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Remembranzas, I

CASI UNA AUTOBIOGRAFIA… Te invito a sonreír un poco…

 

PERSONAJES


Todos los pueblos tienen unos personajes especiales y por supuesto que Acaponeta
no se iba a quedar atrás.

 De
los que me acuerdo son de varios que llegaron a impresionar a mas de uno de los
nuevos forasteros que llegaban para quedarse, o los que iban para arreglar sus
asuntos.

 AGAPO: Un personaje de edad indefinida que se caracterizaba por usar sacos dos
tallas mayor que la suya y de su falta de aseo. Pues anunciaba su llegada con
varios metros de distancia, no pedía limosna, pero yo me daba cuenta que por
evitar su presencia y olor rápido le daban unas monedas.

 BLASITO:- Era una persona que escasamente sobresalía un metro diez centímetros,
y que anunciaba con una gran "bocina" las películas que se exhibían en el único
cine que en aquel tiempo había y  así,  yendo de esquina a esquina, y donde
había un grupo de personas anunciaba con voz estentórea… "El cine Royal se
enorgullece en presentar ….en premiere… y además anunciaba que ese día 
(generalmente un martes .) Se verificaría una rifa en pesos de plata $50.00
pesos, que para aquella época era una suma respetable.

El
resultado era espectacular pues se llenaba la sala de un cine que el dueño era
nada menos que el Sr. Federico R. Corona, de quien comente antes.

Mi
hermana Tere y yo, sacábamos los números premiados y por lo cual el Sr. Corona
nos daba una moneda de plata de $5.00  y por supuesto la entrada gratuita , no
nomás a esa función, sino que era un pase permanente. Recuerdo que había un
piano vertical me imagino que era usado en épocas anteriores, cuando el cine era
"mudo".

 FIDELITO: Este personaje era un indio autentico del grupo étnico huichol, y su
función en la vida era tocar un violín, cosa que no lo hacia tal mal, pero al
transcurrir varios minutos tocando una "sinfonía" monocorde, pues enfadaba y se
veía la gente que lo escuchaba obligada a darle unas monedas para acortar en lo
posible aquella música.  Siempre andaba ataviado con un elegante traje de
huichol.

 Conocí en ese tiempo a un Sr. llamado Jesús que vivía en plena sierra casi
limites con el estado de Durango, este señor  cada mes aproximadamente bajaba de
donde vivía para comprar bastimento, sal , azúcar, café, etc.

Y se surtía en una
tienda de una Sra. muy amiga de mi Mama, viejo conocido de ella, dejaba sus
provisiones en la tienda, se iba a vender unas pieles de tigrillo, que en ese
tiempo eran bien cotizadas y no había control alguno de ninguna dependencia de
Gobierno, las pieles que el vendía se caracterizaban por no tener ningún agujero
de señal de balas, tenia pues los agujeros naturales de estos felinos.


Volvía a las pocas horas, pagaba en efectivo el costo de sus compras y le dejaba
el resto del producto de su venta a dicha Sra. Tomaba únicamente unos cuantos
pesos para irse a embriagar hasta perder la conciencia y despertar al día
siguiente con una resaca, y la novedad de encontrarse en la cárcel del pueblo.
El alcaide, conocido suyo, le permitía salir a traer el costo de la multa que la
autoridad le había impuesto para recobrar su perdida libertad.


Recogía su dinero, iba a pagar su multa, regresaba a recoger un gran saco con su
bastimento para irse a remontar otra vez a la sierra.

 Ahí fue donde lo conocí, en la tienda de  esta Sra. Y ahí lo aborde para que me
explicara como era que sus pieles no presentaban ninguna huella de heridas de
arma de fuego.


Muy sencillo, me contesto, el ponía una serie de trampas del tipo de cepo para
la captura de osos, común en la región donde el habitaba, y ensamblado a estos
cepos, iba una cadena de fierro soldada a la trampa, cadena que a veces media
hasta tres a cuatro metros y en el  extremo libre fijaba un palo de mas de un
metro, con un grosor como "de mi brazo" me decía, al caer el tigre en el trampa,
este herido y enfurecido, huía arrastrando la cadena con la trampa bien fija en
una de sus patas, y al poco tiempo en lo tupido de aquella selva, la cadena se
enredaba en troncos y árboles de tal manera que prácticamente quedaba inmóvil, y
exhausto al paso de las horas y presa de un gran dolor con hambre y sed, el
animal empezaba a rugir de tal manera que sus rugidos se oían a una gran
distancia, señal que era escuchada por Don.

Jesús, quien provisto de un garrote,
y envuelto su brazo izquierdo con costales de yute, se aproximaba al feroz
animal para darle muerte, si,  ya lo adivinaron a garrotazos, hasta hacerle
perder la vida.


Por eso el animal no presentaba huellas de impacto de balas.


Esta era la rutina de Don. Chuy que mes con mes bajada de la sierra con una
provisión de pieles. 


PRIMERAS LETRAS…

  Me las enseño mi "Nina" (hermana de mi Madre) quien escasamente sabia leer, sin
embargo con buena voluntad y paciencia de ella aprendí a deletrear mis primeras
sílabas.

Me
llevaron a una "Escuelita Parroquial" atendida por la Seño. María Luisa a
escasos 200 metros de la Escuela Oficial, ahí aprendí por el antiguo método del
silabario a leer mas o menos de buena manera, eso, y el Catecismo del Padre
Ripalda eran la rutina diaria.

Estuvimos ahí mi hermana Tere, Héctor mi hermano
y yo, escasamente un año. Y para entrar a la escuela "oficial" de Gobierno
recuerdo que me hicieron una pequeña prueba misma que supere sin dificultad
alguna, automáticamente me colocaron en tercer año.

 Ahí conocí a mis amigos y compañeros de salón mismos que todavía conservo su
amistad. De los mas cercanos (y mas vagos) se me vienen a la mente, Hector
Gamboa, Agustín Zamorano, Rafael Díaz  Mallorquín, Danilo Alduenda, Armando León
Cortés, Carlos Mallorquín, Andrade, Alaniz, José Angel López, Rafael Moreno,
Pablo Alarcón, David Aftimos, Honorato  Meza, Rafael Sánchez y muchos más.

 Por cierto, éramos un grupo sumamente heterogéneo de diferentes edades y
estaturas, eso si, muy unidos, y en ese año si mal no recuerdo tuvimos mas de
tres maestros pues no podían con nosotros.

 Teníamos a una Directora muy competente la Seño. Carolina Kelso, y como maestra
titular a la profesora Consuelo León, hermana de nuestro compañero Armando, ella
fue promovida a otro grupo, y llego un profesor llamado Veremundo quien trato de
imponerse a golpes, patadas y amenazas, por lo que de inmediato uno de nuestros
compañeros el mas alto del grupo, lo agarro por la camisa y sin ninguna
dificultad lo levanto poniendo en claro que nuevos vientos en la educación
corrían ya.

 En
una tarde veraniega  y en plena canícula mandaron llamar a la que entonces
estaba en turno una maestra llamada Benita, y ella sin pensarlo mucho se apoyo
en su breve ausencia para que nos "cuidara" nada menos que a mi hermana Tere,
quien de una manera harto cortes se presento ante el grupo y empezó a contarnos
cuentos, y como dominaba el arte de la declamación se puso a recitarnos unas
composiciones alusivas a la patria, al amor, etc. 

Ante la rechifla de mis
compañeros y mía opto por mejor "poner lagrimas de por medio" y se declaro
incompetente para guardar el orden ante el beneplácito de todo el grupo…


Llegó entonces un joven maestro recién graduado, que de inmediato se identifico
con nosotros, y preguntando quien era el mas valiente  de la clase, lo reto para
darse un "agarre", obvio es decir que sobraron candidatos pues se veía de
constitución delgada y de mediana estatura, se aproximo Alaniz, el mas alto del
grupo y le dijo:  Yo mero soy Maestro, en que lo puedo servir? 

El maestro de
nombre José Trinidad  Alcántar Maldonado lo invito al patio para ahí, de manera
sorpresiva para todos y mas para el, lo hizo dar varias volteretas y
conminándolo cada vez  a que se levantara y


siguiera la pelea, el maestro ni siquiera se despeino, y nosotros  vimos con
estupefacción como nuestro adalid mordía una y otra vez el polvo.  Al darse por
vencido y después de estrechar su mano y darle las gracias, el Maestro invitaba
a algún otro a la lucha…Invitación que ninguno de nosotros acepto.


Desde entonces no hubo ningún problema en el difícil arte del binomio
Enseñanza-aprendizaje entre el maestro y aquel aguerrido grupo.

 Dicho profesor acababa de terminar un entrenamiento especial en el ejercito, y
era maestro en Jiu-Jitsu, técnica de moda pues estaba  finalizando la segunda
guerra mundial, estoy hablando de 1945.

 Nos hicimos tan amigos de él, que con mucha frecuencia nos íbamos al salir de
clases a bañar al río que nos quedaba relativamente cerca de la escuela y
estando ahí, pues…pues…nos acompañaba a "incautar" unas cuantas sandias,
riquísimas! Que se producían en la orilla opuesta con un magnifico sabor y con
la mirada furibunda del dueño de la huerta.

Las "pintas" que yo hacia en esa época -quinto de
primaria- tenia que ver  con una magnifica amistad que yo tenia con un cohetero,
que año con año en Navidad mi Padre contrataba para mandarle hacer un "castillo"
de mediano tamaño, y que con previo permiso de la Presidencia Municipal se
permitía ponerlo en las calles de Allende y Veracruz, precisamente enfrente de
mi casa paterna, y en las fiestas de Navidad este era un espectáculo gratuito
para "todo el mundo."

 En
las épocas pre-navideñas, mi Papá usaba toda la sala, para hacer un gigantesco
Nacimiento, una verdadera obra de arte pues  mandaba hacer un especie de tablado
donde poníamos con mucho cuidado y bajo su supervisión el pesebre, la Virgen,
San. José, y todos  los animalitos correspondientes a tan fausto acontecimiento,
se le añadía una pequeña bomba escondida atrás que impelía el agua hasta
producir una especie de río, con su cascada y un lago en la parte mas declive,
con los animales propios de ese medio lacustre. 

Esto adornado con una profusión
de foquitos, todas las tardes, hasta muy entrada la noche dejaba mi papá los dos
ventanales abiertos para que las personas de cualquier condición social pudiera
ver ese magno Nacimiento.

 

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