Plantas para limpiar el aire de tu casa
¿Qué plantas sirven para purificar el aire? ¿Cómo mantenerlas? ¿Cómo evitar que se enfermen?
 
             
 

Ciertas plantas de interior tienen la capacidad de limpiar el aire al remover los contaminantes contenidos en el mismo. Hay cuatro criterios para discernir qué plantas limpian mejor el aire: 

  • Efectividad en la remoción de los tres principales contaminantes de interiores: (formaldehído, benceno, y monóxido de carbono).
  • Facilidad de crecimiento.
  • Resistencia a las enfermedades y a los insectos.
  • Capacidad de transpirar humedad.

Basándonos en estos criterios, las tres plantas más efectivas para remover los contaminantes son la Rhapis excelsa (Lady Palm), la Ficus robusta (Rubber plant), la Hiedra inglesa (Hereda helix).

Para mejores resultados, necesitas dos o tres plantas grandes (en contenedores de 25-30 centímetros) para cada habitación de 30-54 metros cuadrados. Si no tienes el espacio suficiente para una planta de porte grande, ubica plantas en las “zonas de respiración” de tu habitación (cerca de la cama o del escritorio de la oficina). 

Crecimiento interior

Las hierbas son adoradoras del sol, en su mayor parte. Como expatriadas de la región del Mediterráneo, las hierbas más sabrosas no prosperan en ambientes inadecuados (sobre todo faltos de luz). Las hierbas no toleran ventanas orientadas hacia el norte, o ventanas que reciban menos de cuatro horas directas de sol al día. 

Provisión de luz

Incluso cuando tus hierbas interiores reciban sus cuatro horas diarias de luz solar directa al día, instalar una iluminación suplementaria es una necesidad. La luz proveniente de una ventana puede parecer brillante a tus ojos, pero su intensidad en invierno es, con frecuencia, menos de la décima parte de la luz exterior durante un día de verano. 

Las lámparas aportan a las plantas una luz complementaria a la luz natural que es interesante. 

·         Bombillas: dan poca luz y bastante calor. Tiene que estar la planta muy pegada a ella.

  • Tubos fluorescentes: dan una iluminación más intensa que las bombillas.
     
  • Lámparas mixtas: combinan la luz de los tubos fluorescentes y la de las bombillas tradicionales. Son las mejores, ya que se parecen a la luz solar.

Aclimatamiento gradual

Las plantas producen dos clases de hojas en respuesta a la luz fuerte o débil. Las hojas de luz fuerte son gruesas, fuertes, y estrechas. Las hojas de luz baja son angostas, más delicadas y más planas que las anteriores.

No obstante, las hojas acostumbradas a importantes caudales de luz, más estrechas en su superficie, son menos eficientes a la hora de convertir en alimento la energía proveniente de la luz que las plantas acostumbradas a la luz escasa.

Una planta que está acostumbrada a recibir luz abundante, con frecuencia, se volverá marrón y soltará sus hojas en el interior. Esto se da porque no puede producir una cantidad suficiente de alimento para mantenerse.

La planta intenta hacer alimento despojándose de las hojas ineficientes y produciendo hojas más eficientes en la parte superior del follaje (más cerca de la fuente lumínica).

Cuando llevas una planta al interior de tu casa, la caída de hojas y el crecimiento del alto de la planta puede darse en semanas, e incluso días. Algunas hierbas no consiguen hacer esta transición lo suficientemente rápido como para sobrevivir.

El romero es un ejemplo claro de esto último. Esta perenne de crecimiento lento no tiene la posibilidad de adaptarse a los cambios en la luz antes de comenzar a consumirse a sí misma. Hacia enero, febrero o marzo, las hojas se secarán y la planta morirá. Esta muerte repentina suele ser la más frecuente de quienes intentan hacer crecer romero puertas adentro.

Por supuesto, se puede tener una planta de romero en un ambiente interno (siempre que se lo haga en forma adecuada). Esto es lo que tienes que hacer: gradualmente ajusta la planta a la luz más baja. Ubícala en una zona de sombra parcial durante dos o tres semanas. Luego en un lugar más oscuro, también por dos o tres semanas. Sólo recién podrás llevarla adentro.

Suelo, fertilizante, y agua

Después de la luz, un suelo adecuado es el factor más importante para tener una planta de hierbas saludable. Salvo algunas excepciones, las hierbas necesitan de un excelente drenaje, especialmente durante los meses de invierno, cuando la tasa de transpiración es la más baja.

Cuando las raíces se encuentran confinadas a una maceta o cantero, el agua y el aire no se mueven con facilidad. Para mejorar el drenaje sin sacrificar nutrientes, agrega arena de granos gruesos o perlita a un buen compostaje esterilizado de base mixta. La mayoría de las hierbas se sentirán a gusto con un suelo de un pH de entre 6 y 7 puntos.

Muchas personas piensan erróneamente que las hierbas crecen mejor en suelos pobres. Lo cierto es que los sabores son más fuertes cuando las hierbas culinarias crecen en jardines exteriores.

Pero en los confines de una maceta, los fertilizantes líquidos y la emulsión de pescado son una necesidad. Alimenta las hierbas una vez a la semana cuando las plantas se encuentren en proceso de crecimiento activo —no cuando se encuentren aletargadas—.

El suministro de agua es otro aspecto vital con las hierbas. Por lo general, riega con menos frecuencia y en forma más abundante, y sólo cuando el suelo se encuentre seco. Cuando la tierra está ceca al tacto, agrega agua hasta que ésta llegue al borde de la maceta.

Si el agua no baja, posiblemente la maceta tenga algún problema de drenaje. En primer lugar, revisa que no se encuentren bloqueados los agujeros en la parte inferior. Si esto no es así, posiblemente debas replantar la hierba a un suelo con mejor drenaje.

Pestes y enfermedades

Las hierbas son susceptibles a pestes comunes, entre las cuales podemos destacar moscas blancas, arañas rojas, áfidos, piojos, trípidos y ácaros. En consecuencia, será prudente revisar tus hierbas en forma regular.

Si tus hierbas se encuentran en contenedores portátiles, controla las pestes desinfectando toda la parte de la planta que se encuentra sobre la tierra sumergiéndola en una cubeta con agua tratada con un jabón insecticida.

Agita las hojas vigorosamente durante un minuto o dos. Mantén una mano sobre el suelo de la maceta para evitar el desprendimiento de tierra. Llevar a cabo este procedimiento una o dos veces a la semana durante tres o cuatro semanas solucionará todos tus problemas.
 

 

 

 


   
     
 
 

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