Solía ser el
corazón de las cuatro regiones que abarcaba el Tahuantinsuyo, desde el norte
hasta Ecuador y por el sur hasta el noroeste argentino. Todos los caminos
partían desde Cusco y desembocaban en Cusco, centro de las peregrinaciones de
los incas gracias a sus templos consagrados a los dioses Sol y Luna y residencia
de emperadores y príncipes de una dinastía que antes de la conquista española
habían impuesto su civilización en toda la región.
Esta ciudad situada donde los Andes peruanos se levantan con sus picos bañados
de niebla y selva y a una altura bastante considerable sobre el nivel del mar,
es muy diferente cinco siglos después, aunque no perdió su encanto ni sus raíces
(por ejemplo, el idioma quichua sigue vigente en todos los pueblos cercanos).
Los españoles se llevaron todo el oro y la plata que bañaban la región, y sobre
las paredes indígenas construyeron sus propios hogares, aunque el mestizaje ya
es una marca imborrable.
Lo primero a lo que el turista debe acostumbrarse es a la altura: se encuentra a
3300 metros sobre el nivel del mar. Algunos resuelven el problema con un simple
té de coca y a otros les cuesta adaptarse. Lo segundo que debe hacer es
conseguir el pase que le permita acceder por una tarifa única a los principales
museos, iglesias y monumentos indígenas de toda la ciudad.
Uno de los puntos de encuentro de los turistas es un bar ubicado en un primer
piso justo frente a la Catedral. Allí se puede probar el famoso pisco, que los
peruanos consideran como bebida nacional. También es muy tentadora la comida
basada en productos del mar, cereales como la quinoa, y el cuy o cuis.
Plaza de Armas
Justo en el
centro de Cusco y por lo tanto del Tahuantinsuyo, se encuentra la Plaza de Armas
donde los incas solían mezclar tierra de Cusco con tierra de las regiones que
iban conquistando.
En la antigüedad estaba rodeada de palacios incas y cubierta de arena mezclada
con oro, plata y coral.
Como toda Plaza colonial se encuentra rodeada por dos iglesias impresionantes:
la Catedral, que en realidad forma un conjunto de tres templos junto con la
Iglesia de Jesús María(o Santísima Trinidad) a la derecha y El Triunfo a la
izquierda.
Dentro de la
Catedral se pueden observar “La Última Cena”, un raro retrato de la Virgen María
embarazada y la venerada imagen de Nuestro Señor de los Temblores: un Cristo
crucificado enviado por Carlos V, al que se le atribuyen propiedades milagrosas.
Su campana
mayor fue realizada con una tonelada de oro, plata y bronce y se escucha hasta
40 kilómetros a la redonda.
La otra gran iglesia es La Compañía, fundada por los jesuitas en 1571, e
impactante tanto por dentro como por fuera.
Luego, más
alejada, está la Iglesia de la Merced pegada a un Museo de Arte Religioso.
Caminando
hacia el sur nos topamos con uno de los más importantes centros de culto incas,
el Templo del Qoricancha (Templo del Sol) sobre el cual se levantó la iglesia de
Santo Domingo. Las paredes de este lugar estaban forradas en oro, esmeraldas y
turquesas, iluminadas por los rayos del sol.
Otro lugar para visitar es el convento de Santa Catalina que fue la residencia
de las 3000 mujeres dedicadas al culto del Sol, consagradas a preparar la chicha
ritual y las telas para las ropas del inca (elaboradas con lana de alpaca,
vicuña, y un derivado de piel de murciélago). En este lugar se puede apreciar la
técnica del tallado de las rocas que obtiene su punto máximo en la famosa Piedra
de los Doce Ángulos.
El Valle Sagrado
En los
alrededores de la ciudad de Cusco se encuentra el Valle Sagrado de los Incas –
que une Machu Pichu con Ollantaytambo y Písac – un lugar de riqueza
arqueológica.
En este lugar un imperdible es la Fortaleza de Sacsayhuamán, por la hermosa
vista de Cusco que ofrece desde las alturas: un macizo de casas coronadas de
tejas rojizas, con la Plaza de Armas en el centro y una corona de montañas
bañadas por el sol detrás.
En el mismo valle se puede visitar Qenko, un santuario inca, el templo de Puca
Pucara, los baños de Tambo Machay, el pueblo de Chinchero y Písac, un lugar
ideal para pasar la noche y sobre todo para visitar el variopinto mercado
dominical.
Desde Písac se puede seguir hasta Yucay donde se encuentra la hermosa Posada del
Inca, levantada sobre un antiguo convento. Luego seguir hasta Urubamba, en el
centro del valle, surcado por el río del mismo nombre.
Más adelante está Ollantaytambo un pequeño poblado donde la vida parece
estancada en el pasado (las familias respetan las costumbres de sus
antepasados).
Desde allí se
pueden tomar excursiones por siete rutas ancestrales que parten del pueblo, con
guías especiales que cuentan historias y leyendas sobre los incas.
Machu Pichu
Este es un
lugar único, que tiene el peso de la historia, del misterio, de una geografía
imponente y de un marco natural que sirve para engrandecer su magnificencia.
Se puede llegar a través del Camino del Inca, en tren o incluso en helicóptero
hasta el cercano pueblo de Aguascalientes.
A sus
espaldas la flanquea el Huayna Pichu (Pico Joven) en tanto la ciudadela en sí
lleva el nombre del cerro sobre el que fue construida, el Machu Pichu (Viejo
Pico).
La existencia de este lugar fue desconocida por los españoles y tampoco se sabe
bien el porqué la ciudad fue despoblada antes de la llegada de éstos.
Se especula
que vivían en este conjunto de casas y lugares rituales alrededor de 1000
personas.
El hallazgo de esqueletos sobre todo de mujeres hace pensar que la ciudadela era
el refugio de las Vírgenes del Sol, otras teorías dicen que la importante
capacidad de producción agrícola de sus terrazas tal vez estaba destinada a
proveer hojas de coca para sacerdotes y nobles incas; también dicen que debido a
su posición estratégica la convertía en un complejo militar de gran importancia.
Se pueden visitar grandes altares: el Trono del Inca, la Fuente Principal, el
Templo del Sol, el Palacio de la Princesa, el sector Real, la Roca Funeraria, el
Templo de las Tres Ventanas, el Reloj Solar.
Todos los turistas que visitan Machu Pichu se sienten atraídos por las renovadas
formas de culto al Sol y los astros: tanto hoy como ayer, los Andes asisten
impasibles a la multiplicación de cultos y dejan que cada uno le atribuya a este
conjunto glorioso el significado y la función que prefiera.