crecientemente individualista sufre de empobrecimiento en sus conexiones sociales, lo que algunos psicólogos creen es una de las causas de los niveles epidémicos de la depresión hoy en día. Los lazos sociales son indispensables para atravesar momentos difíciles.

Participa de actividades significativas y desafiantes

Rara vez las personas experimentan mayor felicidad que cuando están en el “flujo”. Éste es un estado en el que tu mente queda absorbida en una tarea significativa que desafía tus capacidades.

En consecuencia, se ha demostrado que a mayor tiempo de recreación —mirar TV, por ejemplo— menores son los índices de felicidad.

Para obtener más de la vida, necesitamos poner mucho en ella. Las actividades recreativas capaces de ayudar a una persona a crecer no son tan sencillas. Generalmente, éstas requieren de una inversión inicial de atención antes de poder ser disfrutadas.

Finalmente, estamos en condiciones de afirmar que ser feliz puede ser un tema de elección. Algunas personas, que tienen la suerte suficiente, poseen los genes que fomentan la felicidad.

No obstante, ciertos patrones de pensamientos y capacidades interpersonales, definitivamente, pueden ayudar a las personas a elevar la experiencia de vivir. Esto significa: ser más felices.

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