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El Yo atemporal

¿Somos lo que pensamos? La salud, ¿es un estado mental?


Metafóricamente se nos denomina polvo de estrellas, haciendo alusión a los
materiales primarios que componen nuestro cuerpo, pero el concepto tiene
alcances adicionales, por que lleva implícito el principio de universalidad con
el que hemos sido gestados por la inteligencia universal.


La creación, nos ha dotado de un potencial excepcional que yace  sumergido y
activo en las facultades de nuestro ser.


Los incipientes conocimientos que poseemos nos  inducen a pensar, mas allá de la
medicina, que existe una complejidad psico-biológica que nos hermana con el
universo todo. El individuo se sospecha,  posee  un potencial  ilimitado en sus
capacidades  cognitivas y somáticas.


La singularidad  evolutiva que llevamos, esta oculta en las manifestaciones de
esta temporaneidad. Somos mas de lo pensado, tal vez sin limites evolutivos
físico e intelectivos con un destino de perfección inimaginable.


El concepto del yo  lleva implícito el ser psicosomático, con facultades
extraordinarias. Esta formado por una interioridad la mente y una exterioridad
el cuerpo. Ambas en continua interacción influyéndose y modificándose
mutuamente.


Es algo imperceptible, pero ocurre como todas las funciones de nuestra
integridad. Estos  ajustes dan como resultados lo que somos y como estamos.


La interioridad esta en contacto permanente con las emociones procedentes de la
lingula e hipotálamo, que son las receptoras de todas las experiencias que
vivimos a diario y que habitualmente son aceptadas tal como se presentan.


Ingresan, mediante los sentidos, se cargan emocionalmente y no siempre llegan a
la conciencia. No obstante la zona emocional esta en permanente relación con el
área prefontal  y compite con ella en la toma de decisiones.


Tiene éxito cuando se trata de emergencias que se relacionan a la preservación
del individuo, pero crea errores cuando rige las conductas que deben ser
tomadas. 


También las emociones se depositan en el inconsciente, por que nunca llegan a
ser examinadas por el razonamiento. Es la responsable de la memoria profunda. 
Está en contacto permanente con esta área, otorgándole color e intensidad. 


La percepción que se tiene del cuerpo, es el resultado de la imagen modificada
que la mente da de ello. Existe un ajuste permanente para aceptarla, de acuerdo
a nuestras convicciones, dando por resultado una visión personalizada de lo que
somos físicamente. 



Otro tanto ocurre con el yo extracorporal


Si bien no existen limites para definir nuestra imagen interior, esta dibujada 
por las interpretaciones que le damos a las acciones y pensamientos. Existe un
velo que esfuma la realidad  y la modifica para hacerlas coincidir con los
deseos y las convicciones que tenemos.


Estas van cambiando a lo largo de la vida. Pero siempre la mente es la rectora
de nuestro destino tanto físico como espiritual. 



Somos lo que pensamos


La mente tiene un inmenso poder trasformador capaz de llevarnos a los extremos
de la conquista intelectiva artística y laboral.  Modifica la realidad corporal
al extremo de ver lo que deseamos e imaginar lo que nos falta. No se trata solo
de percibir, sino de trasformar las intimas estructuras del cuerpo y sus
funciones. 



El concepto de unidad psicofísica se cumple totalmente


Cuando la mente actúa también lo hace el cuerpo armónicamente de acuerdo a lo 
pensado. Esta acción tiene un correlato en el organismo  y cada uno de sus
sistemas.


Existen zonas como los músculos, el aparato digestivo o el respiratorio que nos
muestran mas claramente sus alteraciones funcionales y psicoplásticas (reales
modificaciones estructurales) con mas claridad.  Llega a cada uno de los
sistemas  y alcanza hasta en la delicada capacidad  inmunitaria.


El sentirse bien o mal cursa por la doble interpretación que da la mente al
cuerpo y viceversa.    



La salud es un estado mental


Si alguien por algún motivo siente una molestia con frecuencia es interpretada
como anormal. Se le puede dar carácter de banal e inocuo o importante y dañino.
Si se rechaza el síntoma, queda establecido el estado de salud:


Si por el contrario si es tomado como un anuncio, se ratifica el concepto de
enfermedad y comienzan a desarrollarse los síntomas y signos del proceso, que
empieza siendo funcional y termina en una patología estructural y orgánica.  


Un dolor torácico puede ser interpretado como muscular o por el contrario
anginoso. La consecuencia de esta interpretación  nos hará sentir en el primer
caso sano y en el segundo enfermos. En este ultimo, hasta que la causa no sea
aclarada, se acompañará de palpitaciones, ansiedad, transpiración fría,
temblores, insomnio y una florida sintomatología adicional.  


Muchas enfermedades comienzan por la interpretación que damos a lo que sentimos.
El punto de partida siempre es un conflicto real o imaginario. Si una persona
luego de un fuerte disgusto o una pérdida material, comienza a tener dolores
abdominales, interpreta a su manera las molestias.


En este caso particular, se ha producido un espasmo en el esfínter de Oddi que
cierra el paso de la bilis al intestino. De perpetuarse la vesícula biliar se
dilata por la obstrucción que crea el mencionado esfínter y luego de un tiempo,
la bilis estacada se convierte primero en barro biliar y luego en cálculos.


Estos cálculos con el tiempo llenan la vesícula que termina por ser excluida,
infectada o carcinomatosa. En ocasiones elimina su contenido y al hacerlo puede
obstruir el  Wirsung del páncreas. 


Esta complicación en los casos graves desarrolla  una  “pancreatitis aguda” que
puede terminar con la vida del enfermo. Explica por qué algunos problemas
banales reiterados pueden matar a una persona  

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