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El camino de los discapacitados. Parte 2

Las actitudes de la sociedad frente a los discapacitados son muchas y variadas. Una reflexión desde la fe sobre nuestro deber para con ellos.


Aprendamos
en nuestra
convivencia lo que necesitemos aprender de ellos; no nos privemos de
esta enriquecedora experiencia, donde todos aprenderemos algo del otro.

Todas
los seres humanos tienen limitaciones y capacidades; algunas se perciben
claramente mediante los sentidos, otras no son tan manifiestas y algunas ni
siquiera nosotros mismos las conocemos, sólo Dios.

Pensemos
un momento:

Si
estuviera caminando a obscuras por un húmedo túnel sin poder salir, quizás me
desesperaría, a menos que estuviera un ciego a mi lado y seguramente él se
adaptaría mejor a la situación que yo y tal vez tendría más paciencia para
buscar una salida, ya que él utilizaría otros sentidos, mas que la vista de
aquel tenebroso túnel.


Si
estuviera en un lugar muy ruidoso y no entendiera lo que sucede a mi alrededor,
tal vez me dolería la cabeza y trataría de salir lo más pronto posible.

Mas
si una persona sorda estuviese a mi lado, ella podría explicarme qué sucede,
porque podría leer los labios y pondría más atención que yo en los detalles
visuales, en cosas que para mí, en medio del bullicio, pasarían
desapercibidas.

Si
estuviera realizando una tarea manual, que requiriese precisión y fuera monótona,
seguramente me aburriría y, sin terminarla, la dejaría de lado. Una persona
con síndrome de Down podría terminar la tarea por mi y, además, pasar muchas
horas absorto en ella, logrando hacerla bien y sin aburrirse.

Cada
mañana me levanto y camino hacia la calle; es parte de la rutina diaria. Si un
día no pudiera caminar, entonces comprendería lo que realmente significa el
privilegio de poder hacerlo.

Aún así muchas personas en sillas de ruedas se
levantan cada día animosos, porque su condición no les ha quitado la alegría
de vivir.

Una
comunidad cristiana debe integrar a todas las personas, sin ningún tipo de
distinción social, económica ni política, mucho menos física o intelectual.


Este es un largo camino con muchos obstáculos, pero no hay sendero por el cual,
paso a paso, no se pueda avanzar. Depende de cada persona la postura que adoptará
frente al tema de la discapacidad, ya que esto es una decisión individual.

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Fuente:
La Web cristiana/Iglesia.net (www.lawebcriatiana.com)