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Dos matrimonios, dos exigencias: la realidad de las familias ensambladas

Padres y madres divididos en dos o más. ¿Cómo conciliar las demandas de los hijos y de la nueva pareja?

Gracias por
leer estas líneas. Soy un abogado
de 31 años de edad, estoy casado por segunda ocasión; de mi primer matrimonio
tengo un hijo de 8 años de edad; de mi actual matrimonio tengo una hija recién
nacida.

 

Tengo
problemas porque, por una parte, se que mi hijo de 8 años, quien vive con su
madre y otra persona masculina, necesita de mi… en sus estudios ha disminuido
considerablemente su rendimiento; cuando estoy con él, se ha vuelto muy celoso y
exigente… tiene celos de su hermana menor…

 

Se que él me
necesita, pero también… Mi actual
esposa necesita que la apoye de tiempo completo en las labores de los cuidados
de la bebe recién nacida… ella sabía de mi antecedente y de la existencia de
mi hijo de 8 años… sin embargo… ahora dice que necesita que la ayude con la
bebé,,,, que está sola y me necesita… lo que implica que deba dedicar menos
tiempo a mi menor hijo de 8 años…

 

También me
exige más apoyo económico (debo decir que en mi divorcio anterior acordé un
apoyo quincenal para mi hijo de 8 años )…

 

Me da tristeza
porque siento que mi hoy mujer sabía perfectamente que el tiempo sería
compartido… no se si no entiendo las circunstancias pero hoy me exige mucho
más…

 

Además mi
anterior mujer me exige atención a mi hijo de 8 años porque las notas de su
escuela están malas…

 

Por favor,
ayúdeme…

Gracias por
leer estas notas.

Hola.

Bueno, la situación que me
cuentas, si bien es compleja, tiene solución en dos pilares fundamentales: la
comunicación y la negociación. La primera estrategia que considero te convendría
adoptar es la serenidad.

 

En estas circunstancias,
cada una de las partes tiene una posición y tiene un interés. Las negociaciones
más útiles y satisfactorias (aunque no las más comunes) son las que implican que
ambas partes ganen. Para ello hay que hacer un esfuerzo por comprender el
interés (la necesidad) de la otra parte y no quedarse atrapado en una posición
rígida que puede impedir llegar a un acuerdo.

 

Revisemos un poco los
actores de esta situación y sus respectivos intereses y necesidades y cómo
podrían conjugarse.

 

Están: la mamá de tu hijo
mayor (que necesita ayuda con el niño y apoyo económico); tu esposa, que
necesita ayuda con la bebé (porque es mucho trabajo y quizás sienta
inconscientemente un poco de celos de tu atención hacia tu primer hijo); tu hijo
(quien está resintiendo el nacimiento de su hermana y lo manifiesta con
problemas en la escuela); tú, quien te sientes tironeado por las necesidades de
todos/as y también tienes necesidades, además de las de padre, esposo y
ex-esposo.

 

Y por último, la bebé, que
acaba de nacer en una familia compleja y que está expuesta a situaciones de
estrés y que no tiene responsabilidad alguna en todo el cuadro. Sólo necesita
que la cuiden, la quieran y le presten atención.

 

Una negociación implica
poner sobre la mesa las respectivas propuestas, saber con claridad qué necesita
cada parte que está negociando y estar dispuesto a ceder alguna parte para ganar
algo más importante.

 

Lo primero y más importante
es que hables con tu hijo para hacerle saber que aunque haya nacido su hermana,
siempre lo querrás y que tu amor no se divide, sino que se multiplica.

 

Es
importante que se lo digas con palabras (las personas necesitamos reforzamiento
del amor, las palabras, tanto como los hechos, sirven para eso) y también que
establezcan momentos compartidos sólo entre ustedes dos.

 

Que él sienta
que no pierde a su papá y que hay tiempo sólo para ustedes. Aunque la
cotidianeidad ya no está (cuando se forma una nueva pareja es algo de lo que se
pierde con los hijos previos) quizás puedan encontrar ratos para hacer las
tareas escolares juntos o jugar o alguna actividad placentera para ambos.

 

También pueden pensar quizás en buscar alguien que pueda servir de apoyo escolar
(alguna maestra particular o alguien que refuerce aquello que puede estar
fallando) y, en caso necesario, algún psicólogo/a o psicopedagogo/a con quien el
niño pueda hablar con confianza y libertad de las cosas que le están pasando y
que pueda contenerlo.

 

Con respecto a la mamá del
niño, encuéntrense a conversar para ponerse de acuerdo en cuanto a tiempos con
el niño.

 

Planifiquen la posibilidad
de compartir el cuidado de su hijo. Es importante que ambos puedan conversar (en
momentos en los que no haya rabia, ni resentimiento o si estos sentimientos
existen, intentar conversarlos para limpiar la relación porque sólo servirán
para empañarla y dificultar los acuerdos) sobre las respectivas necesidades y
darse cuenta de cómo podrán satisfacer ambas, cediendo un poco para que el
acuerdo sea beneficioso para todos/as.

 

Con respecto a tu esposa,
también la estrategia sería preguntarle qué necesita, contarle tus propias
necesidades (escucharse mutuamente) y comprometerse a hacer lo que realmente
puedan hacer.

 

Es muy importante no
prometer algo a lo que no están dispuestos o no pueden hacer. La construcción de
la confianza se logra con ladrillos sólidos. Siéntense a hablar, preferiblemente
en algún lugar neutral, donde se reduzcan las posibilidades de “engancharse” en
sentimientos como la rabia, los “tú siempre” o “tú nunca” o “tú me dijiste”.

 

Si cada uno puede escuchar
al otro, decir lo que siente y necesita y comprometerse honestamente a hacer o
no hacer, es posible que puedan llegar a algún acuerdo válido para ambos.

 

Si sienten que NO PUEDEN
SOLOS, busquen ayuda, del tipo que necesiten. Alguien que ayude con la
bebé, un terapeuta de pareja (o mediador) que les ayude a conversar sin pelear y
a alcanzar acuerdos, ayuda en la casa (alguien que se encargue de los quehaceres
domésticos).

 

Lo que sea necesario. Van a
verle el beneficio. En relación con el mediador (a veces en las negociaciones se
necesita, para canalizar la agresión y lograr los objetivos) es fundamental que
sea alguien de fuera; es decir, no un amigo o amiga porque es peligroso.

 

Lo importante es enfrentar
la situación con serenidad, procurando canalizar la agresividad sin agredirse e
intentando satisfacer las necesidades de todos y solucionar los problemas.

Lo que les está sucediendo
es una situación bastante habitual en lo que se llaman las familias ensambladas
y aunque es un proceso lento, que requiere participación y buena voluntad de
todos/as, es algo que puede resolverse.

 

Espero que logren encontrar
el camino y que estas palabras puedan servirles para seguir adelante. Quizás les
sirva a las dos mamás leer también estas reflexiones. Un abrazo y que tengan
éxito en la solución de los inconvenientes.



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