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Cómo prevenir, detectar y superar el abuso sexual infantil

La Inocencia Rota: Abuso sexual de menores

Abuso sexual infantil: Prevención con precaución 

Hay que señalar que la puesta en práctica de los programas de prevención en los colegios, en la familia y la sociedad! ya que la sociedad debe estar conciente y denunciarlo.. Además el agresor puede ser desde los 16 años

Los medios de comunicación suelen llamar a todos los agresores pederastas o pedófilos, cuando, en realidad, sólo una minoría de ellos padece esta parafilia o desviación que llamamos pederastia, y además, no todos los pederastas son agresores sexuales. De hecho, la pederastia se da cuando una persona tiene como única o principal forma de excitación sexual a los niños, de modo que los adultos nunca son el objeto de su deseo.

Dejando ahora aparte el problema concreto de la pederastia ( está claro que un pederasta debe aprender a respetar a los niños y tomar conciencia de que le conviene buscar ayudar para superar su problema), el hecho es que la mayoría de los agresores (heterosexuales u homosexuales) que abusan de un menor son personas supuestamente normales, sin ninguna parafilia o desviación, que se sienten atraídas sexualmente por los adultos, pero que, sin embargo recurren a los niños.. (eso es terrible) para satisfacer su sexualidad.

Pero ¿Que les empuja a hacerlo?.

Aunque seguramente nunca acabaremos de entender cómo es posible que un adulto abuse de un menor, algunos apartados que explican los porques de esta reacción.

El mito de la masculinidad

Si la mayor parte de los agresores de todas las sociedades estudiadas son varones, habrá que pensar que hasta cierto punto las causas de los abusos sexuales tendrán mucho que ver con el hecho de ser varón.. o mejor dicho, con el concepto de masculinidad que nuestra cultura transmite a hombres y mujeres -y que de una u otra forma ambos interiorizan-, un concepto que va de la mano, como veremos, de una serie de ideas erróneas. Tal vez analizando ese concepto y esas ideas nos acerquemos algo más al centro del problema.

La primera de estas falsedades consiste en creer que los varones tienen un instinto sexual muy fuerte y que necesitan desarrollar una gran actividad amatoria para satisfacerlo. Por contra, se tiende a pensar que las mujeres carecen de necesidades sexuales y que se deben únicamente a las satisfacción del varón. O, dicho de otro modo, mientras a los hombres se les supone una elevada necesidad de actividad sexual, a las mujeres se les atribuye, más bien, una elevada necesidad afectiva.

Igualmente, se piensa que a los hombres les es difícil controlar sus impulsos sexuales, especialmente si han alcanzado un cierto grado de excitación. Por eso, la opinión común establece que si una mujer ha aceptado acompañar a un varón en la intimidad, no debería finalmente echarse atrás y decir no a su compañero. Paralelamente, se atribuye a las mujeres la capacidad de no perder el control sobre sí mismas, de no dejarse arrastrar tan fácilmente por la excitación sexual.

También está bastante extendida la idea de que los varones que consuman muchas conquistas merecen más consideración social que aquellos que no consiguen doblegar la voluntad femenina con tanta facilidad (preconcepto)

Consecuencia: Por eso, muchos varones sienten que se juegan lo que valen, su autoestima, en cada uno de sus cortejos y, una vez alcanzado lo que buscan, pierden el interés por sus parejas. Por el contrario, las mujeres que entablan relaciones con varios hombres tienen peor consideración. De hecho hay mucha gente que sigue pensando que las mujeres deben decir no incluso cuando desearían decir sí.

Finalmente, se supone que el hombre debe adoptar un papel activo en las relaciones, intentar superar todas las dificultades para obtener a la mujer (obtener se podría decir para generar que una mujer se interese por el.. o quizás en una relación si es de mujeres con mujeres u hombres con hombres intentar que la otra persona se interese por nosotros.. y no obtenerla.. como si fuese una ganancia.. o una mercancía porque en realidad primero nos vemos a nosotros mismos de ese modo), insistir, presionar etc.

De las mujeres se espera que se resistan (A veces una mujer no puede entrar en este juego quizás, hay muchos estilos de modos de comportarse o de actuar), pero también que sean condescendientes y que comprendan las necesidades del varón, para satisfacerle en todos los sentidos.

Estas y otras razones pueden empujar a determinados varones, vulnerables a otros factores (los varones muchas veces se obligan a cumplir.. con lo que la sociedad espera que se vea de ellos..) cuando en realidad ellos también sienten tanto como las mujeres al ser seres humanos, personas. 

Y esto puede empujar en el tema que estamos comentando a cometer agresiones sexuales con las mujeres (aunque no es un justificativo), es con respecto a personas que llegan a esta instancia. También pueden influir en el hecho de que muchas mujeres, educadas en la pasividad y la condescendencia, acaben teniendo relaciones que no desean, aceptando conductas impuestas y perdonando determinados abusos.

Abuso de menores: silencios que matan. La denuncia necesaria

Aunque casi todo el mundo opina que los abusos deben ser denunciados, en la práctica casi nunca ocurre. La mayoría de las víctimas, numerosas familias y muchos profesionales tienen a ocultarlos.

Los familiares suelen hacerlo para ahorrar sufrimientos a la víctima, por temor a los efectos sobre la propia familia -especialmente si el agresor ha sido el padre- o por miedo a la estigmatización social.

Cuando los profesionales que reciben en la consulta a los menores (pediatras, psicólogos, psiquiatras, etc.) guardan silencio, acostumbran a hacerlo como consecuencia de sus propios miedos e intereses.

Las razones son muy diversas y podrían resumirse en la siguiente lista:

-Por falta de conocimientos. Del concepto de abuso, de su obligación de denunciarlo, de los graves efectos que pueden tener lo ocurrido para el niño, de los procedimientos a seguir.

-Por una idea equivocada de su deber como profesional.

Creen que no les corresponde a ellos efectuar la denuncia, que no es cosa suya.

– Por una inadecuada percepción de su deber como ciudadano. Opinan que denunciar equivale a meterse en la vida privada de los demás.

– Por temor a los costes profesionales. Pérdida de tiempo, clientes, o dinero, si hay abandono del caso; mala reputación; conflictos con la familia, el cliente o el agresor; costes de verse involucrado en un proceso judicial; incomodidad personal por decirlo.

– Por temor al deterioro de las relaciones con el cliente. Vulneración del principio de confidencialidad; consecuencias negativas para la relación profesor/alumno, profesor/padres (si es el caso de este tipo de agresiones hacia un niño) etc, consecuencias negativas para la relación terapéutica con la víctima o para trabajar con su familia.

– Por no perjudicar al menor, al agresor o a la familia.

Es peor para el menor por tener que participar en un proceso, por los posibles cambios familiares, etc.; se hace demasiado daño a la familia; el agresor no merece tanta persecución.

– Por desconfianza en el sistema social y judicial. La policía y los jueces no podrán hacer nada, no actuarán con rapidez y eficacia, no encontrarán pruebas, no se lo creerán, no darán respuestas.

Abuso infantil: Basta de Secretos

Aunque algunas de las razones para guardar silencio sean bien comprensibles, hay otros motivos mucho más contundentes a favor de la denuncia.

-El fin de la impunidad. Sólo denunciando los abusos es posible atajar la conducta de muchos de los agresores. Denunciar estas vejaciones (vejación a la intimidad de la persona del niño, abuso sexual)

-El respeto a la victima. Cuando no se denuncia los abusos, la víctima puede llegar a sentirse indefensa, a resignarse antes su drama e incluso a pensar que es responsable en alguna medida de lo que ha sucedido. Denunciarlo, en cambio, implica dejar bien sentado que, realmente, el único culpable es el agresor, y eso puede ayudar a que el menor consolide su autoestima. La víctima considerará que es capaz de defenderse, de evitar que el agresor vuelva a actuar y, por tanto, de ayudar a los demás.

La ayuda al agresor. Denunciar al agresor puede acarrearle graves penas, en algunos casos con privilegios de libertad durante un tiempo. Resulta innegable. Pero no es menos cierto que conviene que se le detenga cuanto antes: habrá cometido menos agresiones y tal vez menos graves, su condena será más leve, la ayuda terapéutica será más facil, etc. Porque el agresor debe ser visto como alguien que necesita ayuda: ayuda para que deje de cometer estos delitos y ayuda para que consiga relacionarse de forma satisfactoria con los demás incluyendo en el campo sexual.

Referencias: Letras en Negrita opinión de la Transcriptora de este artículo y estructuración.

Extraído de textos de Félix López Sánchez

Catedrático de Psicología de la Sexualidad en el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Salamanca, es autor de la investigación más amplia realizada en España sobre la frecuencia de los abusos sexuales a menores, tema sobre el que ha publicado numerosos trabajos.

Entre sus obras más destacadas -escritas por él o en colaboración-, cabe mencionar Los abusos sexuales a menores: lo que recuerdan los adultos, La prevención de los abusos sexuales y la educación sexual y guía para Padres. Editorial de este libro: Océano.

Transcripción y Estructuración de Artículo:
Sol Pinck.
Productora Independiente/Escritora
Para consultas: [email protected]