El mandal es una práctica sencilla que redundará en beneficios personales y en el logro del equilibrio interno...

Hace un tiempo me encontraba
sumergida en una crisis laboral, sentimental y emocional de la cual me resultaba
difícil emerger. No encontraba la forma de solucionar los inconvenientes que
padecía en ese momento.

 

Como soy una persona
inquieta, no aceptaba que la depresión y la ansiedad se apoderaran de mi vida.
Así que pintaba de manera compulsiva.

 

Sin saber porque, comencé a
dibujar y pintar círculos. Grandes, pequeños, de distintos colores, con símbolos
que muchas veces eran indescifrables para mí. Dejaba fluir todo lo que me
llegaba. Esto me hacía sentir bien. Lo que me ocurría era algo incontrolable y
difícil de explicar.

 

Una vez finalizada la
pintura, observaba la estética de la obra y mientras lo hacia me invadía un
estado de serenidad, bienestar y armonía, que nunca antes había experimentado.
Realmente no podía comprender porque sentía estas sensaciones de
reacomodamiento y alineación mientras observaba los círculos.

 

Por aquel entonces mi mejor
amiga regresaba de un viaje por oriente. Le comente mi experiencia con los
círculos, y los notables cambios que había experimentado.

Ella rápidamente quiso ver
de que se trataba. Al ver las pinturas, me dijo que estaba pintando Mandalas.


¿Que
es un Mandala?

Le pregunté. Mi amiga me explicó que Mandala significa”círculo”
en sánscrito. Esta palabra es también conocida como rueda y totalidad. Más allá
de su definición como palabra, desde el punto de vista espiritual es un centro
energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la
mente.

Desde aquel día y hasta hoy
mis experiencias con los Mandalas se han incrementado. Mis constantes
investigaciones me han llevado a contactar con verdaderos estudiosos y
conocedores de esta ancestral disciplina.

Los Mandalas son utilizados
desde tiempos remotos. Tienen su origen en la India y se propagaron en las
culturas orientales, en las indígenas de América y en los aborígenes de
Australia.

En la cultura occidental, fue Carl G. Jung, quien los utilizó en
terapias con el objetivo de alcanzar la búsqueda de individualidad en los seres
humanos. Jung solía interpretar sus sueños dibujando un Mandala diariamente, en
esta actividad descubrió la relación que éstos tenían con su centro y a partir
de allí elaboró una teoría sobre la estructura de la psiquis humana.

Los Mandalas también son
definidos como un psicodiagrama cosmológico que puede ser utilizado para la
meditación. Consiste en una serie de formas geométricas concéntricas organizadas
en diversos niveles visuales. Las formas básicas más utilizadas son: círculos,
triángulos, cuadrados y rectángulos.

Según la Psicología, el
Mandala representa al ser humano. Interactuar con ellos ayuda a curar la
fragmentación psíquica y espiritual, a manifestar la creatividad y a
reconectarse con la esencia. Abre puertas hasta ahora desconocidas y hace que
brote la sabiduría interior.

El trabajo de meditación con
Mandalas puede consistir tanto en la observación como en los dibujo de éstos.

 

En mis talleres de Mandalas,
mis alumnas (varias de ellas profesionales, médicas y empresarias con un alto
grado de stress), han logrado enormes beneficios a través de esta técnica
milenaria, obteniendo serenidad, confianza, seguridad, aun en medio de
diferentes situaciones conflictivas.

 

El dibujo de Mandalas, puede
realizarlo cualquier persona, sin importar su edad o religión. Es una práctica
sencilla que redundará en beneficios personales y en la consecución del
equilibrio interno, ya que logra penetrar en las capas mas profundas del
individuo dejando aflorar lo que muchas veces no logra verbalizar.

 

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