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Alergias: la pesadilla recurrente

¿Qué hace que podamos estar minutos estornudando sin parar? ¿Por qué nuestros ojos lloran inexplicablemente cuando nuestras emociones están en reposo? Las alergias son culpables de muchos males de la actualidad. Conozcámoslas un poco más de cerca…

Millones de personas a lo largo y a lo ancho del planeta padecen alguna de las formas en que la alergia logra reducir su calidad de vida. Muchas de esas personas han intentado distintas terapias con diferentes resultados y la mayoría está todavía esperando una mejor solución a su problema de salud. 

Las alergias son muy frecuentes. Afectan a 1 de cada 8 individuos en todo el mundo. Es habitual, aunque no indispensable, que existan otros alérgicos en la familia. Si uno de los padres lo es, casi la mitad de los hijos heredará la predisposición alérgica. Si ambos lo son, el riesgo trepa hasta el 70%. 

¿Qué es la alergia? 

La alergia es una respuesta exagerada del organismo ante el contacto con diversas sustancias ambientales que no afecta a otros individuos de igual manera: algunas personas presentan ante ciertas sustancias inofensivas una reacción de defensa, como ante un peligro importante, mientras que las no alérgicas las toleran bien.  

Una hipersensibilidad a una sustancia particular que, si se inhala, se ingiere o se toca, produce unos síntomas característicos. La sustancia a la que se es alérgico se denomina alérgeno, y los síntomas provocados son definidos como reacciones alérgicas.  

Cuando un alergeno penetra en el organismo de un sujeto alérgico, su sistema inmunológico responde y produce una cantidad de anticuerpos llamados IgE. La sucesiva exposición al mismo alergeno producirá la liberación de mediadores químicos, en particular la histamina, que producirán los síntomas típicos de la reacción alérgica. 

Las alergias y los desórdenes del sistema inmunológico están aumentando considerablemente su incidencia en todo el mundo, especialmente entre los habitantes más pobres. Análisis de las implicaciones biológicas  y sociales de tal incremento sugieren que los cambios en la producción alimentaria, transporte y consumo que tienen lugar en todo el planeta podrían estar contribuyendo a esos trastornos.  

Dado el impacto que los cambios en la dieta pueden estar teniendo en la salud humana, comprender la interacción entre el sistema inmunológico y la alimentación se ha convertido en un asunto destacado e, incluso, urgente. 

Los principales síntomas de desórdenes del sistema inmunológico son las alergias y las enfermedades autoinmunes. Las alergias, como las que se producen como reacción a algunos alimentos, la fiebre del heno y el asma, se dan cuando el sistema hiperreacciona a ciertas partículas aéreas de carácter benigno o ligeramente tóxicas, tales como el polen, o a ciertos componentes de la alimentación como si fueran altamente tóxicos. 

Las reacciones inmunológicas expulsan esas partículas del cuerpo con tal vigor que producen daños testimoniales a los pulmones, intestinos o cualquier otro tejido expuesto al mecanismo de defensa. En ocasiones se puede producir la muerte por shock, deshidratación o asfixia.  

Las enfermedades autoinmunes, por otro lado, se producen cuando el sistema ataca el colágeno u otros tejidos de las articulaciones. En estadios primarios de la diabetes ataca las células productoras de insulina del páncreas y, en la esclerosis múltiple, la envoltura nerviosa de las células.  

El sistema inmunológico consta de múltiples grupos de células en continua interacción, muchas de las cuales se encuentran por todo el organismo. Ese «cerebro móvil» no sólo controla constantemente todos los tejidos del organismo sino también todas las partículas que afectan la piel y la superficie de los pulmones, intestinos y otras áreas mucosas.  

Las células del sistema inmunológico tienen la capacidad de diferenciar las células propias de las no propias, tales como patógenos, toxinas, parásitos, injertos de tejido y otros objetos que son reconocidos como extraños.  

Esas células están continuamente aprendiendo y memorizando —y, en ocasiones, olvidando— qué deben atacar y eliminar, qué dejar en paz y qué proteger. 

Si se consideran todas sus manifestaciones dentro de un mismo fenómeno, la alergia incluye: 

  • La rinitis alérgica que provoca estornudos, picazón y obstrucción nasal, goteo.
  • El asma, las manifestaciones bronquiales, broncoespasmos.
  • La alergia en la piel, el eccema, la descamación, enrojecimiento y picazón de la piel.
  • Conjuntivitis alérgica, sobre todo en primavera, que causa lagrimeo.  

Esas manifestaciones se tomaron muchas veces como patologías independientes, pero el concepto actual es que todo forma parte de un mismo síndrome que se expresa en distintos órganos.  

A veces se presentan simultáneamente, otras veces secuencialmente durante la vida: el eccema en la niñez, más tarde el asma y rinitis en la juventud. Otras veces no hay superposición de síntomas. Pero ese enfoque global da origen a tratamientos que son  también globales, es decir, que pueden dar respuesta a todas esas manifestaciones de la alergia.  

A ese objetivo apuntan las nuevas opciones de tratamiento. Por ejemplo, nuevos antihistamínicos que sirven para la urticaria, la rinitis y que también tienen un cierto efecto sobre el asma al reducir la necesidad de los medicamentos específicos. Hay otros productos llamados antileucotrienos que inicialmente fueron ideados para el tratamiento del asma y ahora han sido aprobados en los EE.UU. para la rinitis alérgica. 

Las enfermedades alérgicas son consideradas las epidemias del siglo XXI y, por lo tanto, son objeto de toma de conciencia a nivel mundial. Por ese motivo, se declaró el 8 de julio como el Día Mundial de la Alergia, instituido por la OMS (Organización Mundial de la Salud).  

Esta fecha tiene como fin concientizar sobre la problemática de las alergias con mayor amplitud y distribuir información fundamentada sobre cómo prevenir la enfermedad y mitigar su desarrollo. 

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