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El síndrome del impostor

¿Te has sentido alguna vez menos preparada que tus compañeros de trabajo?¿Como si no estuvieras a la altura o no fueras tan inteligente como ellos/as?


O a lo
mejor piensas que lo que has conseguido hasta ahora tampoco es para tanto, que
no tiene mucho mérito, que cualquiera podría hacerlo mejor que tú.  Hasta te
planteas cómo te han podido dar el trabajo. ¿Te has sentido alguna vez así?
¿Como si fueras una fracasada, un fraude, y no te merecieras estar donde estás?

Si es
así, no te sientas mal porque no eres la única. Aproximadamente un 70% de las
personas se ha sentido así en algún momento de su carrera, especialmente al
comenzar un trabajo nuevo. Y tú pensando que solo te  pasaba a ti, ¿verdad?

Por
suerte, esa sensación de no estar lo suficientemente preparada; de que necesitas
leer más, ensayar más, y por supuesto evitar cometer errores a toda costa
(pondrían en evidencia lo inepta que eres), desaparece a medida que pasa el
tiempo y vamos adquiriendo más experiencia.

Sin
embargo, hay algunos casos en los que estos sentimientos dan lugar a lo que se
conoce como el “síndrome del impostor”.

Este término, acuñado en 1978 por las
psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes (Psychother.
Theor. Res. 15, 241–247; 1978
), se define como la incapacidad de
aceptar los logros
y el éxito.  Piensas que no mereces estar donde estás, dudas
de tus habilidades y capacidad y eres sumamente
perfeccionista.

Este
“síndrome” afecta especialmente a mujeres de éxito, mujeres que obtienen siempre
excelentes  resultados y que, sin embargo, creen que todo es debido a factores
externos y ajenos a ellas (a la buena suerte), no a su trabajo o su
inteligencia. 

 Todo esto, a la larga, tiene un claro efecto negativo en su
carrera, puesto que evitan nuevas oportunidades y desafíos y, con ello, ellas
mismas limitan sus logros.

En estos
casos, la recuperación  conlleva mucho más que simplemente dejar pasar el tiempo
y requiere la ayuda de profesionales. Pero volviendo a la mayoría, hay ciertas
cosas que podemos tener en cuenta para superar esa sensación de no estar a la
altura:

Aprende sobre el tema y reconoce que no estás sola, así evitaras sentirte
aislada.

Habla de ello con gente en la que confíes. Tu pareja, un buen amigo, un
mentor o coach que te apoye y te ayude a ver las cosas desde otra perspectiva.
Siempre ayuda y es revelador darte cuenta de cómo te perciben otras personas
(así es como me entere de que (1) me gusta correr riesgos, y (2) no solo no soy
un fracaso por dejar la investigación sino que soy lo suficientemente capaz e
inteligente para ser investigadora y coach profesional y tener mi propio
negocio). ¿Qué me dices de ti?

No rechaces o ignores cumplidos o enhorabuenas. Si alguien te hace un
comentario positivo, ¡creételo!

Haz una lista de cosas que se te dan bien y de todo lo que has conseguido
hasta la fecha y revísala con frecuencia.

Sé consciente de tus pensamientos. Si te encuentras pensado que has
tenido suerte al conseguir ese aumento, un cliente nuevo o un artículo
publicado, recuerda lo duro que has trabajado para ello.

Acepta que no tienes que conocer todas las respuestas, y que tienes el
mismo derecho que cualquier otra persona a cometer errores, pedir ayuda y tener
un mal día.  Recuerda, lo contrario de perfecto no es imperfecto, sino real.

Espero
que este artículo te ayude a darte cuenta de que no eres un fracaso, ni
un fraude y de que no estás sola, ¡ni mucho menos! ¿Qué opinas?

Por Aida
Baida Gil
ww.coachdelaprofesional.com

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